La otra noche empecé a ver una película francesa. La historia arrancaba así: Una mujer pide cita con un psiquiatra al que no conoce. Llega a la consulta, un despacho en un piso, le abre la puerta un hombre. Éste comenta que no sabía que tuviera una cita a esa hora, que justo su secretaria no está y ha debido de olvidar advertirle, pero que haga el favor de pasar. Entran, se sientan y ella empieza a hablarle de su marido, de su matrimonio. Llora, él le acerca una caja de pañuelos de papel mientras la escucha muy atento. Se vuelven a citar para la próxima semana.
En la siguiente escena él le está contando lo de la inesperada visita a su ex-esposa, con la que mantiene una buena relación. Ella,muy extrañada, le pregunta que cómo es posible que no se diera cuenta de que esa mujer con quien realmente tendría cita es con el psiquiatra que hay en la misma planta y no con él, un asesor fiscal. La respuesta de él es muy buena. Explica que no le pareció raro ya que se pasa el día escuchando a la gente. Que un asesor fiscal sabe de cada uno de sus clientes casi más que nadie. Sabe si están casados, viudos, separados o divorciados. Sabe si tienen hermanos, si han muerto sus padres, si tienen hijos y cómo son… en fin, que sabe prácticamente todo. Está acostumbrado a que sus clientes a veces lloren en su despacho, está acostumbrado a escuchar cualquier cosa que le cuenten.
¿A quién no le ha tocado alguna vez en el avión o en el tren, alguien que le ha contado su vida? En las salas de espera, en las paradas de autobuses, en las colas del supermercado…
Los humanos necesitamos comunicarnos y expresar lo que sentimos. Así que claro que un asesor fiscal, con un trabajo en teoría tan frío, puede acabar siendo como un confesor, o un psiquiatra, para sus clientes. Una peluquera, un barbero, una dependienta, un farmacéutico… Todos acabamos ejerciendo de psiquiatras-confesores en algún momento. Lo hacemos con los amigos, con los clientes, con los compañeros de trabajo. Lo hacemos hasta con gente a la que no conocemos de nada. ¿A quién no le ha tocado alguna vez en el avión o en el tren, alguien que le ha contado su vida? En las salas de espera, en las paradas de autobuses, en las colas del supermercado… Cualquier sitio es bueno para hablar, para desahogarse, para comunicar. Hay gente que nos llega a parecer pesada o un poco ida, pero es que hay mucha gente que no tiene con quien hablar.
Tengo una amiga que está haciendo un trabajo sobre casas payesas. Me contaba que al día se encuentra con un montón de gente mayor que vive sola en medio del campo y que aprovechan su visita para hablar. Le cuentan historias, le cuentan su vida, le cuentan su soledad. Me pareció tan comprensible y tan triste. Y es que la soledad está bien sólo si es a pequeñas dosis.
Me viene ahora a la cabeza esa otra película de Tom Hanks, que al quedarse sólo, después de un naufragio, convierte a una pelota de voleibol en Wilson, su compañero y confidente. Necesita hablar con alguien tanto como comer o dormir. Necesita ser escuchado.
Hace muchos años leí en un libro un ejemplo que se me quedó grabado. Imagina esta situación: Un señor hablando sólo en un banco de un parque. Ahora imagina al mismo señor, diciendo lo mismo, en el mismo banco, en el mismo sitio, pero esta vez hay alguien sentado a su lado. El primero parece un loco, el segundo parece un señor normal. El señor, su discurso y el parque son los mismos. Estar acompañado hace que uno parezca cuerdo.
Es cierto que no siempre estamos dispuestos a escuchar, pero creo que hay que procurar intentarlo y ser paciente con quien habla. No es tan difícil ejercer de Wilson. Nadie está a salvo de necesitar desahogarse algún día. Esto es un hoy por ti, mañana por mí. En cualquier momento puedes ser tú el que busque ser escuchado. La mayor parte de las veces sólo necesitamos a alguien que escuche, no estamos buscando charla ni consejo.
Propongo que todos seamos, de vez en cuando, un Wilson para alguien. Sólo hay que parase un rato y escuchar, seguro que más de uno incluso aprende algo interesante. Seguro que el que habla, también.
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Muy bien guapa que bien lo explicas , cuanta razón tienes , hasta pronto.
Muy bien guapa que bien lo explicas , cuanta razón tienes , hasta pronto.
Gracias Puri. Siempre estás ahí apoyando lo que escribo. No sabes qué alegría me da ver tus comentarios.
Gracias Puri. Siempre estás ahí apoyando lo que escribo. No sabes qué alegría me da ver tus comentarios.