Transporte de animales vivos
Juan Antonio Llera
Aristas Martínez, 2013
80 páginas
10 euros
@Ben Clark/ Llega marzo, el mes más cruel si no contamos abril, julio y agosto en Sevilla. Llega marzo, digo, mes de la poesía y de las esperanzas injustificadas y propongo tres lecturas poéticas muy distintas para combatir tanta florecita y tanta abeja (cada vez menos). Tres libros rotundos que no deben ser leídos la misma semana, para evitar esguinces. Tres autores que han nacido en décadas distintas (’70;’80;’90) pero que comparten el don de poseer una voz sólida y una intuición poética poco común. Empecemos, pues, el excitante tema del Transporte de animales vivos:
José Antonio Llera (Badajoz, 1971) firma este poemario que sabe a diario o a cuaderno de bitácora de un flâneur desarraigado del siglo XXI (esto nos recuerda que a la editorial, Aristas Martínez Ediciones, le interesan especialmente los libros híbridos, como declara en la presentación de su página web: «[la editorial] publica libros al límite de los géneros, hurga en la linde entre la ficción y el documento, traza líneas editoriales bastardas, plantea retos a sus autores en proyectos difíciles de clasificar»). Transporte de animales vivos es un libro de finales de 2013 que lleva ya unos cuantos meses acompañándome a diferentes rincones de la geografía española. Es, en mi opinión, uno de los poemarios editados en España más interesantes y estimulantes de los últimos años. Es un libro raro, diferente y cargado de imágenes sugerentes que invitan a reflexionar sobre la desolación contemporánea: «Somos como esos animales que sus dueños dejan en / la carretera cuando llega el verano, máscaras que / desaparecen tras los visillos» o «Hoy sólo deseo alimentar la victoria del humo». Llera escribe sobre las «varices del mundo», sobre lo feo y lo inevitable con un ojo en el pasado; en sus páginas saltamos de un Buffet libre a un recuerdo del año bélico 1914 o un episodio de la guerra civil española en Badajoz («Los vencejos rellenaban los cálices con mugre o naftalina»). El libro se divide en tres secciones distintas que nos transportan, como indica el título, por el paisaje de los suicidas que se lanzan a la vía que une Aranjuez y Atocha, hasta el recuerdo de niños rumanos inhalando disolvente pasando por escenas africanas de un desesperado Rimbaud. El trabajo gráfico que ha realizado el artista de Badajoz Paco Nadie también es muy destacable. Sus ilustraciones, que combinan un trazo limpio con una sensación de asfixia, dialogan con los poemas y crean un conjunto inquietante. Un libro que, como los buenos libros, existe mucho más allá de la última página, y al que uno puede volver y volver, como llevo haciendo yo varios meses ya, y que no debería faltar en una biblioteca de poesía contemporánea en castellano.
Habitación en W
Álex Chico
La Isla de Siltolá, 2014
70 páginas
12 euros
Álex Chico (Plasencia, 1980) firma un poemario rico en lecturas y en referencias literarias que reflexiona sobre el proceso de escribir y, sobre todo, de leer. Los títulos de las cuatro secciones del libro proponen un recorrido claro: «Lectura; Escritorio; Entre líneas y Habitación». Chico, además, aclara en una nota final que la mayoría de los poemas (sobre todo los de la primera parte) nacen de otras lecturas y de un proceso creativo donde la lectura y la escritura se funden sobre el escritorio. La soledad que imponen la lectura y la escritura recorre el poemario («Vuelves solo a este lugar. / Cierras la puerta / y miras a tu alrededor. / Los libros se agolpan / sobre los estantes.») así como los versos que, con una sencillez admirable, resumen el extraño tedio occidental («El avión te conduce hacia otra ciudad»). Este es el primer libro que leo de Álex Chico y me ha dejado con ganas de más. Un autor joven y maduro que nos presenta una obra trabajada con una voz poética firme. Hay que leerlo.
Fuego cruzado
Xaime Martínez
Ediciones Hiperión, 2014
74 páginas
10 euros
Con Fuego cruzado el joven Xaime Martínez (Oviedo, 1993) ganó el XVII Premio de Poesía Joven «Antonio Carvajal». El premio ha servido para descubrir a muchos autores y autoras de gran calidad y Xaime Martínez se suma a esa nómina. Fuego cruzado contiene poemas muy distintos (por lo general breves) en los que se aprecian las búsquedas del poeta, que experimenta con varios tonos: «Asedian los corceles de la aurora / las sombras de tu piso»; «Hablabas el idioma del verano / en mitad de aquel páramo de hielo.» ; «El Joker sí comprende que él y Batman / son las dos caras de la misma / moneda […]». Me han gustado especialmente las variaciones que realiza el poeta sobre poemas ajenos y, sobre todo, me ha entusiasmado descubrir un autor con mucha imaginación y potencia poética, que se atreve a jugar y a mezclar conceptos sin renunciar al rigor rítmico del verso.