Raül Medrano / Escribo esto de madrugada, con el cerebro todavía golpeado tras ver en el Auditori (bendita sala, que alguien la traslade piedra a piedra a Eivissa) la última locura-genialidad-chorrada de Rob Zombie, de escueto nombre: ’31’. Este Leonardo da Vinci del siglo XXI, que igual te canta un tema con White Zombie que te pergeña una película tan inclasificable como ‘La casa de los 1.000 cadáveres’, ha hecho del festival de Sitges su jardín.
Como Roger Federer en Wimbledon o el Madrid en una final de Champions, Zombie se siente seguro y se sabe ganador en el bonito pueblo barcelonés. Tiene al público entregado, un director del festival que le adora y una crítica que lo ensalza a la categoría de mito del cine. Quizá, seguramente, no será para tanto, pero a algunos, entre los que me incluyo, nos encanta. Le queremos como es.
«No sé lo qué pasa por mi cabeza. Simplemente es como veo la vida. Me vienen cosas a la cabeza: No hay personajes buenos en la película, todos son malos. Quizás tengo severos problemas mentales». Así definió Zombie ’31’ antes de la proyección de su película ante los más de 1.000 espectadores que han querido ver el estreno de su nueva enajenación. Con él, su mujer, musa, compañera de travesuras y alter ego femenina perfecta, una Sheri Moon Zombie acomodada en su papel de “antiprincesa”. Radiante, a su manera, como casi siempre, acompañaba a Zombie cada segundo. Y después la hemos visto en pantalla enfrentándose a todos esos malos que imagina el director estadounidense.
’31’ ha gustado, sin estridencias, pero ha gustado. No lo tenía difícil. La práctica totalidad de los asistentes al pase son fans de Zombie. Gente que colará ‘Los renegados del diablo’ o ‘Lords of Salem’ en cualquier ránking de lo mejor del siglo. Aunque hay que decir que este 31 quizá no está a la altura de su anterior película, seguramente su obra maestra, la ya mencioanada ‘Lords of Salem’, posiblemente su único film de verdad grandioso. ’31’ baja un poco el listón, pero nos da igual. Sigue siendo Rob Zombie, así que seguiremos adorándole