V. R. / La UD Ibiza ha dicho adiós a la Liga, al título de campeón de la Tercera División balear y al camino más corto hacia el objetivo del ascenso a Segunda División B. No ha podido con el líder, el Mallorca B (1-1), a pesar de jugar media hora en superioridad por la expulsión de un rival, en un estadio de Can Misses que hacía tiempo que no reunía a cerca de un millar de espectadores. Lo tenía todo el Ibiza para ofrecer una buena tarde de fútbol a su gente, para ganarse el respeto de la afición y de sus rivales, pero lo tiró todo por la borda en el tramo final de un partido en el que se fue diluyendo de forma irremisible.
Debutaba Rufete en el banquillo ibicenco con el teórico papel de revulsivo y de salida trató de desconcertar al adversario situando Álvaro Muñiz como falso delantero por delante de la línea de medios. El plan era distraer a los centrales en la atención sobre Terán y Cirio y la jugada le salió bien y permitió que su equipo se adelantara en el marcador cuando el Mallorca B todavía no se había asentado sobre el rectángulo de juego, minuto 5.
El habilidoso Terán se las apañó para abrirse paso ante la salida de los defensores, alojar el cuero en la red y poner a los suyos por delante cuando todavía había gente que no había tomado posición en la grada. El gol hacía presagiar lo mejor para el Ibiza, pero su juego fue apagándose a medida que el Mallorca B iba tomando la medida al campo hasta hacerse con el balón, el dominio y el peligro. No fue un partido de grandes ocasiones, pero las que hubo tras el tanto de los locales fueron casi siempre para los de visitantes.
El Ibiza es un equipo de talla, con calidad de sobre para tener el balón y jugar de tú a tú contra cualquier rival de la Tercera División balear, aunque por algún extraño motivo no se lo acaba de creer. El complejo de inferioridad ante el Mallorca B fue patente desde el gol. Marcó y quiso proteger la ventaja en vez de ir a por más, como si se tratara de un equipo menor, como si no se estuviera jugando una de las últimas balas que le quedan para dar en la diana de la Liga e ir a la fase de ascenso como primero y tener la posibilidad de subir de categoría jugando solo dos partidos, una única eliminatoria.
Le faltó valentía al Ibiza y el Mallorca lo detectó, se hizo con el cuero y jugó a sus anchas. De hecho, el mejor de los de casa acabó siendo un defensa, Verdú, que cortó un sinfín de centros al área que de no haber despejado habría supuesto claras ocasiones de remate del rivla. Da la impresión de que ningún técnico ha sabido hasta la fecha explotar todo el potencial que tiene la plantilla de la UD Ibiza y Rufete, en su primer partido como técnico, no ha sido una excepción.
Sin chispa en ataque
Se marchó el Ibiza al descanso con el marcador a favor, pero dejando la sensación de que no lo tenía atado ni de lejos. No varió su juego tras la reanudación y el balón siguió en poder de un Mallorca que cada vez se sentía más cómodo. El cuadro local renunció al cuero para jugar a la contra, fiando su suerte a la chispa de Cirio y la genialidad de Terán. Sin embargo, los hombres gol no aparecieron más que en cuentagotas y sin demasiada fortuna en su pelea con la defensa rival.
Mientras, el Mallorca B iba madurando el partido. Ganaba metros a cada ataque y empezaba a tomar riesgos en defensa, sumando a más hombres al ataque. A pesar de todo, le faltaba frescura y profundidad para sorprender a la zaga local, que tuvo a Verdú como el futbolista más activo de la última línea del Ibiza, que sin hacer demasiado parecía administrar con cierta tranquilidad la renta adquirida a las primeras de cambio.
Fue entonce cuando llegó la jugada que parecía que iba a dar alas a los de casa. Una contra con derribo de Álvaro en la frontal desembocó en la expulsión con roja directa del mallorquinista Antonio, último hombre. Quedaban 28 minutos por delante y la superioridad numérica podía ser clave. Sin embargo, fue en ese tramo final de encuentro cuando el Ibiza tiró la Liga. No se apreciaba sobre el campo que el Mallorca B jugara con un hombre menos, seguiía teniendo el balón y empujaba al bloque de Rufete contra su portería.
La ambición de los visitantes chocaba con la actitud de los de casa, a quienes les empezaron a pesar las piernas hasta que finalmente no pudieron contener al Mallorca B, que en una acción a balón parado mal blocada por el portero encontraron el empate. Gerardo fue listo para adelantarse a todos los rivales dentro del área y remachar el balón al fondo de las mallas cuando quedaban solo ocho minutos para el final del tiempo reglamentado.
El Ibiza se dispuso a hacer en estos últimos minutos todo lo que no había hecho en los anteriores y se lanzó al ataque, poniendo cerco sobre la portería del filial malloquinista. Se vio en esos instantes que sí que podía jugar al ataque ante el líder, que defendió bien los saques de esquina y los balones centrados al área para acabar llevándose un punto que le acerca a un título que al Ibiza le pasa de largo por falta de osadía.