@David Ventura/ En noviembre de 2011, en el teatro Maravillas de Madrid, tuve el placer de ver ‘Burundanga’, de Jordi Galcerán. La obra empieza como si fuera una comedia juvenil al uso: una chica duda de su novio, cree que le oculta algo… Para saber si le engaña utilizará un suero de la verdad -la famosa Burundanga- para que su novio confiese si le pone los cuernos. El problema es que, cuando el chaval toma la Burundanga y empieza a cantar todos sus secretos, confiesa que… ¡¡¡Es de la ETA!!! Posteriormente, la obra se convierte en un vodevil, en una comedia de enredo, en un cachondeo de equívocos. Debo decir que el público madrileño aplaudió a rabiar y se partió la caja con una comedia que funcionaba como un mecanismo de relojería y en el que, evidentemente, se frivolizaba con el tema del terrorismo, y en el que la ETA se convertía en un sujeto cómico de la misma manera que los chiitas lo eran en ‘Mujeres al borde de un ataque de nervios’ de Almodóvar.
Era noviembre de 2011, Zapatero consumía sus últimos días como presidente de gobierno y hacía pocas semanas que ETA había anunciado el abandono definitivo de las armas. A pesar de la crisis, a pesar de la corrupción, el país vivió durante unas semanas en un estado de euforia y optimismo. En aquel contexto recordé que un país que hace humor de sus traumas más dolorosos, es un país sano que, por fin, ha logrado exorcizar sus demonios. El periodo terminal de ETA, una vez la sociedad tuvo claro que el
terrorismo había sido derrotado y que pertenecía al pasado, sirvió para que se empezara a bromear con algo que había sido tabú: el programa ‘Vaya semanita’ de la ETB fue el pionero con aquella parodia de Los Lunnis que se llamaba ‘Los Batasunnis’. Reírse de la ETA significaba que, por fin, la ETA era algo residual, derrotado, risible, algo de lo que se podía hablar sin complejos. Ver la platea del teatro Maravillas partiéndose la caja con el vodevil etarra de Burundanga era la demostración de que nos habíamos convertido en una sociedad sana, madura y democráticamente adulta.
Dos años más tarde, hemos involucionado. Dos años después de haber abandonado las armas, parece que hay gente que todavía hecha de menos el terrorismo y que se ha abalanzado sobre su cadáver para volverlo a exponer, sacándolo de paseo por tertulias, consejos de Ministros y portadas de periódicos. Después de décadas luchando para que desapareciera, algunos sienten ahora nostalgia de ETA y, ya que parece que no está dispuesta a volver a tomar las armas, se han empeñado en que vuelva a la opinión pública sea como sea.
¿Por qué lo hacen? Lo ignoro. Quizás porque es gente que construyó su identidad política y social en base a “somos los que van en contra de la ETA” -lo cual era un argumento obsceno y manipulador, ya que no sólo eran ellos los que estaban en contra ETA- y, una vez la banda terrorista ha desaparecido, se han convertido en auténticos huérfanos políticos. Son los huérfanos de ETA.
Así, en el 2013, la consigna es que vuelva ETA. Durante el último aniversario de los atentados del 11-M tuvimos que soportar nuevamente esa repugnante teoría de la conspiración sobre las bombas en los trenes y los etarras, que es un insulto a la memoria de las víctimas. Se ha dicho que las Plataforma de Afectados por la Hipoteca y STOP Desahucios son la nueva encarnación de la ETA. Se ha acusado al diputado socialista Eduardo Madina de simpatizar con la ETA -precisamente él, que perdió su pierna izquierda en un atentado terrorista- y hemos tenido que soportar que los corifeos mediáticos de grupos de extrema derecha convoquen el espíritu de la ETA cada vez que los sindicatos, el 15-M o, en definitiva, cualquiera que no sea alguien de los suyos, convoca una manifestación.
La última ha sido la campaña mediática de plataformas ultraderechistas, apoyados por importantes grupos empresariales para expulsar a una pobre chiquilla de la casa de Gran Hermano. Todo ha empezado porque Argi -la concursante en cuestión- hizo una broma inocua, inocente y, probablemente, desafortunada sobre los etarras. Inmediatamente advirtió que había metido la pata y, sin que la dirección del programa dijera nada, ya pidió perdón sobre su comentario. Posteriormente ha vuelto a pedir disculpas. Nada de esto ha servido para aplacar una campaña de los huérfanos de ETA, gozosos y felices al comprobar que se había producido una infiltración terrorista en la casa de Gran Hermano. ¡Tremendo! ¡Alarma nacional! ¡La ETA no sólo ha vuelto sino que incluso está utilizando Gran Hermano como altavoz a sus consignas!
Evidentemente, que otros concursantes hubieran bromeado y frivolizado con el cáncer, los asesinatos de mujeres y el crimen de Marta del Castillo -”estás más perdido que el cuerpo de Marta del Castillo, ¡¡juas juas!!!”- es absolutamente irrelevante al lado del esperadísimo retorno de la ETA de la mano de la aparentemente inofensiva Argi, una cándida -y un poco pija- estudiante de arquitectura que, en realidad, es el caballo de Troya de la nueva ofensiva terrorista.
El resto ya es conocido. Y sí, debo admitir, que la expulsión de Argi de la casa de Gran Hermano puede parecer un tema frívolo. No lo es. Este país va a peor. Echen un vistazo a Grecia. Quizás aquí no tengamos los neonazis de Amanecer Dorado -que suma ya 18 diputados en el parlamento griego- pero no olvidemos que, según la última encuesta del CIS, el político más valorado por los españoles es Rosa Díez, una mujer cuyo único programa político es ejercer de huérfana de ETA.
Admitámoslo: De esta crisis no saldrá nada bueno. El 15-M está muerto. No habrá ninguna regeneración política. Todos los cambios que se produzcan serán a peor. El discurso político se ensuciará más todavía. El espectro de la ETA será convocado tantas veces como sea necesario. El panorama es descorazonador. La involución ha llegado.
Et recomano que vegis «El rey León – 2″ ( els papis només veiem aquestes pel·lícules). La qüestió és que el lleó Simba li diu al fill del lleó dolent : » A vegades el foc destructor fa que el que neix de nou sigui millor al que hem conegut «. Perquè aquesta maxicrisi s’emportarà moltes coses i sembla que ens ha de dur a tots a un pou sense fi, però no és cert. Tot renaix, igual que sobre les cendres creixen les noves plantes.