Se habla mucho de la alimentación responsable, de dietas, comida sana, de hábitos de vida saludables etc…
¿Pero qué entendemos por una alimentación responsable?
Según la unidad de Endocrinologúa y Nutriciób de la Policlínica Nuestra Señora del Rosario, podemos definir la alimentación responsable como aquella que resulta sana, satisfactoria, exenta de riesgos para la salud e idónea para la prevención de las enfermedades.
Cuando comemos, no estamos sólo saciando el apetito o disfrutando, estamos dotando a nuestro organismo de lo necesario para sobrevivir. Si elegimos bien los alimentos, nuestro cuerpo tendrá menos posibilidades de sufrir enfermedades.
Para garantizar una alimentación sana, equilibrada y responsable, es necesario conocer el tipo de alimentos que nuestro cuerpo necesita, y en qué proporción.
Una alimentación responsable, acompañada de un estilo de vida saludable, en el que se incluye hacer ejercicio y no fumar, son la base para prevenir muchísimas enfermedades.
Aunque nuestra esperanza de vida ha aumentado mucho en los últimos tiempos, también es cierto que cada vez más aumentan las enfermedades crónicas, que en muchas ocasiones son fruto de llevar un estilo de vida no saludable.
Está demostrado que el consumo excesivo de grasas de origen animal, el consumo de alimentos precocinados en detrimento de los frescos, el hábito de comer fuera del hogar, … hacen que nos alejemos de lo que sería llevar una dieta saludable.
Si a esto se le añade la vida sedentaria o el tabaco, tenemos los ingredientes para aumentar las posibilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares, obesidad, alteraciones del sistema inmunitario, caries dental, osteoporosis, diabetes…
¿Cómo y qué debemos comer?
Muchos estudios han demostrado que la dieta mediterránea, en la que se incluye: consumo de frutas y verduras frescas, hidratos de carbono complejos, frutos secos, legumbres, pescados, carnes blancas, aceite de oliva, así como un consumo bajo de grasas de origen animal y bollería industrial se asocian a una disminución de la patología cardiovascular.
Por ejemplo, los hidratos de carbono complejos se caracterizan porque no son digeridos en su totalidad por el organismo, sino que además cumplen una función depuradora de arrastrar las sustancias que son nocivas para el organismo; además ayudan a prevenir el colesterol, la glucemia y la tensión arterial.
Estos hidratos se encuentran en cereales, hortalizas, legumbres, harinas integrales, verduras..
Algunos consejos prácticos que nuestros especialistas recomiendan :
– Distribuir las comidas entre un mínimo de 4 y 5 ingestas diaria.
– Comer despacio y masticar bien.
– No abusar de la sal ni de la grasa.
– Mantener una adecuada hidratación mediante el consumo de abundante agua, caldo, infusiones…
– Practicar ejercicio diariamente.
Un adulto sano, debería mantener una dieta con los siguiente tipos de alimentos:
– Consumir diariamente los alimentos que aparecen en la base de la pirámide de la alimentación que son: cereales y derivados, patatas, hortalizas, verduras, frutas, leche, derivados lácteos y aceite de oliva.
– Consumir alternativamente, varias veces a la semana: legumbres, pescados, carnes magras, frutos secos y huevos.
– Consumir moderadamente alimentos como: carnes grasas, embutidos, pastelería, bollería, azúcares y bebidas azucaradas.
En la Unidad de Endocrinología y Nutrición de Policlínica orientamos, tratamos y educamos de forma personalizada a cada uno de nuestros pacientes, tanto para prevenir, como en el caso de que sufran ya alguna patología.
Nuestros especialistas identifican los errores nutricionales en cada paciente, y les recomiendan qué alimentos son aconsejables para conseguir una alimentación equilibrada y adecuada. De esta manera es posible hacer una prevención y/o recuperación de diversos procesos patológicos manteniendo y /o recuperando el peso ideal gracias a una reordenación de hábitos alimentarios saludables.
Los tratamientos serán diferentes dependiendo de cada caso y patología.