Por Rebecca Beltrán
Algunos califican la novela Los muertos mandan como una obra de terror, e incluso se ha llegado a decir de ella que era una novela de zombis. Nada de esto es cierto. Los muertos mandan es una novela entretenida, como todas las de Blasco Ibáñez, aunque previsible. De todos modos, recomendamos su lectura, sobre todo por cómo retrata aquella Eivissa de antaño, cuyas costumbres han hecho las delicias de los antropólogos. Una vez transcurridos ochenta años de la muerte del autor su obra ha pasado a ser de dominio público, por lo que Noudiari.es la rescata gracias a la iniciativa Proyecto Gutenberg y la ofrece a todos sus lectores.
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Fue el primer escritor español en colarse en Hollywood. Vicente Blasco Ibáñez (1867-1928) ha pasado a la historia como uno de los escritores más prolíficos e internacionales de la literatura española, un autor que se manejaba con la misma comodidad en la novela naturalista como en la realista. También creó tramas psicológicas y en este género que se enmarca Los muertos mandan (1909), una novela ambientada en Eivissa y Mallorca.
El protagonista de esta historia es Jaime Febrer, el heredero de una familia mallorquina de alta alcurnia y florido linaje, que está completamente arruinado. Se ha encargado de dilapidar la exigua herencia que recibió y ha de encontrar una solución que evite que la buena fama de la que disfrutan los Febrer en la isla quede por los suelos. La única solución posible pasa por pactar un buen matrimonio con una heredera que ansíe la reputación del apellido Febrer y que pueda rellenar las arcas de esta familia. ¿Quién contraería nupcias con un joven pendenciero con fama de mujeriego y sin blanca? Sólo una chueta, una joven de familia judía, tan mal vistos en la Mallorca de entonces.
Febrer pide la mano de la joven pero sus «muertos» hacen que se arrepienta de haber querido mezclar su sangre con la de una judía y, asustado, huye a Eivissa para refugiarse en una pequeña torre que todavía forma parte de su parco patrimonio.
No; los muertos no se van aprisa, como cree el refrán popular. Los muertos se quedan inmóviles al borde de la vida, espiando a las nuevas generaciones, haciéndolas sentir la autoridad del pasado con un rudo tirón en su alma cada vez que intentan apartarse del sendero marcado por la rutina.
Allí se verá obligado a comerse su orgullo de señorito y aceptar la ayuda de un peón para sobrevivir, y terminará enamorándose hasta los tuétanos de la hermosa hija de su benefactor. De nuevo los «muertos» de Febrer volverán a hablar para quitarle de la cabeza la sola idea de casarse con una mujer de tan baja estofa.
El alma de los muertos llenaba el mundo. Los muertos no se van, porque son los amos. Los muertos mandan, y es inútil resistirse a sus órdenes.
Vicente Blasco Ibáñez, cuya novela Los cuatro jinetes del Apocalipsis se convirtió en la más vendida en Estados Unidos en 1919
según la revista especializada Publishers Weekly, explica en la introducción a Los muertos mandan que visitó por primera vez Mallorca en 1902, invitado a un mitin republicano. Allí se entretuvo unos días antes de regresar a la Península, donde conoció la existencia de los chuetas, y tanto le fascinó su historia y su condición que decidió escribir una novela a propósito de los judíos mallorquines. Después se detuvo en Eivissa, «sintiéndome igualmente intersado pro las costumbres tradicionales de este pueblo de marinos y agricultores, en lucha incesante durante mil quinientos años con todos los piratas del Mediterráneo. Y pensé unir las vidas de las dos islas, tan distintas y al mismo tiempo tan profundamente originales, en una sola novela».
En 1908, Blasco Ibáñez realizó su segundo viaje a las islas para ampliar su documentación.
Corrí las montañas de Ibiza y navegué ante sus costas rojas y verdes en barcos viejos, valientes para el mar, que unos meses del año van a la pesca y otros son dedicados al contrabando.
Los muertos mandan fue adaptada al cine, igual que otras de las novelas más conocidas del escritor valenciano como son Los cuatro jinetes del Apocalipsis (1921, Rex Ingram; 1962, Vincent Minelli) o Sangre y arena (1922, Fred Niblo; 1941, Rouben Mamoulian). En España, Blasco Ibáñez fue un escritor vetado por el régimen, pero aún así el director Miguel Inglesias Bonns consiguió filmar una versión muy censurada de la novela en 1955, titulada Ley del mar y rodada en diferentes emplazamientos de Santa Eulària y Vila. En esta película, que se dio por perdida durante cincuenta años pero que se recuperó en 2005, se muestran algunas de las costumbres de la Eivissa de principios del siglo XX, como el festeig.
estoy de vacaciones en valencia por unos meses he vivido lo bello y agradable de su clima y de la ciudad,me atrapo la reseña de este gran personaje como fue vicente blasco ibáñez,gran político,escritor y periodista,hoy en día necesitamos de hombres como el que aporte de sus conocimiento a la educación del pueblo,ya casi no hay personajes tan interesantes,es de mencionar como adapto sus relatos a la modernidad del siglo 20,y con su narrativa y elocuencia cautivo a dos mundos,se hizo merecedor del reconocimiento y la fama que hoy ostenta.
Tesoros perdidos y olvidados. Una lástima, nada se dice de la obra de D.Vicente, mucho menos de aquellos republicanos y admiradores mallorquines que llenaron un buque para asistir a sus funerales el 29 Oct.1933 en Valencia.
Hola bon dia,
Me interesa el tema. Por semana santa vamos a viajar a Ibiza.
¿Me podrían reseñar algo más sobre D. Vicente y su obra?
Gracias por adelantado y saludos
Walter Kraus
Hece cincuenta años que tuve el placer de leer » Los muertos manda» y quedé entusiasmado por la desprición que hacia de la sociedad » burifarra» que hacia de la Mallorca de principios del sigloXX, y que a finales de los alos sesenta empezaba a canvia con la llegada del turismo de massas, però en mi juventud el problema » chieta » aun persistia. No he conseguido encontrar el libro para releerlo de nuevo i ello me encantaria poder hacerlo para conprobar si aun quedan resabios de aquella sociedad de clases tan hermeticas, Gracis