La Mirada de Juan Antonio Torres
El título del artículo de hoy forma parte de un refrán, ese compendio de sabiduría popular que, a lo largo de los siglos, cuando la mayoría de la gente no sabía leer ni escribir, adquirían conocimientos a base de refranes recitados o de cuentos contados. El refrán que da pie al título del artículo de hoy es de temática religiosa y dice así: Tres jueves hay en el año que relucen más que el sol: Jueves Santo, Corpus Christi y el día de la Ascensión. Este refrán servía a la Iglesia Católica para adoctrinar a sus fieles sobre el misterio de la Eucaristía, pues a todos esos tres jueves les une el mismo misterio eucarístico. Este año, la celebración del Corpus Christi es el domingo, 3 de junio, último de los “jueves” del citado refrán, festividad que se instauró en Lieja (Bélgica), en 1246, y a la que diversos papas fueron enriqueciendo su celebración hasta incorporarle una solemne procesión desde 1311.
La celebración del día del Corpus era para nosotros la señal de la entrada del verano, pues el día había crecido y el calor solar hacía que vistiéramos ya con ropa fresca, aprovechando esa festividad para estrenar la ropa “de domingo”, que nos debería durar para vestirnos los domingos y festivos durante toda la estación estival. Según nuestro historiador, Isidoro Macabich, la festividad del Corpus debió comenzarse a celebrar en nuestra ciudad desde principios del siglo XIV. La catedral de Ibiza conserva en su museo una preciosa custodia de plata dorada del siglo XIV, en forma de torre, que en algunos manuales la consideran como la más antigua de España. Esa custodia es la que aún sale en la procesión del Corpus con el Santísimo, siguiendo una secular tradición.
La antigua Universidad de Ibiza tuvo entre sus obligaciones el mantenimiento de esta procesión y así figuran, desde el siglo XV, la anotación de gastos para músicos, adorno de calles, cirios, materiales diversos y salarios para las personas que participaban con diversos servicios en su celebración, así como vinos y dulces para el convite final.
La solemnísima procesión del Corpus fue la más celebrada de todas cuantas se celebraban en Ibiza, pues era la más vistosa y alegre de todas ellas. Las calles de Dalt Vila estaban profusamente engalanadas en sus balcones; sus calles empedradas cubiertas de la hierba aromática de Sant Ponç; altares populares instalados a lo largo del recorrido para descanso de los sacerdotes que portaban las andas de la custodia y los civiles que llevaban las varas del palio que la cubría, siendo un momento para adoración del Santísimo con cantos e inciensos durante el largo recorrido cuesta abajo, desde la catedral, y cuesta arriba hasta su recogida en el mismo templo.
La presencia de las primeras autoridades, de tropas militares y música era obligada por el protocolo desde tiempos inmemoriales. En el siglo XIX, hay crónicas de todo tipo sobre esta celebración, desde quejas por la falta de la primera autoridad a la procesión, hasta la falta de grupo de música, debiendo, incluso, que hacer una pequeña charanga con seminaristas a tener que contratar músicos de Mallorca para acompañar la procesión, o la presencia única de un cornetín como toda presencia militar y musical. La presencia en Ibiza de las tropas del Batallón de Cazadores número 19, desde principios del siglo XIX; la creación de la banda de música militar en 1923; la creación de la banda municipal de música de Ibiza, en diciembre de 1925, o la presencia del batallón, posterior regimiento, de Infantería Teruel 48 en Ibiza, desde la década de 1940, con sus bandas de cornetas y tambores y su manda militar de música, hicieron de esta procesión la más concurrida y fastuosa de todas las que se celebraban, siendo indispensable la presencia de todas las primeras autoridades de la ciudad y la isla, vestidos de gran gala, y la presencia de un gran número de niños y niñas vestidos de Primera Comunión. Al paso del Santísimo, los soldados apostados a lo largo del recorrido para hacer los honores de ordenanza, se arrodillaban rindiendo armas, a la vez que los vecinos que estaban en los balcones tiraban grandes cantidades de pétalos de flores sobre el palio.
Durante la década de 1980, esta solemnísima procesión se vino abajo, celebrándose sin pompas solamente por la plaza de la catedral. Fue a principios de la década de 1990 que se reanimó y su recorrido se extendió hasta la iglesia de San Telmo del barrio de la Marina. Finalizo este artículo con otro refrán: Quién te ha visto y quien te ve.