@Soldat:
Nada más cruzar el umbral, unas enormes manchas de humedad, que se expanden por la cubierta de madera de la entrada, indican la falta de cuidados que padece el Museo de Etnografía de Can Ros. En el tejado, no se ha repuesto la capa asfáltica y no para de brotar mala hierba.
En este centro llegaron a trabajar hasta cuatro personas, sin contar la directora: una restauradora, una coordinadora, una persona en la oficina que también atendía las visitas guiadas y un encargado de mantenimiento y jardinería. Ahora sólo queda este último, que ha abandonado sus antiguas funciones para abrir el Museo y estar pendiente de las visitas, por estas fechas numerosos turistas del Imserso que suben hasta el Puig de Missa.
Sin controles rutinarios
La humedad y los hongos que surgen del techo amenazan con extenderse por otras dependencias y afectar al material, un riesgo que antes evitaba la restauradora con un control semanal sobre los vestidos payeses o la viga de la almazara. Hace un año que no se efectúan estos controles rutinarios.
La crisis también ha anulado toda la tarea de dinamización cultural que realizaba el Museo de Etnografía desde su fundación en 1994, impulsado por la Fundación Illes Balears, que adquiría el edificio de Can Ros, mientras que el Consell Insular se hacía cargo de la colección museística y de su gestión, aunque hoy en día el único empleado que queda está contratado por la Fundación. Así, ya no se realiza ninguno de los talleres de artesanía que llevaban a cabo agrupaciones como es Retorn o la Associació d’Amics del Museu, ésta última ya sin actividad alguna. Además, este último verano tampoco se llamó a ningún artesano de estas entidades o particulares para que hicieran demostraciones durante los horarios de apertura del Museo, como se venía haciendo desde sus inicios.
Can Sorà, cerrado
Grupos de artesanos lamentan que «se ha dejado abandonar completamente el Museo y todas sus funciones para recuperar nuestras tradiciones» y no entienden que «no se haga nada para evitarlo». «Pero si el tejado ya parece un campo de fútbol con tanta hierba».
Además, la crisis no sólo ha dejado de lado a Can Ros, sino que también se ha cobrado otra víctima: la casa payesa de Can Sorà en Cala d’Hort, que depende del Museo y que ya no está abierta al público.
Amb s’excusa de sa crisi ens ho acabaran tancant tot, especialment si té a veure amb educació, sanitat o cultura. Per suprimir-ho tot no fa falta que paguem concejals, que es més ase també ho sabria fer. Els hi pagam perquè trobin sa manera de tirar endavant!