@Julio Herranz/ El pasado fin de semana, invitados por la Fundació Baleària, un grupo de 14 culturetas de Ibiza (los de Formentera no pudieron venir por cuestión de agenda, creo) nos desplazamos a Mallorca para participar en algunos actos del amplio programa con el que la isla grande del archipiélago celebra este año el séptimo centenario de la muerte de Ramon Llull. Una movida amable y estimulante en la que también participaron gentes afines de València, Menorca y Catalunya, algo muy de agradecer de cara a mejorar la escasa comunicación que existe entre las zonas de habla catalana. Mucho más potenciada, desde luego, en el campo deportivo que en el cultural por las instituciones públicas, que deberían velar más por cumplir con la responsabilidad que tienen en este frágil terreno.
Para uno (y para otros más) la iniciativa tuvo bastante de cursillo sobre el gran filósofo, místico, poeta y viajero balear, cuya influencia y prestigio universal nadie discute. Y entre la abundante información que recibimos sobre Llull, me llamó particularmente la atención un singular y llamativo dato de su biografía que ignoraba, aunque al parecer está bien desarrollado en algunas novelas sobre su vida: que de mozo era muy enamoradizo y seductor; dones debidos, sobre todo, a que era alto, guaperas, hijo de una familia pudiente y escribidor de poemas amorosos galantes a las doncellas que estimulaban su sangre joven. Sobre todo a una en particular por la que bebía tanto los vientos que, incluso, al ver que la moza se refugiaba un día en una basílica de Palma para esquivar su insistente acoso, entró en el templo a caballo a buscarla. Pero ella le dio un corte que le paró los pies con un argumento fatal: Le mostró uno de sus pechos, afectado por lo que parecía un cáncer de mama, y el don Juan huyó con el rabo entre las piernas.
Era alto, guaperas, hijo de una familia pudiente y escribidor de poemas amorosos galantes a las doncellas que estimulaban su sangre joven.
Y parece que fue justo entonces cuando dio un golpe de timón a su vida, al darse cuenta que la carne tentadora puede ocultar terrores que ignoraba. Así que prefirió refugiarse en el espíritu divino, dejó la poesía y dedicó el resto de su larga vida al estudio, la meditación y la escritura mística y filosófica. Con un detalle curioso que me contó una amiga del grupo: en los tantísimos viajes que hizo, no dejó de interesarse por la enfermedad de su bella enamorada, para ver si algún sabio conocía el remedio para su cura. Es decir, que no olvidó a su trágica musa, por mucho que hubiera decidido a sublimar su amor terrenal por el amor a Dios, la sabiduría y la naturaleza, los tres tirones principales de su ajetreada y fértil existencia. Amor por la naturaleza que tuvo su epicentro en la mallorquina Serra de Randa, donde ocurrió su metafórica caída del caballo: en una cueva próxima al santuario de Cura, que acogió algunos de los actos del programa y donde (en el austero hotel anexo) dormimos el sábado el grupo de fuera de Mallorca. Con un frío y un viento más que notable que condicionó el disfrute de tan hermoso paraje e impresionantes vistas; dicho sea de paso.
Desde luego, y a pesar de que el propio Ramon Llull escribió una especie de autobiografía, resulta muy difícil después de tanto tiempo discernir entre la historia y la leyenda. Pero bueno, ahí queda eso por si alguien quiere saber algo más del perfil humano del autor del Llibre d’amic e Amat, acaso la obra más conocida de la ingente producción del beato mallorquín. Por cierto, como tapita de su obra, algunos invitados leyeron versículos de la misma. Lectura a la que pusieron voz por la parte ibicenca Àngels Escandell, Carles Fabregat, Iolanda Bonet y Ben Clark. Mucho mejor, para mi gusto, que la ‘actuación’ de los participantes de las otras zonas convocadas.
A pesar de que el propio Ramon Llull escribió una especie de autobiografía, resulta muy difícil después de tanto tiempo discernir entre la historia y la leyenda.
Cierro el grato recuerdo del fugaz, amistoso y bien aprovechado viaje con un versículo del Llibre d’amic e Amat. Es del ejemplar propio que tengo en la versión castellana de Martí de Riquer. Y como me ocurre cuando leo a San Juan de la Cruz (uno de mis poetas favoritos), interpretó con ojos paganos sus versos al dios cristiano, lo que me emociona más, por supuesto, pues no cojeo para nada de ningún tipo de fervor religioso: «Preguntaron al amigo dónde nacía el amor, de qué vivía y por qué moría. Respondió el amigo que amor nacía en el recuerdo, vivía de inteligencia y moría por olvido».
Vaya por delante que puedes escribir como te dé la gana, pero se hace muy raro escribir sobre Ramon Llull en castellano, en un medio donde se ven cosas escritas en catalán-valenciano-bálèá.
Se me olvidaba:
No estaba presente el Sr. Llull, para preguntarle por cuánto cobra por su cátedra en la UIB?
Vaya por delante que puedes escribir como te dé la gana, pero se hace muy raro escribir sobre Ramon Llull en castellano, en un medio donde se ven cosas escritas en catalán-valenciano-bálèá.
Se me olvidaba:
No estaba presente el Sr. Llull, para preguntarle por cuánto cobra por su cátedra en la UIB?