@Noudiari / Cincuenta y ocho días de sequía. Casi dos meses ha estado la Peña Deportiva sin conseguir una victoria en la Segunda División B hasta que este mediodía los hombres de Dani Mori han reconducido la estadística con un triunfo ante el Atlético Baleares, 2 a 0. Inapelable en las formas y en el fondo. Ante el medio millar de espectadores que se han reunido en este miércoles festivo en el Municipal de Santa Eulària, los peñistas han firmado el mejor partido de la temporada. Un chute de moral, rematado con dos goles llenos de oportunismo logrados por Górriz y Bernal, que permite ver, por primera vez en muchas semanas, la salvación en la línea del horizonte.
La pizarra de Mori sorprendió de inicio. Dos insustituibles, Guille Andrés y Marcos Pérez, al banquillo. Górriz, titular como delantero boya, y tres centrales en la alineación (Pomar, Navarro y Alberto) para construir un entramado táctico digno del fútbol alemán más clásico.
Necesidad
Dos marcadores y un líbero para segar el peligro de Gerard Oliva, el ‘9’ balearico, y dos carrileros de amplísimo recorrido, Gallardo y Polanco, que pasaban de extremo a lateral, y viceversa, en cuestión de segundos. Dejándole la iniciativa al Baleares, tan necesitado de victorias como la Peña, retando al equipo noble para que atacara al anfitrión modesto, los santaeulalienses le plantaron a Armando de la Morena, el míster visitante, dos líneas de cinco y cuatro futbolistas que el preparador madrileño no supo saltar. El trabajo de Selfa, Rueda y De Val en la medular anuló a Fullana y Borja, los mediocentros blanquiazules.
La sala de máquinas era ibicenca. Balón recuperado, balón que iba a la banda en un abrir y cerrar de ojos. Desde allí, los carrileros tenían dos opciones: o pase al hueco al eléctrico Jandrín o parábola en dirección a la cabeza de Górriz. Las dos hacían daño. «El vasco», como le llamó Mori en rueda de prensa un rato después, quería hacer gol de una manera u otra. En el 12′ recogió un pase de Jandrín y su remate lo pararon entre Carl Klaus, el meta alemán del Baleares, y el palo izquierdo de la portería. Minutos después, Villapalos, el central que precisamente marcó a Górriz durante el encuentro, estrelló un cabezazo contundente y goleador en el travesaño.
Dennis respiró tranquilo, la lata peñista seguía cerrada. El portero asturiano, que no atravesaba un gran mes desde la goleada de Badalona, estuvo hoy sereno y seguro. No tuvo que parar, pero no le falló la concentración cuando tuvo que atrapar el cuero en más de una situación comprometida, por alto o por raso. Desde la distancia vio pocos minutos después del larguerazo de Villapalos, en el 24′, a Górriz marcar uno de esos goles que enseñan en las academias de arietes. Con la caña preparada, el irundarra se quedó solo en el área palmesana para convertir una pelota que le llegó mordida por un rival en una volea imposible de detener.
Noqueado
El tanto dejó grogui al Baleares. Con el marcador a placer, la Peña se creció. Llegó al descanso sin apuros. Mandando, gustándose y sin meterse en jardines laberínticos cuando el partido dio síntomas de enloquecer. Mori fue cauto. Retiró a Rueda, que estaba en demasiadas guerras con varios futbolistas de un Baleares cada vez más ansioso y tensionado. También quitó a Górriz, que se había ganado un amarilla por protestar. Entraron Guille Andrés y Bernal y lo hicieron motivadísimos. Mientras Gerard Oliva caía en fuera de juego en un par de ocasiones claras de gol, Andrés tuvo la suya. Buen desmarque del socarrat de Xàtiva, mejor centro que le pone Bernal con la zurda y alucinante control de pecho del valenciano para plantarse solo ante el tanto de la sentencia.
La jugada se empañó con el chut de Andrés, que salió mordido y desviado. Fue más un aviso que una oportunidad perdida. Poco después, en el 84′, fue Bernal quien entró solo en el área de un Baleares que ya jugaba con solo tres defensas. También ingresó el centrocampista ibicenco por el costado izquierdo. Rápido y concentrado, recogió un pase medido y, rasita pero seca, la colocó lejos de los guantes de Carl Klaus.
El 2-0 trajo delirio y tranquilidad a una grada que empezó a corear el nombre de la Peña. Ni un remate al palo de Gerard Oliva puso nervioso al respetable. Los tres puntos estaban en el bolsillo y, hoy, esa sensación de irse a comer la paella del día festivo (aunque sea en miércoles en vez de domingo) con la pasión futbolera respirando optimismo volvió a verse la luz en Santa Eulària. Aún debe remar la Peña para huir del descenso, pero ese reto vuelve a parecer posible.