@D.V: Y en estas llega el señor Bauzá y le dice al Consell Insular de Formentera que no puede ser, que hay que evitar duplicidades y que es necesario “adelgazar” la administración para mejorar su “eficiencia”.
Y claro, cuando esto te lo dice un tipo que ha decidido crear una Delegación del Gobierno balear en Formentera -como si Formentera fuera un protectorado o una colonia y necesitase un virrey, o como si Formentera fuera Guam o el Sidi Ifni, como si no existieran teléfonos ni internet- uno no puede evitar cierta perplejidad. Porque supongo que es muy respetable que Bauzá quiera crear su propia red clientelar en Formentera para ganar las elecciones pero, por favor, que al menos no de lecciones.
Porque es como si un tipo se presentara a la primera comunión de Bambi con una escopeta y empezara a disparar a mansalva y a destripar a cervatillos y a hacer correr la sangre, y luego dijera: “¡qué pena, pobres animalitos!”. Y es como si un tipo se colara dentro de la planta de asmáticos de un hospital, encendiera un cigarro, le soplara el humo encima de un paciente y le dijera: “¡a ver si nos cuidamos más, que estás hecho unos zorros!”.
Porque Bauzá hablando de duplicidades demuestra tener una cara durísima, de hormigón armado, un rostro de una consistencia, dureza y fortaleza que, a su lado, los cimientos de las presa Hoover son pura plastilina. Sobre el rostro del farmacéutico mallorquín se podrían construir ciudades enteras a prueba de seísmos y tsunamis, más fuertes y perdurables que las murallas de Jericó.
Porque, como diría el poeta:
¿Qué es duplicidad?, dices mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul.
¿Qué es duplicidad? ¿Y tú me lo preguntas, Bauzá?
Duplicidad… eres tú.