@Noudairi / Antes del «partido a partido» del Cholo Simeone, el también colchonero Luis Aragonés dijo aquello de que un equipo de fútbol tiene que «ganar, ganar, ganar y volver a ganar» para sacar sus objetivos adelante. El Sabio de Hortaleza lo consiguió con la selección española, a lomos, además, de un fútbol sublime, cuando levantó el título de la Eurocopa en el Prater de Viena aquel verano de 2008.
A la Peña Deportiva no le queda otra que aplicar la frase de Aragonés, una de tantas célebres que dejó ese entrenador que nunca se olvidaba en casa la retranca con la que respondía a los periodistas en la sala de prensa mientras les miraba con sorna través de sus grandes gafas, que eran del tamaño de sus botas, y eso que a Luis le apodaban zapatones.
Este domingo, los peñistas fueron aragonesistas a muerte. Al equipo de Dani Mori no le importó más que la victoria. Ganarle al Olot suponía sumar cuatro puntos en vez de tres. Los que te da el reglamento y el simbólico de recortar a la mitad la diferencia en la tabla con un rival directo como los gironins. Por eso, la Peña comenzó mandando en el juego durante la primera hora. En busca de esa recompensa, supo aguantar cuando los plomos se fundieron en el centro del campo y el Olot se creció.
Fortuna peñista
Tuvo, además, la Peña la fortuna que le ha esquivado tantas veces. A un suspiro del descanso, Guzmán enganchó una volea fuera del área que se estrelló en el palo izquierdo de Imano. Primer susto. Poco después de la reanudación, la defensa peñista cometió un claro penalti que Toril solo pudo sufrir (le pisaron y le empujaron) y lamentar cuando Iván Muñoz Pérez, el árbitro, se hizo el sueco. Pero en el fútbol, donde las dan, las toman. Sobre todo, en las competiciones de la regularidad. Sin ir más lejos, la Peña perdió hace siete días en Elche por culpa de una decisión arbitral tan rigurosa que bordeó el fallo.
Ante el indulto del colegiado y gracias a los cambios que introdujo Mori (Marco Rosa y Guille Andrés por un Salinas que no acabó de mostrarse cómodo y que aún no ha podido mojar en su regreso a casa y un Polanco que vio a Ginard, el portero mallorquín del Olot, sacarle un chut a bocajarro ya en el segundo tiempo), la Peña abrió gas. Además, Marc Mas no pudo marcar además su séptimo gol de la temporada. Solo ante Imanol, convirtió un pase entre líneas perfecto en un obús que se fue altísimo.
Esa ocasión fallada apagó las luces del equipo volcánico. Los de la Garrotxa se vieron superados por una Peña que estaba convencida de que en su campo Raúl Garrido, ex lateral del último Ibiza que ha jugado en Segunda B, iba a sufrir su segunda derrota en los diez partidos que ha dirigido al Olot. A falta de siete para el final, Ginard volvió a hacer de ángel de la guardia sacándole dos disparos a quemarropa a Alberto Gorriz. El tallo irundarra podía elegir entre la frustración o el pragmatismo. Por el bien de su equipo, el bueno de Gorriz eligió la segunda opción. Y se llevó el premio gordo.
Gorriz centra, Meneses marca
En vez de chutar de nuevo, recogió la bola y colocó un centro al punto débil del rival: el centro del área chica, donde no había futbolistas con camiseta roja. Fue una bala blanca la que llegó desde detrás para rematar a gol con el corazón y algo más. Con ese coraje que tanto le gustaba a Aragonés que tuvieran sus jugadores y que él trataba de transmitirles aunque conllevara agarrar por el cuello de la camisa a la estrella del equipo. La bala peñista se llamaba Chechu Meneses. En vez de doblar a Marco Rosa, muy activo como extremo izquierdo, complementando muy bien a Bernal en los minutos que jugó, Meneses prefirió meterse en el área. A ver qué pasaba fuera de su hábitat. Y lo que pasó fue que remató en soledad, con tiempo para paladear ese instante de gloria que precedió al estallido de la grada.
Uno a cero y a tres puntos del playout. Así se quedó la Peña, más contenta que unas pascuas y con motivos para celebrar mañana el día grande de la localidad. La próxima semana jugarán los de Mori con la misma idea en la cabeza (ganar) en un campo con solera como la Nova Creu Alta. El Sabadell, que no le hizo un favor a los equipos pitiusos al perder 3-2 con el Peralada, habrá tomado nota de la ambición con la que terminó la Peña la final que disputó contra el Olot. El resultado no fue más abultado porque Guille Andrés no tuvo suerte en un par de internadas que buscaron darle a los suyos un poco de tranquilidad que no fue necesaria. Lo importante ya estaba en el saco y los puntos en el casillero. Quedan 39 en juego y faltan, al menos, 22 para certificar la permanencia. La licencia para soñar de la Peña está expedida hace rato.