Alguien dijo una vez, a través de este mundillo de las redes sociales, que no eres de san Antonio si no sabe quién es Sor Damiana. Y tiene más razón que un santo. La Superiora de la Orden Trinitaria en San Antonio, y directora hasta hace muy pocos días del colegio Santísima Trinidad, es uno de los personajes más emblemáticos del municipio, alguien que ha educado, ha cuidado y ha visto crecer a generaciones enteras de portmanyís en el último medio siglo.
Y tras años y años siendo un referente para la vida del municipio, la edad y el cansancio han hecho que Sor Damiana tenga que regresar a su Mallorca natal. Ahora le toca a ella ser la cuidada y la mimada. Un descanso que se ha merecido tras una vida entera de trabajo y dedicación casi exclusiva a la educación.
Muchos en este gran pequeño pueblo que es San Antonio la vamos a echar de menos. Pero yo especialmente. Y es que cada conversación con ella acababa girando sobre la figura de mi padre, al que yo sigo venerando y por el que ella profesaba un gran cariño y respeto, y a la labor fotográfica que hizo a lo largo de su vida.
Una actividad fotográfica que no sólo se limitaba a las bodas, bautizos y comuniones que tantas y tantas veces inmortalizó en sus años en activo y por las que era conocido a lo largo y ancho de la isla. Su creación iba mucho más allá y Sor Damiana y el colegio se convirtieron en prácticamente los únicos guardianes de esta labor artística.
Más de una vez, en alguna de aquellas ocasiones señaladas en las que el colegio abre las puertas a los padres, Sor Damiana dejaba por unos instantes su papel de anfitriona, me apartaba del grupo y me hacía una visita guiada por aquellas obras de mi padre que jamás había visto y que, gracias a ella, ahora conozco como la palma de mi mano.
Gracias a Sor Damiana he conocido que mi padre era un paisajista excepcional y que su visión de es Vedrà en blanco y negro es, a día de hoy, la mejor fotografía del islote que he visto en mi vida. Gracias a Sor Damiana he conocido el profundo amor que sentía mi padre por el mundo rural ibicenco y el finísimo detalle con el que lo retrataba. Gracias a Sor Damiana he visto a mi padre como un artista cuya gran y única galería está junto a la Plaza de España de San Antonio.
El pasado viernes fui a despedirme de Sor Damiana y a desearle un buen viaje y una larga y feliz vida. La encontré fatigada, muy fatigada, y algo abrumada por las muchas visitas y muestras de cariño que estaba recibiendo en los últimos días antes de su partida. Tras unos minutos de charla, y antes de dejar que siguiera disfrutando de su descanso, Sor Damiana me tomó de las manos y me dijo: “Amigo, no me digas adiós, dime hasta luego. Quizás la vida nos haga encontrarnos en otra parte. Sólo quiero pedirte una cosa, que no dejes que se pierda el legado de tu padre”. Y eso es lo que voy a hacer querida amiga, proteger lo que tu protegías y guardar la memoria de mi padre tan bien como tú lo has hecho en los últimos años.
Hasta muy pronto amiga.
Pues yo solo tengo malos recuerdos de ella…
Anhelo las cosas pasadas, soy así. Recuerdo a tu padre y a su obra principal, vuestra familia. De hecho creo que nos cruzamos hace poco por la calle soledad,de este pequeño gran pueblo y me acordé de vosotros.Un fuerte abrazo José María. A Sor Damiana Xamena, no la recuerdo. Era la que cantaba en la parroquia, con sentimiento ? Sea como fuere, haz caso de su mandato; cuida de la obra fotográfica de tu padre. El arte siempre ayuda a mejorar las cosas. Como decía Santa Teresa, se derraman más lágrimas por plegarias atendidas que por las no atendidas. Yo me he emocionado al leer tu escrito. No es un obituario, es una historia de amistad. un fuerte abrazo.