@D.V: Ayer, Pontevedra celebró el centenario de la muerte del loro más famoso del mundo. Como cada año, los vecinos han atestado las calles y han sacado en procesión la figura del Loro Ravachol, un auténtico tótem de la ciudad, que paseó una vez más por las calles gallegas entre los llantos y los lamentos de la ciudadanía antes de ser incinerado ritualmente.
Ante este ritual, es inevitable preguntarse: ¿quién demonios fue ese loro, que todavía hoy se le recuerda? Aquí lo intentaremos explicar, cumpliendo nuestro deber de engrosar la cultura popular ‘bizarre’ de nuestro lectores.
La mascota más malhablada
Dada la gran longevidad que tienen los loros -se calcula que pueden llegar a los 75 años- es difícil conocer a ciencia cierta el nacimiento exacto de Ravachol. Sabemos que en 1891, el profesor de música y director de la banda musical del regimiento de caballería, Martín Fayes, le regala al farmacéutico Perfecto Feijoo un loro que, según parece, pululaba por el cuartel.
Perfecto Feijoo no era un tipo cualquiera, sino que era una eminente personalidad en aquella tranquila ciudad de provincias que era la Pontevedra de finales del siglo XIX. Feijoo era republicano y en su farmacia se celebraba una animada tertulia con los pensadores y las plumas más progresistas de la ciudad.
Muy pronto, Rabachol destacó por su lenguaje grueso y su extrema procacidad. A sus expresiones extramadamente blasfemas y groseras aprendidas en el cuartel -que no reproduciremos aquí para no ofender a los lectores de Nou Diari que sean creyentes- se añadían las proclamas republicanas que aprendió en casa de su nuevo dueño.
De Ravachol se cuentan diversas leyendas, como que cuando algún religioso del vecino Santuario de la Peregrina pasaba por delante de la farmacia, el loro perdía los estribos y abria el tarro de las esencias del lenguaje más vulgar y soez. Por este motivo, fue bautizado con el nombre de Ravachol, un famoso terrorista anarquista francés de la época. Vamos, un equivalente a lo que ahora sería un Bin Laden.
Muerte y conversión en mito
El 26 de enero de 1913, Ravachol falleció, dejando a Pontevedra sumida en el desconsuelo, ya que le había tomado cariño al animal. Su dueño, don Perfecto Feijoo, recibe telegramas de pésame procedentes de toda la geografía española, y su grupo de amigos decide ofrecerle a Ravachol unas exequias como se merece.
Ravachol es embalsamado y su cadáver se expone en la farmacia, donde recibe el pésame de los vecinos, que hacen cola en la calle. Posteriormente, el Miércoles de Ceniza se realizan la exequias fúnebres en el que el cadáver del pájaro es escoltado por representantes de los gremios y sindicatos de la ciudad, con una comitiva encabezada por una docena de jinetes y acompañada por bandas de música, comparsas y carrozas carnavalescas.
Tras su muerte, el recuerdo de Ravachol persistió y, con la llegada de la Transición y la recuperación de las tradiciones más laicas y festivas, renació con gran fuerza el mito del loro anticlerical, procaz y republicano. Hoy, Ravachol es un símbolo de los pontevedreses que aseguran que es ‘El Loro más famoso del Mundo’.
Estupendo artículo David, he asistido numerosas veces al mencionado entierro y es divertidísimo, como el de la sardina pero con un punto grotesco acentuado por lo exótico de enterrar a un loro en la tierra del albariño y el mejillón.