Encomendarse como Dios manda
Esto de que nuestros políticos nos estén encomendando a los santos, cada dos por tres, me da un miedo espantoso. Mi abuela siempre se encomendaba a los santos cuando la cosa se ponía muy fea. Lo bueno era que ella tenía clarísimo a qué santo había que pedirle cada favor. No todos los santos sirven para cualquier cosa. Qué pena que ella ya no esté, porque me encantaría preguntarle si realmente el Sr. Fernández Diaz, o la Sra. Fátima Bañez, por nombrar sólo a dos, nos están encomendando a la santa o a la virgen adecuadas. En estas cosas no hay que gastar cartuchos a lo loco. Encomendarse es una cosa muy seria. No vale eso de ahora le pido a este y si no funciona le pido al otro. Hay que pedir al adecuado y si te has equivocado de santo te fastidias. Mi abuela decía que cada santo tiene sus normas y que hay que tenerlas muy en cuenta.
Con Santa Rita, por ejemplo, hay que tener mucho cuidado. Es cierto que suele conceder lo que le pidas, pero, por lo visto, te lo hace pagar bastante caro. Hay que tener muy claro qué es lo que deseas ya que a veces la pena que impone no compensa. Me explico: Imagina que necesitas encontrar trabajo. Estás desesperado. Bueno, pues igual te lo concede y a cambio te da un divorcio. Cierto es que mucha gente dirá, oye, pues no está mal el trato, pero para gente realmente enamorada es una faena. No me negaréis.
Otro ejemplo: Santa Gema Galgani, de la que mi abuela era ferviente devota. Es menos eficaz que Santa Rita, pero más barata. Es decir, tarda en cumplir porque va atareadísima, tiene millones de peticiones diarias y no da abasto. No es la ideal para unas prisas y, según mi abuela, también te acaba pidiendo algo a cambio, pero más suave que Santa Rita. Por lo visto compensa. De ahí quizás que tenga tantos adeptos. Igual un trabajo te cuesta una bronca por un quítame de ahí esas pajas, pero, desde luego, sin llegar a una separación, ni mucho menos.
Santa Gema Galgani es menos eficaz que Santa Rita, pero más barata. Es decir, tarda en cumplir porque va atareadísima, tiene millones de peticiones diarias y no da abasto.
Uno que estaba al tanto de todas las cosas que pasaban en mi familia era el Padre Rubio. Al pobre, entre mi abuela, mi madre y mis tías lo debían de tener frito. Recuerdo ir de pequeña a su iglesia y eso de verlo metido en una urna fúnebre me daba miedo. No sabría decir si estaba momificado, si era una figura de cera, o qué, pero daba una grima espantosa. Sé poco del Padre Rubio, excepto que en el patio de aquella iglesia es donde cayó Carrero Blanco. En cambio, el Padre Rubio debe de saberse al dedillo fabulosos secretos de mi familia. Qué pena no poder sonsacarle.
De entre todas las vírgenes, creo que una de las mejores, con diferencia, es la Virgen del Perpetuo Socorro. Es un amor. No pide nada a cambio, pero sólo concede si lo ve oportuno. A mí me gusta eso de dejarlo a su santo criterio. Creo que nos pasamos un poco con las peticiones. No se puede ir con exigencias. Ella evalúa y si lo considera bueno y viable, pues se pone manos a la obra.
Espero, deseo, y exijo, que los ministros tengan más recursos que encomendarse a los santos. No me parece bien que se pongan a delegar responsabilidades.
Hay una virgen fabulosa. La tengo en el salón. Había sido de mi abuela. Ella la llamaba La Señora. Mis amigos la conocen. Mucha gente cuando entra en casa y la ve se extraña, casi todos se asombran, me preguntan por qué tengo ese cuadro ahí puesto. Lo tengo porque era de mi abuela, lo tengo porque me crié con él y mi abuela lo adoraba, lo tengo porque me da la gana y sobre todo lo tengo porque estoy harta de ver Budas, Shivas, elefantes y figuras mitológicas de toda índole en la mayor parte de las casas, y eso a nadie le extraña. Por lo visto todas esas cosas quedan muy IN. Bueno, pues a mi abuela, a La Señora y a mí no nos importa nada estar de lo más OUT.
Eso sí, espero, deseo, y exijo, que los ministros tengan más recursos que encomendarse a los santos. No me parece bien que se pongan a delegar responsabilidades. También espero que tengan mucho cuidado con las velas y las lamparillas de aceite. Mi abuela decía que no hay que jugar con fuego. A ver si con tanto cirio vamos a salir todos ardiendo, y ya anda la gente bastante quemada.
Una última cosa, entre nosotros, hay que estar muy al tanto por si nos encomiendan a San Expedito. Es el Patrón de los Imposibles.
Me ha encantado lo bien escrito que está y lo divertido, por no ahondar en el mensaje. Lo he pasado muy bien leyéndolo y por eso lo he recomendado.
Como siempre estas sembrada , tienes mucha razón, sigue así de divertida.
Gracias, Pepe y Puri. Me alegra un montón que os haya gustado.