@Noudiari/ La Fiesta del Primer Domingo de Mayo de Santa Eulària está ya un paso más cerca de conseguir la declaración de Fiesta de Interés Cultural (FIC). El Boletín Oficial de las Islas Baleares (BOIB), publica ya el informe favorable para este trámite y propone al departamento de Educación, Cultura y Patrimonio, que eleve una propuesta de acuerdo al Consell Executiu, órgano encargado de aprobar la declaración.
El Consell Executiu del Consell de Eivissa acordó en abril de 2015 por unanimidad, la incoación del expediente para la declaración de la celebración del Primer Domingo de Mayo en el pueblo de Santa Eulària como Fiesta de Interés Cultural (FIC), a iniciativa del Ayuntamiento de la Villa del Río que acordó promover la declaración de interés cultural de esas celebraciones en octubre de 2012, que apoyado por varios estudios históricos, consideró plenamente justificada y motivada la petición por su arrago popular.
El origen de la fiesta
La fiesta del Primer Domingo de Mayo se remonta, con absoluta certeza porque está documentada, almenos a la mitad del siglo XIX, momento en que es aludida como una cita anual cosolidada. Actualmente y desde hace años, como testimonia el archiduque Lluís Salvador, el Primer Domingo de Mayo es una gran diada que supera la celebración de la patrona del pueblo, Santa Eulàlia.
La leyenda viene a transmitir que la fiesta es un acto de agradecimiento a la divinidad por el hecho que el templo se hundiese sin causar ninguna víctima. En noviembre de 1543, la acometida turca estuvo a punto de causar una gran desgracia a la gente refugiada en la iglesia si la milícia procedente de Vila no hubiese llegado a tiempo.
La iglesia nueva de Santa Eulària, la que hoy podemos contemplar, fue inaugurada con una solemne misa cantada el 12 de febrero de 1568. El nuevo templo fue dotado de buena capacidad y de un bastión sobre el cual se podía asentar artilleria. En el siguiente primer domingo de mayo después de la inauguración, se debió hacer alrededor de la nueva iglesia la procesión de la Madre de Dios del Roser. La necesidad de hacer una fiesta importante que no fuese la invernal de santa Eulàlia, mezclada con el disfrute del nuevo templo y el recuerdo de la destrucción del anterior y el salvamento in extremis de la gente que se había refugiado, da ocasión a una fiesta de mucha concurréncia.