Volver a la Segunda B ha estado a punto de indigestársele al club formenterense, sin embargo. Con un once inédito, muy condicionado por las cuatro bajas que dejaban bajo mínimos una plantilla de solamente diciesiete futbolistas, el Formentera ha salido enchufado en los inicios de los dos tiempos del encuentro contra el Badalona.
La consiga de García Sanjuán (que seguía el encuentro desde la grada, cumpliendo el tercero de sus cuatro partidos de sanción) era dar primero para dar dos veces. En el primer tiempo, las jugadas no se convertían en ocasiones y, ese error en el proceso, espoleó al Badalona, que acabó achuchando la portería de Marcos Contreras, inseguro igual que su defensa en un par de acciones por alto.
Agus Ojeda, en cambio, se reivindicó como lateral de garantías rebañándole limpiamente a Marc, el ‘9’ catalán, una pelota de las botas delante de Marcos. En el segundo tiempo, el argumento quería parecerse a la historia que había ocurrido antes del descanso.
Fue un espejismo. La reanudación tenía preparados más giros que una película de Hitchcock. Juan Antonio tiró al cuerpo del veteranísimo Morales la oportunidad más clara del Formentera. Kilian estuvo a punto de adelantar al Badalona con un centro-chut que se estrelló en el larguero.
Manolo González agotó, con un doble cambio, las sustituciones del equipo catalán y, a los cinco minutos, en el 75, Aly se lesionó y dejó a los escapulados con diez futbolistas. Haciendo buena esa máxima balompédica, el Badalona rindió mejor con uno menos sobre el verde de Sant Francesc.
Un centro de Néstor lo convirtió Serramitja en el 0-1 tres minutos después. Y no había pasado ni un suspiro cuando Agus Ojeda estuvo menos afortunado que en la primera parte en una cesión de cabeza a Marcos. La pelota quedó muerta entre el defensa y el portero: Robert entró como una exhalación para llevarse el cuero, recortar al meta y tirarla fuera a portería vacía.
Esos errores se pagan caro porque la Segunda B no conoce el perdón. El Formentera tiró todo el equipo al ataque y, dos jugadas más tarde, Kiko remató inapelable un córner para empatar el duelo. No se conformaron los pitiusos. A río revuelto, ganancia de formenterenses, una cuadrilla de futbolistas que han decidido domesticar a la épica hasta convertirla en un animal de compañía.
El 2 a 1 flotaba en el ambiente ya cuando Liñán -que aunque es mediocentro, hoy jugó de central y se colocó de delantero en esos minutos de locura- apartó a los lanzadores habituales, como Nando Quesada, Álvaro Muñiz u Omar Álvarez y se pidió una falta peligrosísima a la derecha de la portería del Badalona.
Con los brazos en jarras, Liñán dibujó la trayectoria con la mirada y, dándole la fuerza justa a la bola con la diestra, la enchufó por la escuadra. El Formentera se ha aficionado a resolver los partidos de forma magistral y da la sensación de que, mientras los futbolistas sigan creyendo tanto en sus posibilidades, seguirán saliendo conejos de la chistera.
De momento, la magia de este momento de la Segunda B le permite dejar el descenso a la misma distancia que el playoff: cinco puntos.
Volver a la Segunda B ha estado a punto de indigestársele al club formenterense, sin embargo. Con un once inédito, muy condicionado por las cuatro bajas que dejaban bajo mínimos una plantilla de solamente diciesiete futbolistas, el Formentera ha salido enchufado en los inicios de los dos tiempos del encuentro contra el Badalona.
La consiga de García Sanjuán (que seguía el encuentro desde la grada, cumpliendo el tercero de sus cuatro partidos de sanción) era dar primero para dar dos veces. En el primer tiempo, las jugadas no se convertían en ocasiones y, ese error en el proceso, espoleó al Badalona, que acabó achuchando la portería de Marcos Contreras, inseguro igual que su defensa en un par de acciones por alto.
Agus Ojeda, en cambio, se reivindicó como lateral de garantías rebañándole limpiamente a Marc, el ‘9’ catalán, una pelota de las botas delante de Marcos. En el segundo tiempo, el argumento quería parecerse a la historia que había ocurrido antes del descanso.
Fue un espejismo. La reanudación tenía preparados más giros que una película de Hitchcock. Juan Antonio tiró al cuerpo del veteranísimo Morales la oportunidad más clara del Formentera. Kilian estuvo a punto de adelantar al Badalona con un centro-chut que se estrelló en el larguero.
Manolo González agotó, con un doble cambio, las sustituciones del equipo catalán y, a los cinco minutos, en el 75, Aly se lesionó y dejó a los escapulados con diez futbolistas. Haciendo buena esa máxima balompédica, el Badalona rindió mejor con uno menos sobre el verde de Sant Francesc.
Un centro de Néstor lo convirtió Serramitja en el 0-1 tres minutos después. Y no había pasado ni un suspiro cuando Agus Ojeda estuvo menos afortunado que en la primera parte en una cesión de cabeza a Marcos. La pelota quedó muerta entre el defensa y el portero: Robert entró como una exhalación para llevarse el cuero, recortar al meta y tirarla fuera a portería vacía.
Esos errores se pagan caro porque la Segunda B no conoce el perdón. El Formentera tiró todo el equipo al ataque y, dos jugadas más tarde, Kiko remató inapelable un córner para empatar el duelo. No se conformaron los pitiusos. A río revuelto, ganancia de formenterenses, una cuadrilla de futbolistas que han decidido domesticar a la épica hasta convertirla en un animal de compañía.
El 2 a 1 flotaba en el ambiente ya cuando Liñán -que aunque es mediocentro, hoy jugó de central y se colocó de delantero en esos minutos de locura- apartó a los lanzadores habituales, como Nando Quesada, Álvaro Muñiz u Omar Álvarez y se pidió una falta peligrosísima a la derecha de la portería del Badalona.
Con los brazos en jarras, Liñán dibujó la trayectoria con la mirada y, dándole la fuerza justa a la bola con la diestra, la enchufó por la escuadra. El Formentera se ha aficionado a resolver los partidos de forma magistral y da la sensación de que, mientras los futbolistas sigan creyendo tanto en sus posibilidades, seguirán saliendo conejos de la chistera.
De momento, la magia de este momento de la Segunda B le permite dejar el descenso a la misma distancia que el playoff: cinco puntos.
Volver a la Segunda B ha estado a punto de indigestársele al club formenterense, sin embargo. Con un once inédito, muy condicionado por las cuatro bajas que dejaban bajo mínimos una plantilla de solamente diciesiete futbolistas, el Formentera ha salido enchufado en los inicios de los dos tiempos del encuentro contra el Badalona.
La consiga de García Sanjuán (que seguía el encuentro desde la grada, cumpliendo el tercero de sus cuatro partidos de sanción) era dar primero para dar dos veces. En el primer tiempo, las jugadas no se convertían en ocasiones y, ese error en el proceso, espoleó al Badalona, que acabó achuchando la portería de Marcos Contreras, inseguro igual que su defensa en un par de acciones por alto.
Agus Ojeda, en cambio, se reivindicó como lateral de garantías rebañándole limpiamente a Marc, el ‘9’ catalán, una pelota de las botas delante de Marcos. En el segundo tiempo, el argumento quería parecerse a la historia que había ocurrido antes del descanso.
Fue un espejismo. La reanudación tenía preparados más giros que una película de Hitchcock. Juan Antonio tiró al cuerpo del veteranísimo Morales la oportunidad más clara del Formentera. Kilian estuvo a punto de adelantar al Badalona con un centro-chut que se estrelló en el larguero.
Manolo González agotó, con un doble cambio, las sustituciones del equipo catalán y, a los cinco minutos, en el 75, Aly se lesionó y dejó a los escapulados con diez futbolistas. Haciendo buena esa máxima balompédica, el Badalona rindió mejor con uno menos sobre el verde de Sant Francesc.
Un centro de Néstor lo convirtió Serramitja en el 0-1 tres minutos después. Y no había pasado ni un suspiro cuando Agus Ojeda estuvo menos afortunado que en la primera parte en una cesión de cabeza a Marcos. La pelota quedó muerta entre el defensa y el portero: Robert entró como una exhalación para llevarse el cuero, recortar al meta y tirarla fuera a portería vacía.
Esos errores se pagan caro porque la Segunda B no conoce el perdón. El Formentera tiró todo el equipo al ataque y, dos jugadas más tarde, Kiko remató inapelable un córner para empatar el duelo. No se conformaron los pitiusos. A río revuelto, ganancia de formenterenses, una cuadrilla de futbolistas que han decidido domesticar a la épica hasta convertirla en un animal de compañía.
El 2 a 1 flotaba en el ambiente ya cuando Liñán -que aunque es mediocentro, hoy jugó de central y se colocó de delantero en esos minutos de locura- apartó a los lanzadores habituales, como Nando Quesada, Álvaro Muñiz u Omar Álvarez y se pidió una falta peligrosísima a la derecha de la portería del Badalona.
Con los brazos en jarras, Liñán dibujó la trayectoria con la mirada y, dándole la fuerza justa a la bola con la diestra, la enchufó por la escuadra. El Formentera se ha aficionado a resolver los partidos de forma magistral y da la sensación de que, mientras los futbolistas sigan creyendo tanto en sus posibilidades, seguirán saliendo conejos de la chistera.
De momento, la magia de este momento de la Segunda B le permite dejar el descenso a la misma distancia que el playoff: cinco puntos.
Volver a la Segunda B ha estado a punto de indigestársele al club formenterense, sin embargo. Con un once inédito, muy condicionado por las cuatro bajas que dejaban bajo mínimos una plantilla de solamente diciesiete futbolistas, el Formentera ha salido enchufado en los inicios de los dos tiempos del encuentro contra el Badalona.
La consiga de García Sanjuán (que seguía el encuentro desde la grada, cumpliendo el tercero de sus cuatro partidos de sanción) era dar primero para dar dos veces. En el primer tiempo, las jugadas no se convertían en ocasiones y, ese error en el proceso, espoleó al Badalona, que acabó achuchando la portería de Marcos Contreras, inseguro igual que su defensa en un par de acciones por alto.
Agus Ojeda, en cambio, se reivindicó como lateral de garantías rebañándole limpiamente a Marc, el ‘9’ catalán, una pelota de las botas delante de Marcos. En el segundo tiempo, el argumento quería parecerse a la historia que había ocurrido antes del descanso.
Fue un espejismo. La reanudación tenía preparados más giros que una película de Hitchcock. Juan Antonio tiró al cuerpo del veteranísimo Morales la oportunidad más clara del Formentera. Kilian estuvo a punto de adelantar al Badalona con un centro-chut que se estrelló en el larguero.
Manolo González agotó, con un doble cambio, las sustituciones del equipo catalán y, a los cinco minutos, en el 75, Aly se lesionó y dejó a los escapulados con diez futbolistas. Haciendo buena esa máxima balompédica, el Badalona rindió mejor con uno menos sobre el verde de Sant Francesc.
Un centro de Néstor lo convirtió Serramitja en el 0-1 tres minutos después. Y no había pasado ni un suspiro cuando Agus Ojeda estuvo menos afortunado que en la primera parte en una cesión de cabeza a Marcos. La pelota quedó muerta entre el defensa y el portero: Robert entró como una exhalación para llevarse el cuero, recortar al meta y tirarla fuera a portería vacía.
Esos errores se pagan caro porque la Segunda B no conoce el perdón. El Formentera tiró todo el equipo al ataque y, dos jugadas más tarde, Kiko remató inapelable un córner para empatar el duelo. No se conformaron los pitiusos. A río revuelto, ganancia de formenterenses, una cuadrilla de futbolistas que han decidido domesticar a la épica hasta convertirla en un animal de compañía.
El 2 a 1 flotaba en el ambiente ya cuando Liñán -que aunque es mediocentro, hoy jugó de central y se colocó de delantero en esos minutos de locura- apartó a los lanzadores habituales, como Nando Quesada, Álvaro Muñiz u Omar Álvarez y se pidió una falta peligrosísima a la derecha de la portería del Badalona.
Con los brazos en jarras, Liñán dibujó la trayectoria con la mirada y, dándole la fuerza justa a la bola con la diestra, la enchufó por la escuadra. El Formentera se ha aficionado a resolver los partidos de forma magistral y da la sensación de que, mientras los futbolistas sigan creyendo tanto en sus posibilidades, seguirán saliendo conejos de la chistera.
De momento, la magia de este momento de la Segunda B le permite dejar el descenso a la misma distancia que el playoff: cinco puntos.
Volver a la Segunda B ha estado a punto de indigestársele al club formenterense, sin embargo. Con un once inédito, muy condicionado por las cuatro bajas que dejaban bajo mínimos una plantilla de solamente diciesiete futbolistas, el Formentera ha salido enchufado en los inicios de los dos tiempos del encuentro contra el Badalona.
La consiga de García Sanjuán (que seguía el encuentro desde la grada, cumpliendo el tercero de sus cuatro partidos de sanción) era dar primero para dar dos veces. En el primer tiempo, las jugadas no se convertían en ocasiones y, ese error en el proceso, espoleó al Badalona, que acabó achuchando la portería de Marcos Contreras, inseguro igual que su defensa en un par de acciones por alto.
Agus Ojeda, en cambio, se reivindicó como lateral de garantías rebañándole limpiamente a Marc, el ‘9’ catalán, una pelota de las botas delante de Marcos. En el segundo tiempo, el argumento quería parecerse a la historia que había ocurrido antes del descanso.
Fue un espejismo. La reanudación tenía preparados más giros que una película de Hitchcock. Juan Antonio tiró al cuerpo del veteranísimo Morales la oportunidad más clara del Formentera. Kilian estuvo a punto de adelantar al Badalona con un centro-chut que se estrelló en el larguero.
Manolo González agotó, con un doble cambio, las sustituciones del equipo catalán y, a los cinco minutos, en el 75, Aly se lesionó y dejó a los escapulados con diez futbolistas. Haciendo buena esa máxima balompédica, el Badalona rindió mejor con uno menos sobre el verde de Sant Francesc.
Un centro de Néstor lo convirtió Serramitja en el 0-1 tres minutos después. Y no había pasado ni un suspiro cuando Agus Ojeda estuvo menos afortunado que en la primera parte en una cesión de cabeza a Marcos. La pelota quedó muerta entre el defensa y el portero: Robert entró como una exhalación para llevarse el cuero, recortar al meta y tirarla fuera a portería vacía.
Esos errores se pagan caro porque la Segunda B no conoce el perdón. El Formentera tiró todo el equipo al ataque y, dos jugadas más tarde, Kiko remató inapelable un córner para empatar el duelo. No se conformaron los pitiusos. A río revuelto, ganancia de formenterenses, una cuadrilla de futbolistas que han decidido domesticar a la épica hasta convertirla en un animal de compañía.
El 2 a 1 flotaba en el ambiente ya cuando Liñán -que aunque es mediocentro, hoy jugó de central y se colocó de delantero en esos minutos de locura- apartó a los lanzadores habituales, como Nando Quesada, Álvaro Muñiz u Omar Álvarez y se pidió una falta peligrosísima a la derecha de la portería del Badalona.
Con los brazos en jarras, Liñán dibujó la trayectoria con la mirada y, dándole la fuerza justa a la bola con la diestra, la enchufó por la escuadra. El Formentera se ha aficionado a resolver los partidos de forma magistral y da la sensación de que, mientras los futbolistas sigan creyendo tanto en sus posibilidades, seguirán saliendo conejos de la chistera.
De momento, la magia de este momento de la Segunda B le permite dejar el descenso a la misma distancia que el playoff: cinco puntos.
Volver a la Segunda B ha estado a punto de indigestársele al club formenterense, sin embargo. Con un once inédito, muy condicionado por las cuatro bajas que dejaban bajo mínimos una plantilla de solamente diciesiete futbolistas, el Formentera ha salido enchufado en los inicios de los dos tiempos del encuentro contra el Badalona.
La consiga de García Sanjuán (que seguía el encuentro desde la grada, cumpliendo el tercero de sus cuatro partidos de sanción) era dar primero para dar dos veces. En el primer tiempo, las jugadas no se convertían en ocasiones y, ese error en el proceso, espoleó al Badalona, que acabó achuchando la portería de Marcos Contreras, inseguro igual que su defensa en un par de acciones por alto.
Agus Ojeda, en cambio, se reivindicó como lateral de garantías rebañándole limpiamente a Marc, el ‘9’ catalán, una pelota de las botas delante de Marcos. En el segundo tiempo, el argumento quería parecerse a la historia que había ocurrido antes del descanso.
Fue un espejismo. La reanudación tenía preparados más giros que una película de Hitchcock. Juan Antonio tiró al cuerpo del veteranísimo Morales la oportunidad más clara del Formentera. Kilian estuvo a punto de adelantar al Badalona con un centro-chut que se estrelló en el larguero.
Manolo González agotó, con un doble cambio, las sustituciones del equipo catalán y, a los cinco minutos, en el 75, Aly se lesionó y dejó a los escapulados con diez futbolistas. Haciendo buena esa máxima balompédica, el Badalona rindió mejor con uno menos sobre el verde de Sant Francesc.
Un centro de Néstor lo convirtió Serramitja en el 0-1 tres minutos después. Y no había pasado ni un suspiro cuando Agus Ojeda estuvo menos afortunado que en la primera parte en una cesión de cabeza a Marcos. La pelota quedó muerta entre el defensa y el portero: Robert entró como una exhalación para llevarse el cuero, recortar al meta y tirarla fuera a portería vacía.
Esos errores se pagan caro porque la Segunda B no conoce el perdón. El Formentera tiró todo el equipo al ataque y, dos jugadas más tarde, Kiko remató inapelable un córner para empatar el duelo. No se conformaron los pitiusos. A río revuelto, ganancia de formenterenses, una cuadrilla de futbolistas que han decidido domesticar a la épica hasta convertirla en un animal de compañía.
El 2 a 1 flotaba en el ambiente ya cuando Liñán -que aunque es mediocentro, hoy jugó de central y se colocó de delantero en esos minutos de locura- apartó a los lanzadores habituales, como Nando Quesada, Álvaro Muñiz u Omar Álvarez y se pidió una falta peligrosísima a la derecha de la portería del Badalona.
Con los brazos en jarras, Liñán dibujó la trayectoria con la mirada y, dándole la fuerza justa a la bola con la diestra, la enchufó por la escuadra. El Formentera se ha aficionado a resolver los partidos de forma magistral y da la sensación de que, mientras los futbolistas sigan creyendo tanto en sus posibilidades, seguirán saliendo conejos de la chistera.
De momento, la magia de este momento de la Segunda B le permite dejar el descenso a la misma distancia que el playoff: cinco puntos.
Volver a la Segunda B ha estado a punto de indigestársele al club formenterense, sin embargo. Con un once inédito, muy condicionado por las cuatro bajas que dejaban bajo mínimos una plantilla de solamente diciesiete futbolistas, el Formentera ha salido enchufado en los inicios de los dos tiempos del encuentro contra el Badalona.
La consiga de García Sanjuán (que seguía el encuentro desde la grada, cumpliendo el tercero de sus cuatro partidos de sanción) era dar primero para dar dos veces. En el primer tiempo, las jugadas no se convertían en ocasiones y, ese error en el proceso, espoleó al Badalona, que acabó achuchando la portería de Marcos Contreras, inseguro igual que su defensa en un par de acciones por alto.
Agus Ojeda, en cambio, se reivindicó como lateral de garantías rebañándole limpiamente a Marc, el ‘9’ catalán, una pelota de las botas delante de Marcos. En el segundo tiempo, el argumento quería parecerse a la historia que había ocurrido antes del descanso.
Fue un espejismo. La reanudación tenía preparados más giros que una película de Hitchcock. Juan Antonio tiró al cuerpo del veteranísimo Morales la oportunidad más clara del Formentera. Kilian estuvo a punto de adelantar al Badalona con un centro-chut que se estrelló en el larguero.
Manolo González agotó, con un doble cambio, las sustituciones del equipo catalán y, a los cinco minutos, en el 75, Aly se lesionó y dejó a los escapulados con diez futbolistas. Haciendo buena esa máxima balompédica, el Badalona rindió mejor con uno menos sobre el verde de Sant Francesc.
Un centro de Néstor lo convirtió Serramitja en el 0-1 tres minutos después. Y no había pasado ni un suspiro cuando Agus Ojeda estuvo menos afortunado que en la primera parte en una cesión de cabeza a Marcos. La pelota quedó muerta entre el defensa y el portero: Robert entró como una exhalación para llevarse el cuero, recortar al meta y tirarla fuera a portería vacía.
Esos errores se pagan caro porque la Segunda B no conoce el perdón. El Formentera tiró todo el equipo al ataque y, dos jugadas más tarde, Kiko remató inapelable un córner para empatar el duelo. No se conformaron los pitiusos. A río revuelto, ganancia de formenterenses, una cuadrilla de futbolistas que han decidido domesticar a la épica hasta convertirla en un animal de compañía.
El 2 a 1 flotaba en el ambiente ya cuando Liñán -que aunque es mediocentro, hoy jugó de central y se colocó de delantero en esos minutos de locura- apartó a los lanzadores habituales, como Nando Quesada, Álvaro Muñiz u Omar Álvarez y se pidió una falta peligrosísima a la derecha de la portería del Badalona.
Con los brazos en jarras, Liñán dibujó la trayectoria con la mirada y, dándole la fuerza justa a la bola con la diestra, la enchufó por la escuadra. El Formentera se ha aficionado a resolver los partidos de forma magistral y da la sensación de que, mientras los futbolistas sigan creyendo tanto en sus posibilidades, seguirán saliendo conejos de la chistera.
De momento, la magia de este momento de la Segunda B le permite dejar el descenso a la misma distancia que el playoff: cinco puntos.
Volver a la Segunda B ha estado a punto de indigestársele al club formenterense, sin embargo. Con un once inédito, muy condicionado por las cuatro bajas que dejaban bajo mínimos una plantilla de solamente diciesiete futbolistas, el Formentera ha salido enchufado en los inicios de los dos tiempos del encuentro contra el Badalona.
La consiga de García Sanjuán (que seguía el encuentro desde la grada, cumpliendo el tercero de sus cuatro partidos de sanción) era dar primero para dar dos veces. En el primer tiempo, las jugadas no se convertían en ocasiones y, ese error en el proceso, espoleó al Badalona, que acabó achuchando la portería de Marcos Contreras, inseguro igual que su defensa en un par de acciones por alto.
Agus Ojeda, en cambio, se reivindicó como lateral de garantías rebañándole limpiamente a Marc, el ‘9’ catalán, una pelota de las botas delante de Marcos. En el segundo tiempo, el argumento quería parecerse a la historia que había ocurrido antes del descanso.
Fue un espejismo. La reanudación tenía preparados más giros que una película de Hitchcock. Juan Antonio tiró al cuerpo del veteranísimo Morales la oportunidad más clara del Formentera. Kilian estuvo a punto de adelantar al Badalona con un centro-chut que se estrelló en el larguero.
Manolo González agotó, con un doble cambio, las sustituciones del equipo catalán y, a los cinco minutos, en el 75, Aly se lesionó y dejó a los escapulados con diez futbolistas. Haciendo buena esa máxima balompédica, el Badalona rindió mejor con uno menos sobre el verde de Sant Francesc.
Un centro de Néstor lo convirtió Serramitja en el 0-1 tres minutos después. Y no había pasado ni un suspiro cuando Agus Ojeda estuvo menos afortunado que en la primera parte en una cesión de cabeza a Marcos. La pelota quedó muerta entre el defensa y el portero: Robert entró como una exhalación para llevarse el cuero, recortar al meta y tirarla fuera a portería vacía.
Esos errores se pagan caro porque la Segunda B no conoce el perdón. El Formentera tiró todo el equipo al ataque y, dos jugadas más tarde, Kiko remató inapelable un córner para empatar el duelo. No se conformaron los pitiusos. A río revuelto, ganancia de formenterenses, una cuadrilla de futbolistas que han decidido domesticar a la épica hasta convertirla en un animal de compañía.
El 2 a 1 flotaba en el ambiente ya cuando Liñán -que aunque es mediocentro, hoy jugó de central y se colocó de delantero en esos minutos de locura- apartó a los lanzadores habituales, como Nando Quesada, Álvaro Muñiz u Omar Álvarez y se pidió una falta peligrosísima a la derecha de la portería del Badalona.
Con los brazos en jarras, Liñán dibujó la trayectoria con la mirada y, dándole la fuerza justa a la bola con la diestra, la enchufó por la escuadra. El Formentera se ha aficionado a resolver los partidos de forma magistral y da la sensación de que, mientras los futbolistas sigan creyendo tanto en sus posibilidades, seguirán saliendo conejos de la chistera.
De momento, la magia de este momento de la Segunda B le permite dejar el descenso a la misma distancia que el playoff: cinco puntos.