@Susana Prosper/ Hace unas semanas llegaron Los Passer. Comparto con ellos el calentador de agua de la cocina. Son una pareja encantadora de Passer Domesticus, más conocidos como gorrión común. Digo que comparto el calentador porque tienen su nido en la salida de humos que hay en la fachada y en cuanto llegan dejo de encenderlo. Vienen a pasar la temporada, que es justo cuando hacen la puesta, así que cada año veo nacer a sus bebés. Por eso apago el calentador, no me parece sano que respiren butano. Hasta la llegada del frío, cuando dan por concluida su estancia aquí, no vuelvo a fregar con agua caliente. En el fondo está bien organizado el asunto, peor sería que fuera al revés, que llegaran con los fríos.
Estaba entretenida con ellos cuando me he enterado de los atentados de Bruselas. Escuchando las noticias me he sentido ridícula. He empezado a cuadrar los tiempos y he caído en la cuenta de que mientras explotaban bombas, yo estaba pendiente de unos pajaritos. Mientras sufría gente, yo fregaba los cacharros con agua fría y escuchaba a Los Passer discutir, como cualquier matrimonio, yendo y viniendo con ramitas para el nido. Mientras estaba ocurriendo una tragedia, muy probablemente, yo estaba sonriendo intentando descifrar qué se estarían diciendo tan acaloradamente.
Estaba entretenida con ellos cuando me he enterado de los atentados de Bruselas. Escuchando las noticias me he sentido ridícula.
He tardado en reaccionar y en poner en orden sentimientos. He tardado en recomponerme. Hace años, alguien a quien adoro, me enseñó a distinguir los pensamientos y a decir, de vez en cuando: Pensamiento erróneo. No todo lo que pensamos es tan racional como el cerebro nos quiere hacer creer. El cerebro a veces juega y nos engaña. En este caso me estaba engañando. Me estaba haciendo sentir culpable por estar bien mientras estaba ocurriendo una desgracia. Una desgracia de la que ni siquiera estaba al tanto.
Vivimos una época complicada. Complicada no sólo por todo lo que acontece, sino por lo involucrados que nos sentimos con todo lo que ocurre. Esta inmediatez de información nos hace estar siempre al pie del cañón. Nos hace vivir, en tiempo real, cada problema, cada tragedia ¿Cómo no vamos a sentirnos mal? ¿Cómo no vamos a tener depresiones, angustia o estrés? No creo que estemos preparados para vivir tan intensamente todo lo que ocurre en todo momento.
Cada vez que entro en la cocina oigo a Los Passer trajinar en su nido. Intento no prestarles atención. Pasan cosas más importantes en el mundo.
Mientras escribo esto tengo un potaje al fuego. De vez en cuando voy a darle vueltas al puchero. Cada vez que entro en la cocina oigo a Los Passer trajinar en su nido. Intento no prestarles atención. Pasan cosas más importantes en el mundo. ¡Qué tontería estar pendiente de unos pajaritos! Al volver al salón veo que en la televisión hay una pausa publicitaria. En los anuncios sale gente riendo, gente feliz, gente en la playa. No cuadra con las noticias que emitían hace un momento. La alegría de esas imágenes me parece casi obscena. Vuelvo a repetirme eso de “pensamiento erróneo”. Esos anuncios estaban programados. Esta tragedia nos ha pillado a todos por sorpresa.
En este mundo de locos, en este sinsentido en el que vivimos, curiosamente, lo único que me reconforta es pensar en esa pareja de pájaros, que ajenos a todo lo humano, sigue preparándose para la llegada de sus polluelos. Pienso que lo poco que podemos hacer, la gente de a pie, ante la barbarie del terrorismo, es seguir con la vida. Seguir hacia adelante. Y tener claro, ante la impotencia y la rabia que nos provoca, que muchas veces el cerebro nos engaña y hay que frenarlo diciendo “Pensamiento erróneo”.
Susana, supongo que tu actitud hacia los passer es el de «Gracias». Agradecimiento por tener el privilegio de resultarles útil.
Tu pequeño sacrificio con el calentador te eleva moralmente.
Me gustaría poder vivir en el campo para disfrutar de este tipo de experiencias.
Saludos.
No sabría ya vivir en la ciudad. 🙂
Tiene que ser muy bonito poder disfrutar como tu de los pajaritos, eres un encanto.
No sé si soy un encanto, pero desde luego me siento afortunada por poder disfrutar de la vida en el campo.
Mi paseer es un petirrojo que cada año me viene a visitar. Ya to tengo aqui desde hace más de un mes No tiene pareja y siempre viene solo. A principio de primavera me abandona para regresar en invierno. Es c0m0 una bolita que hace mucho ruido, Se mueve entre las gallinas y los gorriones.Estos se mueven por el corral entrando y saliendo sin problemas y +este lo encuentro atrapado sin saber salir. Menos mal que tiene un amigo que lo rescata porque es el m´s tonto e todos los comensales gorriones, tórtolas
Ese petirrojo tiene una suerte tremenda contigo. Seguro que te quiere con locura 🙂
Al leer el título, me he imaginado que tal vez Passer era en alemán y relacionado con el libro de mensajes encriptados de aquel artículo anterior. Y en cambio, narra una historieta de vida en esencia que me ha resultado fascinante. 1000 gracias
1000 gracias a ti! Todavía no he resuelto el enigma del mensaje encriptado. Estoy en ello
Mi passer(petirrojo) ya me ha dejado seguramente ya habrá llegado allá por las tierras de Noruega, Islandia o vete a saber. En mi libro de aves figur como migrador parcial es bien conocido en Noruega. Seguaramente ya se habrá reunido con su compañera. Espero poder seguir disfrutando se su compañia en años venideros.Ya empiezo a oir a mis alcaravanes que estaban aletargados en el invierno, empiezan a despertar y pronto tendré a la familia entera:tórtolas, gorriones, pardillos, verderones, verdecillos, mirlos palomas torcaces y espero que me llegará el papamoscas de cada año. Arman un guirigay con el que me despierto cada día.
Veo que sabes de aves. Qué maravilla! Yo con el tiempo los voy conociendo también. Qué lujo poder convivir con todos ellos.
Cada vez añoro más a aquellos que pueden dedicarse a la vida contemplativa, lejos del mundanal ruido como hacia el poeta que marchaba montado en su Platero lejos de las multitudes de las gentes del pueblo con su bullicio y juergas y él junto con su jumento se revolcaban sobre las margaritas y las amapolas de los prados. Cuantas amarguras y sinsabores nos da la vida. Cuantas veces me hbré dicho:me quiero morir, me quiero morir, pero que sea en el campo.
Paz… sosiego trasmite la lectura de este texto, lejos de la crispación y violencia que lo inunda todo.
Muchas gracias,SP