@Vicent Torres / Los plenos de los diferentes ayuntamientos son prácticamente siempre soporíferos. Las excepciones son contadas, y llegan como agua de mayo para los periodistas, especialmente para los que cubren información local. Desde el momento en el que el Ayuntamiento de Sant Antoni sacó a exposición pública la nueva normativa de ruidos para la zona del West End se sabía que la sesión de esta mañana sería diferente. Y no ha decepcionado.
En un lado del ring se ha posicionado Pablo Valdés, que ha sacado pecho como Supermán durante el pleno enseñando la camiseta de «No +65 decibelios» que la Asociación de Vecinos de Sant Antoni lanzó para luchar contra noches de insomnio. Una iniciativa que murió después de darse muchos cabezazos contra la pared. En el otro lado, los propietarios y trabajadores de los negocios que llevan cuatro décadas funcionando gracias al turismo que busca diversión a raudales en unas calles donde el desenfreno y la algarabía son el pan de cada día cuando empieza el verano. Una defensa acérrima de inversiones millonarias y centenares de puestos de trabajo que estaban en peligro.
La transformación del concejal de Medio Ambiente ha sido progresiva. A medida que se encendía el ambiente, Valdés ha ido perdiendo la timidez. Sus manos temblorosas han devuelto el capuchón al micrófono, más necesario que nunca ante su voz timorata y una abarrotada sala de plenos del Consistorio. Se han perdido las formas desde el minuto uno. Los cargos públicos se han visto sobrepasados por la furia que ha desencadenado las explicaciones sobre la ZPAE, una norma que los empresarios entienden que les condena a la desaparición. La retirada de las terrazas a medianoche es una estocada de muerte para las calles afectadas.
“Cerdo”, “Payaso” y “Sinvergüenza” han sido algunas de las lindezas que ha soportado Valdés, al que el alcalde Pep Tur ha tratado de defender sin éxito exigiendo silencio a la sala. Nadie ha sido expulsado, pese a que más de uno lo ha merecido. “Sabemos que van a las ferias de turismo, pero no tenemos claro qué hacen allí”, ha preguntado el edil popular Marcos Serra, a lo que uno de los asistentes ha respondido: “Que le pregunten a los puticlubs de la zona”. Ni acusar de putero a Pablo Valdés ha servido para que nadie moviera un dedo. Ni para bien ni para mal.
Valdés ha defendido «el interés general» como gato panza arriba pese al ‘escrache’: “El derecho a una vida digna y al descanso”. La oposición ha apostado por un modelo económico que ha sido una de las mayores atracciones de Sant Antoni para los turistas, en especial los británicos, durante los últimos 40 años. Una concepción del pueblo portmanyí que ha sido criticada con dureza por múltiples sectores durante muchos años, aunque nadie se había atrevido hasta el momento a meter mano en el asunto. Temor a tocar la gallina de los huevos de oro.
El edil ha tratado de esparcir la responsabilidad a todo el equipo de gobierno, aunque toda la furia se ha desatado sobre el titular de la concejalía de Medio Ambiente, siempre en el ojo del huracán. El PP lo sabía y ha descargado sobre él su turno de réplica, unas palabras que han desatado los aplausos de gran parte de los asistentes.
Defensa, ataque y contraataque
Pablo Valdés ha preguntado a Pepe Sala, exalcalde de Sant Antoni, por qué había dejado la zona para comprarse una casa lejos del tumulto. También ha acusado al Partido Popular de “no poder cambiar la zona porque debe mucho al sector”, en alusión a los intereses del partido en este nicho de votantes y a que Juan Pantaleoni, exconcejal y expresidente del partido, es propietario de varios negocios en la zona.
La acusación ha enfurecido a Sala, que ha contestado a Valdés durante su turno de palabra. Esta interrupción ha molestado al concejal de Deportes, Antonio Lorenzo, que ha mandado callar al concejal del PP: “Usted ha sido alcalde y sabe perfectamente cómo funciona el pleno, así que cállese y espere su turno”. El único capote que ha recibido durante toda la sesión Pablo Valdés, muy solo en su esquina del cuadrilátero. Todos han jugado su papel en una partida que tenía las cartas boca arriba.
Una apuesta por un modelo de municipio que pone frente a frente los intereses de unos empresarios que llevan funcionando durante muchos años con unas reglas del juego ante los del resto de vecinos. Unas normas que ahora cambian y que aseguran que hieren de muerte a sus negocios. Pese a la aprobación de la norma, la herida sigue abierta y parece que tardará mucho en sanar.
¿Sin comentarios? ¿En serio?
A ver si la Kalevorroka y los anti sistemas están en un solo lado del tablero, señores!!
Que a estos lobbies del WestEnd los ha alimentado el PP DE TOTA SA VIDA A SANT ANTONI, que somos muy poquitos pero nos conocemos casi la mayoría ya!! Venga, saludos y a bajar el volumen y cerrar la terraza a su hora. Bon Estiu!