@Noudiari / Las Pitiüses, en la antigüedad, eran también conocidas como las islas de la sal, debido a la gran cantidad de este mineral y de su calidad, que durante largos siglos fue la principal fuente de ingresos de Eivissa y Formentera. Los tiempos han cambiado y el entonces denominado ‘oro blanco’ ha perdido gran parte de su valor, aunque la producción en la Salinera de Eivissa sigue registrando números importantes.
Este año, debido a la escasez de precipitaciones, la campaña de extracción de sal, que comenzó el pasado 29 de agosto, superará las cifras del año anterior con cerca de 50.000 toneladas. Hasta este viernes, la cantidad extraída ya era de 9.000 toneladas y los trabajos continuarán, al menos, hasta la primera semana de noviembre.
«La previsión es bastante buena. En 2015 también se esperaba que lo fuera, pero las lluvias de finales de agosto fueron perjudiciales. Si el tiempo se mantiene como hasta ahora, estaremos hablando de una buena producción, teniendo en cuenta que tenemos acumulados todavía entre 26.000 y 30.000 toneladas de otras campañas», afirma Juan Ribas, apoderado de Salinera Española SA, la empresa que lleva desde 1878 explotando este producto en la isla.
El precio de la sal depende del uso al que se destina. El condimento extraído en Eivissa se dirige principalmente al sector de la alimentación y de la salazón de pescados, que se paga a 82 euros la tonelada. Debido a la crisis económica, el mercado nacional se ha resentido, aunque prácticamente no ha afectado a otros mercados tradicionales como son los países del norte de Europa, Dinamarca, Islandia o Islas Feroe.
Mientras se desarrolla la campaña de extracción, un total de nueve trabajadores, de los 14 que hay en plantilla en la Salinera, trabajarán para extraer la preciada sal, un condimento que, pese a los muchos siglos transcurridos, sigue conservando una altísima calidad, que la convierte en un bien muy codiciado por la industria mundial de la salazón.
Y es que la sal extraída del Parque Natural de ses Salines se trata de un producto excepcionalmente puro, que no necesita pasar por procesos industriales de refinamiento. Con sustancias naturales como pueden ser el magnesio, el potasio o el yodo, resulta perfecto para la salazón de bacalao, entre otros usos, ya que conserva en perfecto estado el ejemplar sometido a este proceso sin resecarlo y conservando tanto su sabor como sus nutrientes.
En la montaña de sal al lado de la carretera, no tienes suficiente?