@Noudiari / El Instituto Nacional de Estadística (INE) cifra en 448.800 los hogares existentes en Balears, de los que 37.500 están formados por una persona mayor de 65 años que vive sola. Siete de cada diez mayores que viven solos en el archipiélago son mujeres. En concreto, este colectivo agrupa a algo más de 26.600 personas, de las que 19.100 son viudas, 3.400 solteras, 1.900 divorciadas, 1.000 separadas y 1.200 casadas.
Cruz Roja destaca la gran vulnerabilidad que padecen muchos de sus usuario de más edad a causa de la soledad con la que deben vivir.
El informe Gadeso, de donde se extrae esta información, asegura que la brecha salarial de las pensiones es «otra forma de violencia». «Las mujeres deben cotizar once años más que un hombre para cobrar la misma pensión».
La pensión media de viudedad es en Balears de 594 euros mensuales, la segunda más baja de España en el ámbito autonómico y solo por encima de la gallega de 554 euros, frente a una media estatal de 653. Madrid tiene la más alta, con 742 euros mensuales.
El problema de este colectivo, según ha venido destacando el catedrático de Geografía Humana de la UIB, Pere Salvà, y respalda la coordinadora de Cruz Roja en las islas, Juana Lozano: a las situaciones de mala salud y deterioro físico que acompañan al envejecimiento, hay que sumar la vulnerabilidad que conllevan unas rentas bajas. Una parte importante de las mujeres que viven solas son de una generación que se ha dedicado a las labores del hogar y que ahora depende de unas pensiones de viudedad notablemente bajas.
La coordinadora autonómica de Cruz Roja recuerda que este organismo no presta servicio a todos los mayores de las islas, pero sí lo hace a un número lo suficientemente significativo como para confirmar que esa vulnerabilidad es real.
En concreto, durante el pasado año ayudó a unas 8.450 personas mayores, sobre todo a través de dos proyectos de especial relevancia, como son los del servicio de comida a domicilio y el de teleasistencia, ambos financiados por Administraciones isleñas pero gestionados por este organismo.
En este grupo tienen un peso muy notable las mujeres que viven solas, de edad muy avanzada y con un nivel de formación bajo. Muchas de ellas deben salir adelante con unas rentas que se mueven en la horquilla que va de los 300 a los 600 euros al mes, según los datos de Cruz Roja.
En este aspecto, Juana Lozano recuerda que este colectivo no está compuesto solo por mujeres que reciben la pensión de viudedad, sino que también hay otras que no se han casado nunca y cuya falta de cotizaciones las ha abocado a recibir exclusivamente una ayuda no contributiva.
Ayudar a otros familiares
Hay casos de mayores que habían conseguido llegar a la vejez con un nivel aceptable de ahorros, pero que durante la crisis económica han tenido que ayudar en el mantenimiento de hijos o nietos, recortando de forma muy apreciable las reservas económicas de las que disponían.
«En cualquier caso, estas situaciones se han comenzado a reducir de forma apreciable a partir de 2015, coincidiendo con la reactivación del empleo que se ha dado en el archipiélago», afirman en el informe.
La representante de Cruz Roja añade que con el servicio de teleasistencia (permite a la persona mayor solicitar ayuda en el caso de que registre algún incidente en su domicilio) se atiende a 4.700 personas con edades a partir de los 65 años. Y de este grupo, 800 de ellas han dejado la llave de su casa en custodia a este organismo para que su personal pueda acceder sin problemas a su casa.
En este grupo hay un número importante de mayores que ya han llegado a los 80 años, viven solos y muestran una situación de deterioro físico más acentuada.
Un aspecto que se destaca en el caso de la teleasistencia es que las llamadas que se reciben por parte de los mayores no se justifican exclusivamente por haber registrado un accidente o haber caído enfermos, sino que también se dan cuando la persona mayor oye un ruido en su casa que le parece sospechoso (estas peticiones de auxilio se derivan a veces a los cuerpos de seguridad), y lo que es más significativo, en ocasiones se dan por la simple necesidad de hablar con alguien, fruto de la soledad que padece ese usuario.
En este último caso, y dado que esta teleasistencia debe tener las comunicaciones abiertas para atender emergencias, lo que se hace es enviar a un voluntario de Cruz Roja para que acompañe un rato a esa persona mayor y pueda hablar con ella. Porque en ocasiones estos individuos que viven solos padecen situaciones de fuerte aislamiento, incluso pese a tener hijos cuya situación laboral les deja muy poco tiempo disponible para atender al mayor.
En este punto, personal de Cruz Roja lamenta las grandes lagunas que sigue presentando la conciliación de la vida laboral con la familiar.
Esta soledad explica la existencia del programa Enrédate. Con él se han atendido a 600 mayores durante el pasado año, a los que se hace participar en actividades que conllevan salidas fuera de su domicilio y que les permiten relacionarse con otras personas en su misma situación para así favorecer el que desarrollen relaciones de amistad.
Juana Lozano señala que al quedarse solas, las mujeres suelen tener más herramientas para salir adelante, pero no oculta que tanto ellas como los varones reflejan situaciones de dependencia respecto a la que fue su pareja.
Así, los hombres tienen más problemas a la hora de cubrir sus necesidades diarias como la alimentación o limpieza de la casa, y ellas a la hora de afrontar algunas reparaciones o para realizar gestiones fuera del domicilio.
La angustia que la soledad provoca en muchos de estos individuos explica los vínculos de afecto que a menudo desarrollan con los voluntarios que las atienden.
«La soledad, cuando no es deseada, es como una enfermedad que hace que las personas mayores sean aún más vulnerables», destaca la coordinadora autonómica de Cruz Roja, Juana Lozano. Y este problema se va a ver incrementado durante los próximos años de la mano de una población de mayores de 65 años que no deja de crecer y a una esperanza de vida que cada vez es más alta.
Objetivo fácil de estafas
Desde Cruz Roja se apuntan problemas como la pérdida del domicilio habitual o ser víctimas de estafas. Igualmente, los mayores, especialmente si viven solos, son objetivo más fácil para algunas estafas, como las desarrolladas por individuos que se hacen pasar por personal de algún servicio técnico y que pretenden cobrarles por alguna falsa inspección o reparación.
Juana Lozano lamenta que este colectivo en ocasiones no tiene fuerza para hacer valer sus derechos ante cualquier reclamación ante una empresa, o simplemente para comprender las explicaciones que se le facilitan ante cualquier factura, aunque ésta sí esté justificada.