@Noudiari / Un alumno de Secundaria de Ibiza de 12 años de edad relata en primera persona y en colaboración con su hermana, de ocho, su día a día confinado en casa junto a sus padres. Su idea es hacer un ‘cuaderno de bitácora’ mientras dure el “encierro”. Desvelarán sus identidades una vez concluya el Estado de Alerta decretado por el Gobierno y un día antes de que puedan volver a clase, tal y como ambos han acordado.
Día 22 en la penitenciaría.
No sé en vuestras casas pero en la mía tenemos la extraña costumbre de hacer un montón de tareas contradictorias.
Lo primero que se supone que tenemos que hacer al levantarnos es la cama. Mis padres no entienden que si la dejamos como está, por la noche ya la tienes perfectamente preparada para tumbarte sin tener que deshacerla.
Nos lavamos los dientes justo antes de desayunar. No lo entiendo.
Nos pasamos medio día poniendo la mesa, lavando, secando y guardando los platos que al cabo de un rato volvemos a sacar.
La verdad es que antes de la cuarentena escaquearse de todos estos trabajos era relativamente fácil.
Pero ahora, como estamos todos aquí encerrados, lo de «no me da tiempo porque tengo que ir a inglés o a balonmano» ya no cuela.
Tengo dos opciones: o les convenzo para usar los platos de plástico como cuando estamos de acampada o me busco excusas nuevas.
Esto no creo que sea un gran problema, la verdad, porque tiempo para pensar me sobra.
Mi hermana y yo seguiremos contando mañana cómo va esto del encierro.
Por qué la palabra confinamiento suena tan dulce y luego no lo es?
Mucho ánimo¡¡