Por Lidya G. Olivenza
Existen múltiples maneras de disfrutar de un día de playa. Hay quien se conformaba con plantar la toalla en la arena, traerse una sombrilla y comerse un bocadillo envuelto en papel de plata. Pese a que el sol y la temperatura del mar sean igual para todos, el pago de algunos pequeños lujos y comodidades podían marcar la diferencia. Tal vez sea este el origen de los chiringuitos y clubs privados de playa, facilitar tumbonas, sombrillas y servicios de restauración de calidad a quienes acudían a sus instalaciones. Eran la misma playa y el mismo sol para dos tipos de personas, los que disfrutaban de la playa en los espacios comunes y los que lo hacían en los establecimientos playeros. Ambas maneras convivían con total armonía hasta que todo cambio.
Los Beach Club, sustituyeron sus hamacas por camas balinesas y la carta de restauración por toda una variedad de ginebras, vodkas y champanes. El cambio en la orientación del negocio atrajo a los clubers de día, los daytime parties, gogos, seguratas, bailarinas, Djs y ruido, mucho ruido. Con el desarrollo de fiestas ilegales en los establecimientos ahora solo para VIPs sus responsables comenzaron ganar no miles, si no millones de euros. Discotecas de día, al aire libre y con privatización de playas incluida.
Y es que hay en Ibiza varios “Beach Club” que han orientado sus negocios a actividades para las cuales no cuentan con ningún tipo de licencia pues ninguna licencia puede amparar la emisión continua y diaria de música al exterior por encima de lo permitido.
Son fiestas ilegales que se realizan en los recintos de estos antiguos clubs de playa que actúan como autenticas discotecas de día y al aire libre. Ellos se defienden, hablando con orgullo de la calidad de su servicio de restauración, su apuesta por la marca Ibiza y el supuesto retorno de sus beneficios a la sociedad ibicenca. Es la coartada que utiliza el Sindicato del Ruido para el continuo incumplimiento de la normativa de ruidos y el mantenimiento de una actividad que todos sabemos que es ilegal.
La ilegalidad de las actividades de estos antiguos clubs de playa esta fuera de toda duda. Es la misma lógica que el exceso de velocidad. Existe una ley de ruidos incluso para cada nivel de gobierno. Tan solo queda hacerlas cumplir de manera inmediata pues hace tiempo ya que nos ha invadido el desgobierno, la dejación de funciones y el desprecio al ciudadano.
Sindicato del ruido jojojojojo verdades como puños
Más de lo mismo.Quejas sin respuesta. Otro año mas.
Much@s estamos hartos de la masificación,del ruido y de la gente «SuperCOOl osea» y postureo.
Queremos estar tumbados al sol,escuchando las olas,asi de simple.YA BASTA DE TANTA IDIOTEZ