Hoy, 20 de mayo, diversas colectivos de artistas y promotores musicales han declarado “Un día sin música”, en protesta por el abusivo IVA que graba la cultura y la música en directo. Recordemos que el gobierno del PP, que prometió y promete bajar los impuestos, tuvo la maravillosa idea de aplicar el 21% a la cultura, limitando el acceso a muchas personas y dificultando el trabajo de muchas otras.
Si de verdad desapareciera la música 24 horas, el mundo se volvería loco. No podemos concebir la humanidad sin música, como no la podemos concebir sin educación, sin memoria, sin cultura. Los libros, que aún aguantan con el IVA superreducido del 4% (el que exigen aplicar los promotores de la iniciativa), son los únicos “bienes” culturales que se salvan. ¿Pero qué pasa con los músicos? ¿Qué pasa con los promotores de cultura?
Que se apañen. Si total, los únicos afectados (como siempre) son los pequeños, los que no tienen a una gran multinacional y tienen que hacer malabares para difundir la cultura y no morir de hambre en el intento.
Ahora, más que nunca, es necesario promocionar la autogestión y la rebeldía ante el secuestro de la cultura, pues debería ser universal y accesible a todas las personas, sin ningún tipo de discriminación.
Y sin embargo, la cultura sufre la mayor y más injusta de las discriminaciones: la del poder adquisitivo. No nos engañemos, la autogestión cultural no resolvería ese problema (al menos directamente), pero apostar por licencias no restrictivas (‘copyleft’) ayuda a universalizar lo privatizado, a apoyar a los que se dejan la piel por la cultura y a garantizar la independencia y libertad de los artistas.
Llamar a la rebeldía, como mencionaba antes, no significa asaltar las oficinas de Sony o de EMI. Significa concienciarse con la cultura. Significa apoyar a los que apuestan por la cultura libre. Significa dejar de enriquecer a entidades como la SGAE y colaborar directamente con los creadores de cultura. Significa, en definitiva, construir entre todos y todas la cultura que queremos y que nos merecemos.
No podemos permitir que la cultura se globalice (más) y se mercantilice (más). No podemos permitir que la pesadilla de “Un día sin música” se convierta en realidad. Desde abajo, apoyando la autogestión, el cooperativismo y al tejido asociativo, derribaremos el muro que quieren imponer las grandes multinacionales que viven de la explotación de los más débiles. Son tiempos de revolución, y si no se puede bailar, no hay revolución.
Fran Ramírez
Candidato de Guanyem al Ayuntamiento de Sant Josep.