INSACIABLE HAMBRE DE JUSTICIA
@L.F./ Siendo preguntado por sus recuerdos de su infancia, Escobar (José Escobar Saliente, Barcelona 1908-1994) padre de la criatura en primer término, declaró textualmente: “Fuimos a comer al Hotel Europa y nos sirvieron en un comedor que a mí me pareció inmenso. Desgraciadamente, no pude comer nada. Me era imposible tragar. Aquel día tenía anginas. Y además un hambre canina. A veces he pensado que en aquel comedor flotaba ya el espíritu de Carpanta, que se reía de su futuro creador”
Personalmente, siempre he considerado a Carpanta la mejor creación, con mucho, de este maestro de la denominada Escuela Bruguera; muy por encima incluso de los sobrevalorados, insoportables y repelentes Zipi y Zape. Carpanta es otra cosa, algo muy diferente a una mera sucesión de travesuras una detrás de otra. El mero significado de su nombre (“hambre feroz o violenta”) ya nos pone sobre aviso de lo que encontraremos en sus páginas.
Carpanta debutó en plena posguerra española con la historieta “13 en la mesa” publicada originalmente en el semanario Pulgarcito numº 3 (después de su obligada renumeración) fechado el 24 de enero de 1947. No aparecía aun con su reconocible vestimenta, sino como un indigente sentado a la mesa por una panda de ricachones con la única intención de evitar el fatídico numero de comensales de la Última Cena. El personaje ni siquiera contaba aun con nombre propio. La primera historia bajo el título de Carpanta apareció solo 4 números más tarde, en marzo de ese mismo año (Carpanta y el billete). Con el tiempo habría de evolucionar hasta su característico cuello alto con pajarita, sombrero canotier, chaqueta negra y camiseta a rayas. Pero el trasfondo de la historia ya era el mismo que le acompañaría a lo largo de todas sus desventuras: el hambre.
En tiempos precarios siempre aparecen este tipo de héroes, supervivientes que se las ven y las desean para conseguir el sustento que llevarse a la boca, y en el desafortunado contexto histórico de la época el personaje de Escobar adquirió rápida y merecida popularidad; tanta, que los lectores incluso llegaron a enviar dinero y comida a la redacción de Pulgarcito para saciar su hambre desmesurada (!). A finales de los cincuenta la inevitable censura fijó su punto de mira en él (según ellos, en la España de Franco nadie pasaba hambre) y también en su creador, reconocido militante izquierdista y otrora colaborador de publicaciones afines a la República. Escobar consiguió esquivar el envite a duras penas moderando los guiones a base de eufemismos, sustituyendo “hambre” por “apetito”, por poner solo un ejemplo.
Sus interminables aventuras en pos del inevitable y puñeteramente esquivo pollo asado, aliñadas (nunca peor dicho) con el divertido triangulo amoroso de la serie entre el protagonista, el orondo Protasio y la enamoradiza Valeria, consiguieron que la serie se hiciera merecedora de su propia adaptación televisiva de trece episodios con personajes reales emitidos por TVE en los años 60, y también de un tebeo, Super Carpanta, publicado entre 1977 y 1981.
Puede que el perdurable éxito intergeneracional de Carpanta se deba, además de la calidad indiscutible de sus historietas, a la del innegable y desafortunado hecho de que el hambre es un problema tan difícil de erradicar como persistente en el tiempo. El enorme merito de Escobar fue conseguir que al menos, mientras los lectores de posguerra se reían del hambre de Carpanta, se olvidaran aunque fuera solo por un breve instante de la suya propia, y eso no tiene precio.
Lluís Ferrer Ferrer (Cala Mastella, 1971) Especialista en tebeos y demás vicios insalubres, es el escritor (i)responsable de la Trilogía ibositana (2008-09-10) traducida al castellano y recopilada en El Hondero (2013), de los guiones de la webserie Salvador, un superhéroe low cost (2012-13), y colaborador del programa de Radio Èxit, SFC (Supercultura Freak Chow, 2013) otro despropósito relacionado con el mundo del cómic…como si no hubiera cosas más importantes que hacer.