@Noudiari / No hay día más grande en el calendario de Santa Eulària des Riu que el primer domingo de mayo. Un año más, las calles del pueblo se han vuelto a llenar de gente en una mañana dominical que invitaba más a la sandalia que al zapato cerrado. El sol ha acompañado a los residentes (y bastantes turistas, que aprovechan el inicio de la temporada para visitar la isla) que pasaban la jornada en las terrazas y los puestos que se han instalado en el Passeig de s’Alamera y en la calle Sant Vicent.
Anar a Maig sigue siendo casi una tradición para los ibicencos de otros municipios. A mediodía, el tráfico era intenso por la carretera que une Vila y Santa Eulària y, para aparcar el coche en la localidad, había que tener toda la suerte del mundo o huir monte arriba en busca del aparcamiento de la zona deportiva.
Al filo de la una de la tarde, por la vía principal, la calle Sant Jaume, han desfilado las bandas de música y el plato fuerte del domingo: los carros de barana. Cuando el runrún de los presentes ha anunciado su llegada, las miradas se han situado en las aceras (o en los balcones) de la calle que atraviesa el casco urbano de la Villa del Río y pasa por delante de un ayuntamiento que hoy ha engalanado su fachada.
Ojos y cámaras no han perdido detalle de las colles de ball pagès que, vestidas con los trajes de fiesta, bajaban del Puig de Missa donde previamente se había celebrado la misa del domingo más señalado de Santa Eulària, el que marca el punto central de las Festes de Maig.