@Bianca Sánchez-Gutiérrez / “En ninguna de las imágenes percibo en su expresión, ni en sus movimientos, atisbo alguno de oposición, rechazo, disgusto, asco, repugnancia, negativa, incomodidad, sufrimiento, dolor, miedo, descontento, desconcierto o cualquier otro sentimiento similar. La expresión de su rostro es en todo momento relajada y distendida y, precisamente por eso, incompatible a mi juicio con cualquier sentimiento de miedo, temor, rechazo o negativa. Tampoco aprecio en ella esa ‘ausencia y embotamiento de sus facultades superiores’ que se afirma por la mayoría de la Sala; por el contrario, lo que me sugieren sus gestos, expresiones y los sonidos que emite es excitación sexual”.
Este lamentable relato está extraído de una de las valoraciones que emite el juez discrepante de la sentencia a La Manada, el magistrado Ricardo González, quien además ha manifestado que en los vídeos solo aprecia a cinco varones y a una mujer practicando “actos sexuales en un ambiente de jolgorio y regocijo”, y que, de ser por él, los cinco estarían absueltos de todo cargo, a excepción del hurto del teléfono móvil de la víctima.
Ayer fue un día doloroso. Que después de una demora tan dilatada la sentencia condene a los cinco varones a nueve años de prisión (de los 25 que se han llegado a pedir) es un jarro de agua fría del que no vamos a recuperarnos y que, en todo caso, ha provocado una reacción indignada, automática y feroz de los movimientos feministas. Las que los integramos hemos comprendido a la perfección cuál el mensaje que se desprende de esta sentencia: las violencias contra las mujeres son una cuestión menor y relativa que no precisan de urgencia. Un mensaje, además, secundado por el Gobierno, quien sigue sin dotar de presupuesto al Pacto de Estado contra la Violencia de Género, firmado y aprobado hace ya siete meses.
La triste sentencia que conocimos ayer no condena a los cinco hijos sanos del patriarcado que, en el mejor de los casos, saldrán a la calle en menos de tres años. No. La condena es a todas nosotras, a que sigamos sintiendo miedo al volver solas a casa de noche, a que nadie nos crea cuando denunciemos a nuestros acosadores, a que nos traten como meros objetos sexuales y a que nos sigan violando, vendiendo y comprando amparándose en el mito de la libre elección. Lo que quieren es que sigamos creyendo que somos suyas y que, por ende, sus voluntades están por encima y por delante de las nuestras.
La gravedad de la sentencia que conocimos ayer estriba, sobre todo, en que se ha condenado a los cinco varones por “abuso sexual”, y no por agresión sexual o violación. Así, se apoyan en que no hubo signos de violencia ni de intimidación. Póngase por unos segundos en el lugar de la víctima, de 18 años, en una ciudad que no es la suya, sola y, al parecer, en estado de embriaguez. Frente a usted cinco tipos de complexión fuerte, mayores y que le persiguen hasta el hueco de un portal sin salida, donde le tumban, le desnudan y comienzan a penetrarle por todos y cada uno de los huecos de su cuerpo, mientras le agarran por las muñecas para que no pueda zafarse. Usted, en estado de shock, les deja hacer porque el miedo le paraliza. Y después de haberle violado sin preservativo, de haberlo grabado todo con las cámaras de sus teléfonos, de haber eyaculado dentro de usted, le roban el móvil y le dejan tirado/a allí incomunicado/a y desnudo/a. ¿Puede algo de esto no ser violencia? ¿Puede usted imaginarse una pesadilla más espantosa y terrorífica para una joven de 18 años? Durante el juicio tuvimos oportunidad de conocer una parte de la declaración de la víctima: “les denuncié porque habían cometido un delito, porque hicieron algo que yo no quería hacer”. Parece claro, entonces, que la relación no fue en ningún caso consentida y que sí hubo intimidación. No fue un abuso, fue una violación.
Las campañas estatales para acabar con las violencias machistas contra las mujeres nos repiten como un mantra que denunciemos, que en circunstancias como esas no pongamos resistencia y que, tan rápido como terminen, acudamos a la Policía o la Guardia Civil. Uno por uno, los pasos que anduvo la víctima de La Manada. Pero, ¿cuál es el mensaje que nos manda esta justicia al pedirnos que denunciemos estas violencias si luego no nos creen? ¿O es que solamente nos van a creer si, además de violarnos, nos matan, como le ocurrió a Nagore? Dudan de nosotras porque sobrevivimos, porque hemos vivido libres antes de la agresión o después, porque hemos podido olvidarnos aunque solo sea por un minuto de que hemos sido víctimas. Ayer salimos a la calle porque nos están violando, nos están matando y no nos creen, y seguiremos saliendo hasta que la Justicia y el Estado dejen de legitimar y amparar a nuestros violadores.
es una vergonya, un fàstic i una burla a la justicia. La de pressions que hauran rebut els jutges dels militars i la guardia civil, per reduir les penes. Des d’ahïr aquest rribunal ha donat ales als possibles violadors, que en cas de ser jutjats, recurriran a aquesta sentència per disminuir les seves penes.
La sentencia no es firme. Afortunadamente, vivimos en un estado garantista. También hay que tener en cuenta, que eso mismo reza para el acusado, (in dubio pro reo). En seguida, los acusadores han manifestado que recurrirán la sentencia, así que esto no se ha terminado, y aún tiene mucho recorrido. El sistema judicial es lento, pero pretende ser justo, y digo bien «pretende». Lo peor, para mí, es que 9 años de prisión, significa realmente, que tan solo permanezcan en ella, poco más de dos años. Eso debería de ser reformado cuanto antes. Y por lo demás, paciencia, que esto no se ha terminado… afortunadamente. Puede que al final del recorrido, se pueda celebrar una sentencia justa.
Bianca , el lunes a las 9 te vienes al juzgado de violencia de la mujer de Ibiza, primer piso y en unas horitas alli verás como se te van muchos dolores y prejuicios.
Por lo visto Bianca Sánchez-Gutiérrez no ha querido o no le ha interesado acabar el párrafo donde el Juez relata el visionado de los vídeos. De la forma como lo expone se podría dar a entender algo que no es cierto. Un poco de seriedad y rigor periodístico por favor.
Pág 245-246:
«…lo que me sugieren sus gestos, expresiones y los sonidos que emite es excitación sexual. NO CONCLUYO QUE ESTA APRECIACIÓN HAYA DE SUPONER NECESARIAMENTE UNA RELACIÓN SEXUAL CONSENTIDA, pues no es descartable que durante una relación sexual NO CONSENTIDA pueda llegar a sentirse y expresarse una excitación sexual meramente física en algún momento, pero sí que la falta de consentimiento no está patente ni en las expresiones, ni en los sonidos ni en las actitudes que observo en los vídeos por lo que a la mujer respecta.»
Estaría bien que se dieran a conocer todos los hechos probados que no cuentan los medios de comunicación para llegar a entender la sentencia de este caso. La sentencia se ha publicado y cualquiera puede leerla libremente. Y después de leerla (sin ver los videos) mi opinión es que públicamente el tema se ha ido de las manos y me dará mucha pena si se recurre y salen absueltos. Cosa que no es descartable 🙁
Lo que cuenta Bianca Sánchez-Gutiérrez es lo que la chica denunció el el 7 de julio de 2016 en las dependencias de la policía municipal y que ella misma se ha retractado realizando otras dos declaraciones posteriores más, en vista de las pruebas que se han ido recogiendo y que hacían que no se pudiera sostener por ningún lado lo que ella afirmaba.
No la persiguen hasta el portal. Por las cámaras de seguridad se sigue todo el recorrido que hacen esa noche y primero intentan hacerlo en un bar luego alquilando una habitación en un hotel y por último se cuelan en el portal a todo esto agarrada de la mano de uno de ellos y besándose antes de entrar en el portal. Todo ello registrado por cámaras y testimonios que contradicen a la chica y su versión final de que la estaban acompañando al coche.
En la Paǵ.54 de la sentencia se declara probado que «entró en el recinto de modo súbito y repentino, sin violencia». Ella misma lo admite en una posterior declaración.
Ella dice Paǵ.55 «que estaba en estado de shock, entonces me sometí y cualquier cosa que me dijeran iba a hacerla porque es que estaba en estado de shock, yo no, no, ni pensé, ni pude decidir en ese momento». De ahí que en los videos se la vea de forma proactiva manteniendo sexo con los 5. Y que los forenses no hayan podido encontrar ninguna prueba de forcejeo o maltrato físico.
La deniegan los 250.000€ que reclamaba de indemnización porque Pág 280 «…no se viera en la necesidad de solicitar ni seguir ningún tratamiento, ni psicológico, ni farmacológico, es un hecho que puede tenerse como absolutamente probado y sugiere, sean cuales fueran los síntomas que presentara, que la intensidad de los mismos, fuere la que fuere,…»
Estos son algunos de los hechos probados a los que las sucesivas declaraciones de la chica se ha ido adaptando. Y a los que yo no voy a hacer ninguna valoración.
Podría seguir. Pero parece que Sánchez-Gutiérrez habla de oídas o esta desinformada pero viendo el fragmento de texto incompleto de la sentencia y su recreación de los hechos demuestra una clara intención de reforzar la denuncia social que quiere hacer. Mal ¡muy mal! porque al final estás haciendo un flaco favor a la causa :_(
Mucho manadista veo yo aquí