@David Ventura: En los dos últimos años, Jose Antonio Santos ha visto en primera persona a una multitud de griegos sitiando el Parlamento, ha contemplado la realidad de un país gobernado por la troika, ha asistido cámara en mano a la eclosión del 15-M en España, ha tenido que esquivar porrazos que le han pasado muy cerca -de esos porrazos que te dejan la ‘marca España’ grabada en tu piel- y ha visto como una de estas voces de la desafección conseguía en Italia el 25% de los votos.
Estamos viviendo unos momentos históricos de crisis y cambio y muchas de estas agitadas escenas han sucedido ante los ojos de Jose Antonio Santos, periodista, bloguero -expone sus reflexiones en Kolhosp– y miembro de una generación que ha tenido que recuperar la vocación de superviviente. Trabajaba en una televisión local que echó el cierre y ahora se ha convertido en un auténtico trotamundos que sufre el suplicio de tener que pagar autónomos. Con él hemos hablado de sus viajes por los escenarios que nos ha dejado esta crisis y de qué conclusiones ha extraído de todas estas aventuras, si es que es posible extraer conclusión alguna.
-Has cubierto las protestas en Grecia, el movimiento 15-M en España, unas elecciones en Italia marcadas por la “antipolítica”. ¿Te has convertido en una cronista de la desafección?
-En los tres sitios he trabajado para televisión y el corsé de los informativos diarios solo permite píldoras desafectivas de 60 segundos. Muy descafeinadas. Lo que el espectador ve desde el salón de su casa no lo puedo llamar crónica. Pero si me encuentras en la barra de un bar y con tiempo para explicar batallitas, puedo llegar a ser cansino hablando de desafección.
-Primera parada, Grecia. ¿Qué aspecto tiene un país en pleno proceso de autodestrucción?
-La primera vez que estuve en Atenas para cubrir informativamente la crisis fue hace dos años. Entonces me recordó a la Barcelona del año 91. No puedo decir que tuviese un aspecto saludable. Hablando claro me pareció una ciudad sucia, en la que vivia gente aparentemente feliz que iba a trabajar por las mañanas y se quejaba de lo mal que estaba todo y lo odiosos que eran los alemanes. Luego he vuelto unas cuantas veces más y me ha parecido igual de sucia la ciudad, con la misma gente despotricando de la Merkel, de sus políticos, de los precios… Sin embargo no parecía que nadie tuviese ya un trabajo al que acudir cada mañana.
-Respecto a España, ¿cuales son las similitudes y las diferencias con Grecia?
-En Atenas, la última vez que estuve hace poco más de un año, había una manifestación cada tres calles – como quien dice – de jubilados, de taxistas, de funcionarios de esto o de lo otro, de estudiantes. Delante del parlamento el partido comunista – por ejemplo – montaba un escenario, cantaban la internacional en griego – que suena como leer la composición del Gelocatil – recogían los bártulos y otro partido ocupaba el espacio para hacer algo parecido. También tuvieron su 15M acampado en la plaza Syntagma durante unos meses. Creo que la unica diferencia entre Grecia y España es que en la carrera al desastre ellos nos llevan un cuerpo de ventaja.
-¿Viviste de cerca algunas de las concentraciones en la plaza Syntagma? ¿Está esa gente tan desesperada como parece?
-Me ocurrió algo curioso en Syntagma. La plaza está frente el Parlamento griego y a las 7 de la mañana de un día laboral ya había un grupo de unas 20 personas gritándole al edificio. En cuanto encendimos la cámara, dieron media vuelta y vinieron a rodearnos a mi compañera y a mi. Pensaban que éramos periodistas griegos y les apetecía desayunarnos con patadas y empujones. Pasamos miedo. No eran unos jóvenes antisistema. La media de edad de aquella gente eran los cuarenta y tantos. La mayoría son gente común con aspecto de vecinos respetables. Nos sacó de ahí un chico, el más perroflauta de todos ellos, cuando nos oyó gritar Barcelona-Barça-Messi.
-¿Cómo viviste el movimiento 15-M en Barcelona? Lo seguiste de cerca, ¿no es así?
-Un amigo me dijo de ir la segunda noche. Entonces eran una veintena de personas. Había un ambiente de ilusión. Invitaban a todo el quisiera a expresarse. Alguién vino corriendo a decir que la Guardia Urbana estaba deteniendo a unos manteros subsaharianos unos metros fuera de la plaza. Me gustó la indiferencia del grupo. Y lo que uno de los que estaban allí gritó: “Si los manteros tienen que decir algo, que vengan aquí y lo expliquen”. El 15-M nació queriendo sumar gente y descontento. Ése fue su logro.
-Viviste cuando los Mossos de Esquadra desalojaron por la fuerza la Plaça Catalunya. Se habló durante mucho tiempo de esa carga policial. ¿Cómo la viviste? ¿Se les escapó la situación de las manos?
-Con los años he visto que hay dos tipos de dispositivos de intervención de los antidisturbios: en el primero la persona que hay debajo del disfraz de gladiador te habla: le dice al periodista amablemente que se ponga aquí o ahí para trabajar. Ese día suele acabar bien para todos. Lo del desalojo de Plaza Catalunya pertenece a un segundo tipo de dispositivo. El antidisturbios no te habla, no te mira y si puede te aporrea. Ese día suele acabar sólo bien para los pocos que vuelven a casa desfogados.
-¿Te pasó alguna porra cerca?
-Si. No es agradable trabajar en medio de una carga policial. No pagan lo suficiente para jugarte la cara por estar ahí, y grabar un porrazo de cerca para que la gente lo vea en televisión no sirve para nada. No me equivoco si digo que no hay ni un solo Mosso d’Esquadra expedientado por aquella intervención. Sobre derechos humanos, España es un país tercermundista. Pero bueno, me voy del tema… Sólo espero que algún día cambien estas cosas.
-¿En algún momento pensaste que de todo eso saldría algo constructivo, o te pareció un caos bienintencionado?
-Las asambleas del 15-M me recordaban las reuniones de Alcohólicos Anónimos en las que cada uno explica su problema. La gente encontró un espacio para vomitar su rabia y frustración por un sistema que no funciona. Inmediatamiente, los políticos se pusieron en guardia y dedicaron todos sus esfuerzos para desactivar, asimilar y neutralizar ese movimiento. Sin embargo, de ese caldo de cultivo han surgido coses interesantes: ahora la gente se agrupa para aconseguir sus objetivos sin tener que pasar por el filtro de los partidos o los sindicatos, la Plataforma de Afectados por la Hipoteca es un buen ejemplo.
-Todos los que han estado en Italia dicen que es un país especial, diferente. ¿Qué tiene Italia que la hace única e irrepetible?
-Es un país habitado por unas gentes que hacen espectáculo de sus propias desgracias. En el fondo no son muy diferentes a nosotros, con la salvedad de que allí no les corroe la envidia. En España convivimos con la envidia. Aquí un Berlusconi no pasa de alcalde de Marbella y un Beppo Grillo de presentador de El Intermedio. La verdad es que Italia es un país surrealista.
-Tu que has estado por ahí, ¿nos podrías explicar quien es exactamente Beppe Grillo?
-Lo vi en persona pronunciando un discurso – o monólogo de Club de Comedia – en Milán cuando el partido de Berlusconi perdió la alcaldía en el 2011. La plaza del Duomo estaba a reventar y recibían sus palabras como groupies. El hombre ha ido poco a poco liderando propuestas muy inteligentes desde parametros del humor como montar los V-Day o Vaffanculo Day [Día del ‘Vete a tomar por culo’] para recoger las firmas necesarias para modificar la ley electoral italiana. Al final se ha metido de lleno en la política situándose en primera fila del ‘Movimiento 5 Estrellas’, una plataforma ciudadana que, si atendemos a sus propuestas y reivindicaciones, sería el equivalente al 15-M transalpino. Los medios de comunicación de este país – y con especial saña los más progues – ya acusan a Grillo de populista.
-¿Crees que esa desafección será trasladable a España? ¿Tendremos Beppe Grillos aquí? Mi idea es que no, que no tenemos ni la imaginación ni el sentido del humor de los italianos.
-Quizás lo más parecido a un Beppo Grillo hispano sea El Gran Wyoming. Pero no creo que éste tenga el más mínimo interés de dedicarse a la política; aunque también puede ser un buen orador político y con humor como demostró el mítin que dió en Alcalá de Henares el año pasado. Pero aquí no pasaremos nunca de ahí.
-En Italia -como en Grecia antes- los mercados tumbaron a un gobierno y pusieron a su hombre de paja, el tal Monti. ¿Cual ha sido la experiencia del ‘gobierno tecnocrático’? ¿Qué se comenta en la calle?
-A Monti lo respetaban en Italia como respetaban a Luis XVI en Francia. Y con la misma reverencia le acaban de cortar la cabeza hace unos días – metafóricamente en este caso. El ciudadano italiano había asumido que Monti era la solución menos mala hasta que le han tocado el bolsillo con los recortes. Hace dos años todo el mundo echaba pestes de Berlusconi y recibía a Monti como el arbitro colocado por Europa para seguir con el partido. Ahora muchos estaban dispuestos a votar a Berlusconi con tal de que les devuelva parte de los impuestos. This is Italy!
-Por cierto, has cubierto también beatificación de Juan Pablo II y quizás tengas que cubrir la elección del Papa que sustituya a Ratzinger. ¿Cómo es el espectáculo del Vaticano de cerca? ¿Sigue siendo el Mayor Espectáculo del Mundo?
–Acabo de saber que volveré a Roma para el Cónclave que elija al nuevo Papa. Tengo ganas porque sí: es el Mayor Espectáculo del Mundo y será todo un placer vivirlo de cerca. In situ. Piensa que la capacidad de organización en Ciudad del Vaticano para estos actos es brutal. Llevan dos milenios montando este macrofestival que es la elección del líder de una iglesia con millones de seguidores en el planeta; y siempre cuentan con un público entregado al cien por cien. Y eso ayuda.
-Por cierto, y ya que estás especializado en retratar los lugares que visitas, ¿qué opinión te merecen Eivissa y Formentera? ¿Qué fue lo que más te gusto/sorprendió?
-He estado un par de veces en las Pitiüses. Nuestro objetivo, en Eivissa, era encontrar las ‘maravillosas calitas de ensueño’ que uno imagina y, bueno, encontrábamos sitios muy bonitos pero llenos de turistas. Preguntamos cómo podíamos ir a sitios más recogidos y nos recomendaron que nos metieramos por caminos sin asfaltar y, a ser posible, que no estuvieran señalizados. Lanzamos la moneda al aire y nos salió bien: acabamos en Cala d’en Serra. Nos sorprendió ver un mazacote de cemento ruinoso al lado del acantilado pero luegos nos enteramos que era una auténtica ruina de Josep Lluís Sert, lo cual -a posteriori- nos parece fascinante.
Estuvimos también en Corona y comprobamos que se puede estar una semana entera en Eivissa y disfrutarla sin necesidad de ir a ninguna discoteca ni de escuchar continuamente música techno. Como suele suceder en las islas pequeñas, la sensación de desconectar de la realidad y del resto del mundo es muy acentuada. ¿Debo seguir hablando para convencerte de que me encantó?