La Mirada de Juan Antonio Torres Planells
El sentimiento de pertenencia a una comunidad lo teníamos cuando había una celebración pública donde casi todo el mundo participaba, bien como actor, bien como espectador. Pero el día que, considero, era el que más nos unía era el primer día del año donde todos éramos actores, unos paseando y deseándonos lo mejor para nuestras vidas en el año que comenzaba; otros animándonos el paseo con su música, y otros sirviéndonos unos aperitivos en algunos de los bares de la zona. Era cuando solíamos pensar en aquel refrán de “año nuevo, vida nueva” para comenzar a decidir qué queríamos dejar atrás y qué queríamos conseguir, aunque el paso de las semanas dejaran nuestras buenas intenciones en nada o casi nada.
El centro de la vida social de la ciudad en el primer día de Año Nuevo era el paseo de Vara de Rey. Allí nos congregábamos todos para vernos, encontrarnos amigos y familiares y para escuchar la música de nuestra banda. La primera vez que hubo concierto de banda un primero de año fue en 1924, con la recién formada Banda de Música del Batallón de Cazadores nº 19 de Ibiza, que dirigía Feliciano Ponsa Riutort, concierto que se repitió el primero del año siguiente, si bien la tradición de los conciertos de nuestra banda el día primero de Año Nuevo en el paseo de Vara de Rey fue con nuestra banda municipal. Muchos de los músicos que participaban en la banda municipal eran también músicos de algunas de las orquestinas de la ciudad. Ya podemos suponer lo descansados que debían estar aquellos músicos sin apenas haber dormido la noche anterior si habían trabajado amenizando bailes de la uva o si habían asistido a algunos de ellos para bailar. A pesar de todo, la banda siempre daba el do de pecho y sacaba adelante el programa de piezas, que no eran muchas ni muy comprometidas técnicamente.
El primero de enero de 1926, la Banda Municipal de Música de la ciudad daba su primer concierto de Año Nuevo, dirigida por Florencio Durany Grau, a los pocos días de haber dado su primer concierto tras su fundación, el 19 de diciembre de 1925. El programa de aquel primer concierto fueron obras de música ligera compuestas por el propio director, ante la falta de repertorio de la banda: el pasodoble “Mi capitán”, el vals-jota “Chorrero”, la java “Java Moderna”, el tango “Tortuoso” y el foxtrot “Tony”. El primero de enero de 1927, Durany interpretó, entre otras piezas, el pasodoble “Manuel Verdera”, dedicado al concejal don Manuel Verdera Ferrer, uno de los principales promotores de nuestra banda. El primer día del año 1929 no hubo concierto de Año Nuevo porque el día 30 había sido domingo y el día 6 de enero volvía a ser festivo, con lo que consiguieron los músicos saltarse el concierto inaugural del año. El primero de enero de 1930, sí hubo concierto de Año Nuevo de nuestra banda en el paseo, pero fue el último de Año Nuevo que dirigió Durany, pues en octubre de 1930 marchó de Ibiza y fue sustituido por Juan Gamisans Arabí.
El año 1931, no hubo concierto de primero de Año Nuevo, pero sí concierto el domingo 4 de enero de 1931, donde se estrenó el pasodoble “La Aldeana”, obra del músico de la banda, Victorino Planells Roig. El 4 de octubre de 1931, Gamisans dirige su último concierto con la banda y marcha a Madrid, siendo sustituido a los pocos días por el músico militar Casimiro Cemboraín García. Cemboraín fue llamado a dirigir la banda y dirigió el concierto del primero de enero de 1932, conciertos de Año Nuevo que ya no dejaron de realizarse. El 11 de julio de 1943, Cemboraín dejaba la banda y marchó a vivir con su mujer ibicenca, Carmen Marí Serra, y su hija Epifanía, fuera de Ibiza. Desde aquel momento se hizo cargo de la banda Victorino Planells Roig, que la dirigió hasta su jubilación en 1980.
Don Victorino impuso su estilo propio en los conciertos de Año Nuevo de la banda y, poco a poco, fue incorporando en el programa de ese día obras de los antiguos directores de la banda, creando una tradición que duró mientras él estuvo de director. El pasodoble “Manuel Verdera” de Durany, el himno “Roqueta, sa meua roca” de Gamisans, la jota “Epifanía” de Cemborain y la marcha “Ibiza” del propio Victorino Planells, se convirtieron en piezas fetiche de la banda en los conciertos de cada primer día Año Nuevo y animaron nuestros paseos y nuestras charlas, pues era inevitable que buena parte del público que rodeaba o se parara cerca de la banda se pusiera a saludar y a charlar, lo que no pocas veces hizo que el director diera los correspondientes ‘shitssss’ onomatopéyicos de rigor.
Los días de las fiestas de Navidad y Fin de Año estaban acabando, pero aún faltaba una fiesta especial dedicada a la magia de los sueños, la llegada de los Reyes Magos de Oriente, fiesta especialmente dedicada a los niños y donde los padres, quiérase o no, debían estrujarse aún más el ya estrujado bolsillo para alegrar la infancia de sus hijos con algunos juguetes, cosa no al alcance de muchos bolsillos en nuestra niñez.
Iniciado el año, los niños eran los que revoloteaban alrededor de sus padres pidiéndoles los juguetes que habían visto en los escaparates de algunas de las tiendas que vendían juguetes en el barrio de la Marina o en Vara de Rey. Un estado nervioso nos tomaba al asalto pensando en la llegada de los Reyes Magos en la tarde-noche del día 5 de enero, esperando que hubieran leído la carta que les habíamos enviado y que habíamos depositado en algunos de los buzones de cartón-piedra que había en alguna tienda o habíamos entregado al paje real, que se dedicaba a este menester unos días antes. “Queridos Reyes Magos” debía iniciar la carta que escribíamos, bla, bla, bla …. (son palabras halagadoras hacia los reyes poniendo de manifiesto que habíamos sido buenos y que nos merecíamos los juguetes que les pedíamos). En la carta no solíamos poner reparos en hacer una extensa relación de juguetes, a ver si caía alguno de los de la lista, cosa que, habitualmente, no solía suceder porque la economía familiar de la mayoría de las casas no era abundante para según qué dispendios. Una vez escrita la carta, hacíamos un sobre con una cuartilla para introducirla dentro, escribiendo la dirección “Reyes Magos de Oriente” con todo esmero y adornado con guirnaldas y estrellitas. Antes de mandar el sobre con la carta, nuestras madres solían pedirnos que habíamos pedido a los Reyes, relatándoles la lista de juguetes. Los juguetes que solíamos recibir de forma habitual en nuestra infancia era, los niños, un carrito, un caballito de cartón, una espada o una pistola de hojalata, y las niñas, una muñeca, una sillita, una ollita o una cocinita.
Las tiendas que, antiguamente, vendían juguetes eran Can Feliets, en la plaza de la Constitución; Ca na Rosa Roig, Ca na Marca y Can Matà, las tres en la calle de la Cruz, aunque Can Matà abrió en la década de 1950 un gran almacén en la calle de Castelar, esquina con la calle Obrador. En Vara de de Rey había la tienda “Cristal Perfume”, que también vendían juguetes por estas fechas, teniendo en cuenta que muchas tiendas de víveres también vendían alguna sillita de madera o algún carrito. Con el tiempo, estas tiendas desaparecieron y aparecieron otras especializadas en juguetes, como can Navarro, también en la calle de la Cruz o los Tres Torres, primero en la calle de la Cruz, esquina calle Montgrí, y después en el ensanche.
La noche del día 5 de enero era de una gran ansiedad esperando la visita de los Reyes Magos, pero antes debíamos ir a recibirlos al puerto para iniciar la tradicional cabalgata. La primera vez que se puso en funcionamiento una cabalgata de los Reyes Magos en la ciudad fue el día 5 de enero de 1938, organizada por el Frente de Juventudes. Los Reyes Magos y su comitiva llegaban al muelle de Consigna con una barquita, en la que les acompañaban parte de su comitiva. En el muelle les esperaba otra comitiva con unos hermosos caballos, cedidos por el ejército, para trasladar a los reyes durante su recorrido por las calles de la ciudad. El día de Reyes, la Falange repartía numerosos juguetes a niños necesitados de la ciudad delante de la fachada de su local del paseo de Vara de Rey, mientras la Banda Municipal de Música de Eivissa daba un animado concierto. Por la tarde se llevó a cabo en el Teatro Serra una amena sesión de cine y por la noche un baile. Todo lo recaudado se destinó a Auxilio Social.
El año 1938, los Reyes Magos recorrieron las calles Riambau, Montgrí, Antonio Palau, José Verdera y de la Cruz hasta Vara de Rey, acompañados por la banda de cornetas y tambores del destacamento de Ingenieros. Para recoger dinero para juguetes para los niños de familias necesitadas, la Falange Femenina organizó una función de teatro y actuaciones musicales en el Teatro Serra, actos benéficos que siguieron organizándose en años posteriores a cargo de la Falange o de la sociedad Ebusus. El año 1939, participaron en la cabalgata jóvenes flechas de los pueblos, juntamente con los de la ciudad, acompañados de las bandas de cornetas de Ingenieros y de la banda municipal. El año 1941, siempre organizado por el Frente de Juventudes, la cabalgata desfiló junto con la banda municipal y la nuba del Tabor de Regulares.
El año 1953, los Reyes Magos fueron recibidos en el puerto por la banda de cornetas y tambores del Regimiento de Infantería Teruel 48 y la Banda Municipal de Música de la ciudad, recorriendo las mismas calles de los años anteriores. El año 1962, el Casino des Moll había estrenado grupo escénico dirigido por Pedro Cañestro y organizó una velada en el teatro Pereira con teatro y música para recoger dinero para las fiestas de Navidad y Reyes. Aquel año hubo más novedades para amenizar la cabalgata: se montó un belén viviente en una de las cuevas de la necrópolis púnica de Puig des Molins para que los reyes fueran a adorar al Niño allí (los años anteriores, la adoración se hacía en la iglesia de San Telmo). El acompañamiento musical de aquel año fue con la banda de cornetas y tambores de la Cruz Roja y la banda municipal. El año 1971, el Delegado del Gobierno se empeñó en conseguir una notable mejora en la cabalgata de los Reyes para superar viejas pobrezas.
El año 1974, el Ayuntamiento de Eivissa publicó anuncios sobre la llegada de los Reyes Magos, y durante los años 1974-79, grupos de alumnos de la escuela de música de Lina Bufí realizaron carrozas para acompañar la comitiva real. El año 1975, aprovechando que una empresa contrató varios dromedarios para hacer excursiones con turistas, se aprovecharon esos animales para su participación en la cabalgata de aquel año. A partir del año 1981, las familia Valverde y Costa fueron los que aportaron sus iniciativas para ayudar a realzar la cabalgata con más carrozas, nuevo diseño de vestuario y de la comitiva real, alargándose también el recorrido de la cabalgata, pues la ciudad había crecido y la gente deseaba que sus principales calles se incorporaran al recorrido de esta fiesta. Así fue como se incorporó al recorrido tradicional las avenidas y calles de Bartolomé de Rosselló, Isidoro Macabich, Obispo Huix y la Avenida España.
Con mis mejores deseos para niños y mayores para que los Reyes Magos os colmen de regalos y, sobre todo, de salud, trabajo y felicidad.