@Pablo Sierra del Sol / La ordenanza que tiene previsto aprobar el equipo de gobierno de Sant Antoni para limitar el horario de las terrazas en el casco urbano de la localidad no agrada a los empresarios del West End, el barrio donde tendría más incidencia una medida que quiere acabar con el exceso de ruido nocturno en el centro del pueblo durante la temporada turística. La nueva norma supondrá que la zona exterior de bares y restaurantes pueda abrir hasta las once de la noche, con media hora extra para los fines de semana.
«Sabemos que el West tiene problemas que afrontar y el ruido es uno de ellos, pero no creo que se solucione nada quitando las terrazas a las once de la noche. A nosotros, como empresarios, nos va a perjudicar bastante porque hasta ahora en locales como el mío el 90 por ciento de la caja durante el verano se hace en las mesas que están en la calle», explica Pep Colomar, que fue presidente de la Asociación de Empresarios del West End hasta hace unos meses.
Colomar considera que el Ayuntamiento debería atacar «a los negocios que no cumplen con la normativa y generan un volumen inaceptable» por otra vía, ya que, según explica, «obligar a todos los bares que echen el cierre a las once implica que paguen justos por pecadores». «Hay negocios que ponen música en las mismas terrazas o que mantienen las puertas abiertas del local. Debería analizarse caso por caso en vez de tomar una medida general, que creo que nos perjudicará, sobre todo a los establecimientos más pequeños que dependen totalmente de las mesas exteriores», comenta el empresario.
Sin embargo, el ex representante de la Asociación de Empresarios del West (tras su dimisión, el cargo de portavoz quedó vacante y la agrupación empresarial no ha tenido prácticamente actividad) reconoce que aún tienen pendiente reunirse con el Consistorio. Espera que se les escuche para que puedan introducirse matices en la ordenanza. La norma permite «ampliar el horario en zonas turísticas», pero también contempla restringirlo para «evitar molestias a los vecinos» y conciliar los usos turísticos y residenciales.
Para Colomar, en los últimos años el «West End se ha degradado por culpa de la venta de droga y la delincuencia». Afirma que, bajo su criterio, falta «más presencia policial en la zona para disuadir comportamientos poco adecuados». Carmen Prats, vecina de un edificio situado entre las calles Sant Antoni y Santa Agnès, el centro neurálgico del barrio con más actividad nocturna de la localidad, va más atrás en el tiempo y fecha «la degradación del West en los últimos veinte años».
Cambio de actitud en el Ayuntamiento
«Poco a poco se ha ido yendo de madre, pero no siempre fue así. En los ochenta aún se podía convivir con los bares, que siempre estaban llenos de residentes. Desde hace años es muy difícil vivir en este barrio. Directamente, el volumen de la música nos impide dormir por las noches», explica Prats, que llegó al edificio en el que sigue habitando cuando era una niña, a principios de los setenta.
Esta sanantoniense no cree que tener las terrazas cerradas durante las horas de la madrugada acabe totalmente con el ruido «que ha echado a muchos vecinos de estas calles con el paso de los años». No obstante, considera que el mapa de ruidos que ha elaborado el equipo de gobierno actual responde a una sensibilidad diferente del actual Ayuntamiento hacia los males que arrastra la zona. «No sé si podrán solucionarlo, pero se están implicando mucho más que los gobiernos anteriores. Cuando les reclamábamos que hicieran sonometrías para multar a los locales que se pasaban de decibelios me llegaron a decir que podían hacerlas, pero que si no rebasaban el límite las teníamos que pagar nosotros», dice Prats.
«El problema está dentro de los bares. No respetan los niveles legales y se convierten en una tortura. Yo no estoy en contra del turismo, también como de él, pero no se puede permitir que nos impidan dormir en nuestras propias casas. Yo aguanto porque siento que, si me voy, me estarían echando de alguna manera de la casa en la que he pasado toda mi vida», explica Prats.
En la actualidad, con la oferta lúdico-festiva que existe no tiene sentido esa concentración masiva en cuatro calles de la ciudad, puede que en su tiempo y en el origen si que tuviera cierta lógica ( que no visión de futuro ), por lo que para los buenos empresarios con visión de negocio el consejo es que se adapten y actualicen y busquen nuevas zonas donde el nivel de molestia a la ciudadanía no sea tan brutal y así no cause el rechazo que se lleva observando desde hace algunos años ya.
Mis felicitaciones a este equipo de gobierno por fín tan valiente