Hacía años que las sociedades culturales o recreativas organizaban para sus socios alguna excursión en verano, como eran el caso del Orfeón Ibicenco, la sociedad Ebusus o el Casino de Ibiza, como también podía ser que alguno de los vecinos con más iniciativa de alguna calle de la ciudad animara a sus vecinos a hacer alguna excursión, aprovechando el buen tiempo, aparte de las tradicionales excursiones que se celebraban a San Jorge, a Santa Eulalia o a Nuestra Señora de Jesús en sus fiestas. Pero la población en general no tenía tiempo ni dinero para hacer excursiones, salvo las que se podían hacer a las zonas cercanas a la ciudad, sobre todo a las playas en verano, sin alejarse del casco urbano.
Aquel mismo año se inició lo que denominaría el descubrimiento de nuestro particular paraíso insular. Las familias de la ciudad comenzaron a organizar excursiones a las playas de los otros municipios, y la gente del campo, una vez acabadas las labores de recolección del verano, aprovecharon para acercarse también a darse un baño a las playas de su municipio o a las de otro, playas que durante años eran completamente vírgenes de establecimiento hostelero alguno.
Efectivamente, así era, una escapada general. Los 18 de julio de la década de 1950 y de 1960, fue el día en que, por única vez en el año, la mayoría de la población organizaba de forma familiar una excursión a las playas del campo para pasar todo el día en ellas. Era costumbre alquilar un carro o uno de los pocos taxis que había en la ciudad para trasladarse a la playa elegida aquel año, cargados de tinajas, melones, sandías, hielo en barra, utensilios de cocina para cocinar en el campo, así como toda la comida necesaria para hacerla.
El año 1953, las noticias ya dan cuenta del gran movimiento que hay de gente de la ciudad aquel 18 de julio, desde las cinco de la madrugada para ir a las playas del campo, especialmente a las de San Antonio y las Salinas. Aquel mismo año, el Diario de Ibiza ponía también de manifiesto el gran movimiento turístico que había en la isla, habiendo llegado unos 800 extranjeros de nacionalidades diversas, especialmente franceses, suecos, ingleses y alemanes, así como nacional, hospedándose en los dos lugares donde había hoteles.
Tanto los que se desplazaban a las playas del campo como los que se quedaban en las playas cercanas a la ciudad, procuraban llegar muy pronto, e incluso algunos ir la noche anterior, para conseguir un buen pino, una higuera o un algarrobo cercano al mar para cobijar en la sombra a toda la familia durante aquel día de regocijo y baños.
La gran animación que fueron cobrando las excursiones, que organizaban casi todas las familias de la ciudad para ir a las playas del campo, fue el motivo para que las empresas de servicios turísticos de la isla comenzaran a organizar también traslados en autobuses para ese día. Así vemos como, el día 16 de julio de 1954, Viajes Meliá ofertaba para el 18 de julio sus excursiones populares a las Salinas, a San Antonio y a Es Canar con precios populares.
El 15 de julio de 1955, Viajes Iberia anunciaba la organización de una excursión a la playa de Es Canar “tipo popular” y excursiones marítimas semanales a Formentera con el vapor de la Trasmediterránea Ciudad de Alcudia. Junto a estas agencias turísticas, funcionaban también otras empresas de transportes, como Autocares Maymó o las dos pequeñas camionetas Panhard Levassor para unos 20 pasajeros, que mi tío Santiago Serapio y su padre habían comprado para llevar pasajeros los domingos a la playa de las Salinas. En 1956, la empresa Viajes Meliá ya ofertaba para la fecha del 18 de julio excursiones a las playas de las Salinas, Cala Llonga y Es Canar, ampliando los lugares de servicio de transporte para ese día.
El año 1957, la oferta excursionista se amplió a Es Cubells con motivo de la inauguración de la nueva iglesia, ofreciendo un bar restaurante montado para aquella inauguración, el día 16 de julio, establecimiento que estaría abierto también el 18 de julio. Esta nueva oferta de lugar a visitar se unía a las playas de Cala Tarida, Cala Gració, es Niu Blau, Ses Figueres, Cala Bassa o Portinatx, entre otras.
El año 1958, una nueva agencia turística hacía presencia en Ibiza, Ultramar Express, iniciando circuitos turísticos con excursiones marítimas a Es Vedrà, Cala Vadella, Portinatx o a calas de Formentera, además de excursiones terrestres a Cala Llonga, Es Canar, Cala Gració o las Salinas. El año 1960, se incorpora a los circuitos excursionistas la golondrina crucero Maru para pasar el día a las playas de Es Pujols y Cala Saona de Formentera, o a las playas de Es Canar y Cala Vadella, y la motobalandra Ciudad de Formentera iniciaba servicios de viajeros durante el verano de Ibiza a Formentera. Aquel mismo año, la empresa Salinera Española comunicaba que prohibía que se hiciera fuego en los bosques de su propiedad, lo que motivó que los que pensaban cocinar allí llevaran ya la comida preparada desde su casa.
En 1962, los negocios de hostelería iban aumentando en las principales playas de la isla, y en las Salinas abría el bar-pensión Mar y Sal ofertando sus servicios para los excursionistas del 18 de julio. A la vez, la empresa de congelados Fretivissa ofertaba sus productos de pollos, merluzas y filetes de vacunos a precios populares para los excursionistas.
Lo que había comenzado como algo espontáneo se fue organizando y profesionalizando. Lo que fue un día único al año para ir a visitar las playas desconocidas del campo, se convirtió en algo rutinario al conseguirse medios de transportes propios al comienzo de la bonanza económica de las familias gracias al turismo. Lo que fueron improvisadas tinajas que sirvieran de heladeras se pasó a la llegada de los electrodomésticos. Así, poco a poco, el 18 de julio, día de las excursiones, fue quedando en el olvido hasta que, en 1977, aquella fecha fue suprimida del calendario laboral. Con el tiempo, aquellas playas paradisíacas se fueron poblando de quioscos y hoteles. Adiós, paraíso.
Por Juan Antonio Torres