@Susana Prosper/ Serrat en una de sus canciones decía “niño, deja ya de joder con la pelota”. En aquella época a todos nos parecía una frase de lo más normal, pero hoy en día no lo es. Esa frase es políticamente incorrecta.
Adoro a los niños, me encantan. Me gusta observarlos jugar y escucharlos hablar. Ver cómo reaccionan ante el mundo. Todo es nuevo para ellos. Una conversación con un niño te enseña, a veces, mucho más que una conversación con un adulto. Por circunstancias de la vida sólo he tenido un hijo, pero me hubiera gustado tener más. Una casa con niños siempre me ha parecido un hogar.
Todos queremos lo mejor para nuestros hijos. Todos intentamos que nuestros hijos sean maravillosos. Todos deseamos verlos brillar, pero lo curioso es que todas esas ansias, muchas veces, producen el efecto contrario y la verdad es que cada vez veo más niños opacos. Cada vez hay más niños estresados por un sinfín de tareas extraescolares, más niños que no saben jugar y más niños que no ríen de corazón. Cada vez hay más niños que no parecen niños.
Una conversación con un niño te enseña, a veces, mucho más que una conversación con un adulto.
Es un tema delicado y extraño. Veo bebés de meses vestidos de adultos, con rígidos pantalones vaqueros y ropa realmente incómoda para estar tumbados todo el día. Niñas muy pequeñitas vestidas de mujer sexy, con tops y minifaldas que nada tienen que ver con la infancia. Lo raro es que a la vez que se les viste de mayores, se les amamanta como a bebés durante varios años. Veo padres que sonríen ante palabrotas e improperios que dicen sus hijos. Hijos que ordenan y mandan en casa como si fueran reyes medievales y padres que obedecen como siervos de la época. Veo niños que no son niños. Veo muchos pequeños seres soeces y hasta agresivos. A veces veo un futuro poco alentador, la verdad.
Curiosamente esos padres que provocan el que sus hijos no sean niños, son los que no les dejan realmente madurar. Los protegen ante todo y todos. Si un profesor regaña a su hijo, ellos van a recriminar al profesor. Si alguien corrige algo al niño, ellos van a defenderlo. Si un vecino se queja, si un señor por la calle les comenta… Los padres saltan a la defensiva. Por lo que ya nadie se atreve a decir nada. Ya ha quedado claro que sólo los padres educan. Ya no educa la tribu. Y es una pena.
Cuando era niña, era muy normal que alguien que pasara por la calle te corrigiera hasta el lenguaje “¡Niña! Eso no se dice”. Los conductores de autobús han educado a multitud de adolescentes durante los trayectos. La gente ponía orden y te regañaba si estabas haciendo algo mal. Eso se acabó. Hoy es políticamente incorrecto. Hoy puedes hasta meterte en un lío si intentas decirle algo a un niño.
Así que estamos ante niños estresados, educados por padres serviles que con tal de tener contento al pequeño patrón no ponen límites a nada. Es decir, niños que no son niños, que hacen y deshacen a su antojo sin ningún criterio, niños que no tienen tiempo de jugar, ni les interesa hacerlo, niños nada infantiles que por tanto no sabrán ser adultos.
No me parece justo que si esta vida es un parchís, no les enseñemos las normas del juego.
En la naturaleza no vale eso de ser semilla y directamente árbol. En la naturaleza se es semilla, se es brote, se es tallo y, si la cosa ha agarrado bien y hay unas buenas raíces de base, se llega a tener un tronco resistente con el que poder ser árbol.
Me gustan tanto los niños que los sigo corrigiendo, así se enfaden los padres. No me parece justo que si esta vida es un parchís, no les enseñemos las normas del juego. Así que quizás lo mejor sería empezar por actualizar la frase de Serrat y decir más a menudo “Niño, deja de molestar con la pelota”. Eso sí, siempre que les dejemos tiempo para jugar de verdad. Ahora hasta resulta raro ver a un niño con una pelota si no es que está apuntado a clases de fútbol.
Seamos adultos y dejemos a los niños ser niños. Niños de verdad. Niños semilla, brote, tallo y tronco. Lo pido por el bien de todos. Por el bien del mundo.
Susana, yo siento impotencia y frustración cuando soy testigo de cómo un niño/a «maneja» a su antojo a los adultos(sean sus padres o no). Cómo mediante un simple llanto consiguen que se les permita casi cualquier cosa. No suelo decir nada porque podría costarme una discusión. No comprendo cómo pueden no darse cuenta de que no les hacen ningún favor, sino todo lo contrario……Mención aparte el hecho de que se les habla como si fueran retrasados mentales. ¡Alucinante¡.
Dos matices:
1. – Magnífico artículo. Felicidades Susana.
2. – Mi conexión con los niños es extraordinaria; pese a
todo.
Como siempre estas magnífica, me da pena que los niños no sepan disfrutar de las cosas más simples .
Pues yo hago si se tercia eso de ser “políticamente incorrecto”, y procuro educar a un niñ@ si veo que hace algo mal, eso sí, siempre y cuando no vaya con un adulto. La última vez fue con una niña, que iba con una amiga, desenvolvió un snack, y tiró el envoltorio a la acera. Lo recogí y tras alcanzarla, la dije: “¡Niña, niña! Mira que se te ha caído esto”. Ella lo recogió y lo tiró a una papelera. Estoy de acuerdo contigo de que la educación de los niños es cosa de todos.
Muchas gracias, Jose, Puri y Alderaan. Primero por leer el artículo y segundo por comentarlo. Me alegra ver que los niños nos preocupan y nos gustan a casi todos. Y sí, quizás deberíamos empezar a hacer que lo políticamente correcto sea educar entre todos.