@Noudiari / Andrés Vilariño. Este es el nombre propio de la trigesimasegunda edición de la Pujada a sa Cala disputada este domingo en Sant Joan. El piloto vasco ha dominado la competición de cabo a rabo y ha marcado el mejor tiempo jamás registrado en la carrera. Desde las mangas de entrenamiento ha sido el más rápido y ha volado, literalmente, sobre el asfalto de Sant Vicent a los mandos de su Norma M20fC. En el primer contacto con la carretera ya se ha hecho con el mejor tiempo (02:06.794). Y ha ido a más… y a más.
La segunda posición de la general ha sido para el ibicenco José Joaquín Fernández (02:12.119 y 02:13.251 en carrera) con un Silver Car EF10, mientras que la tercera ha ido a parar a manos del mallorquín Pedro Mayol (02:14.155 y 02:14.567), Talex M1.
La primera ronda de entreno ha sido algo accidentada y la grúa ha tenido que retirar dos vehículos de la pista. En ambas eventualidades los pilotos han salido indemnes y todo ha quedado en un mero susto, en una incidencia propia de este tipo de carreras.
No han sido los únicos abandonos, ni golpes registrados, pero sí los primeros. Sin embargo, la ambulancia no ha tenido que moverse de donde quedó aparcada, con lo que la gravedad de los mismos ha resultado nula para los pilotos. En esta manga, Vicente Bufí ha marcado el segundo mejor registro con su Silver Car S2 (02:18.706, +11.912 del primero), seguido de Pedro Mayol (02:19.531).
Entre tanto, tras la primera subida, seguía llegando gente a sa Cala, que a primera hora ya presentaba su estampa habitual: seguidores en casi todas las curvas y público subido a las paredes de piedra de las feixes para ver y sentir de cerca la velocidad, para escuchar en primera fila la explosión de los motores y el petardeo de los escapes de la variada flota de participantes. Para disfrutar, en definitiva, de un espectáculo que desgraciadamente no se prodiga en la Isla.
Desde barquetas y fórmulas a Seat 127 o Citröen AMI pasando por Ferrari y Porsche, además de los vistosos y nerviosos car-cross, se han dado cita en la prueba reina del automovilismo ibicenco, un clásico que lleva ya 32 ediciones a cuestas y que sigue despertando el interés de los aficionados locales, que cada año se cuentan por miles. Todos han puesto su granito de arena. Los pilotos han descargado la adrenalina y el público ha vibrado, un año más, con una Pujada de récord.
Alrededor de 5.000 personas han acudido, según las estimaciones, a la carrera de este 2017. La fidelidad del aficionado ibicenco hacia esta prueba y este deporte es incuestionable. Los pilotos no tienen circuito donde competir ni entrenar la isla, lamentablemente, pero cuentan con una marea de seguidores que hace que no se sientan solos, a pesar del abandono permanente de las instituciones.
Puesto que ni hay ni les hacen un circuito, lo menos que podría salir por parte de los responsables públicos es un compromiso en firme de apoyo para que sa Cala vuelva a ser, desde ya mismo, el próximo año a ser posible, carrera puntuable para el campeonato de España. Sería un detalle hacia el vilipendiado deporte del motor y su numerosa afición en Ibiza.