@Pablo Sierra del Sol · Fotos: Lorena Portero / Cuando un forastero llega a Ibiza y mira un programa de fiestas patronales no sabe por donde cogerlo. En la mayoría de pueblos, los actos se celebran durante semanas. Meses, incluso. Todo cabe y, entre tanto sarao, es difícil encontrarse con acontecimientos que reúnan multitudes. Que huelan a verbena popular, juntando a propios y ajenos, mezclando a ricos y pobres, como en la fiesta que describió Joan Manuel Serrat en una de sus canciones más famosas. ‘Que facin poble‘, en definitiva. En los últimos años, esa realidad, tan relacionado con el individualismo que, para bien y para mal, nos define como ibicencos está empezando a cambiar. Los eventos gastronómicos se han multiplicado en los meses de invierno a rebufo del sábado posterior al 17 de enero, día de Sant Antoni, patrón de la villa de Portmany.
Desde 2013, el equipo de audaces fiesteros que capitanea Vicent Sala y su hermana Lina y preside honoríficamente Pepe Roselló organiza el Concurs Mundial d’Arròs de Matances. Hoy, la séptima edición del invento, está confirmando (porque la fiesta sigue en marcha mientras escribo estas líneas al filo de las seis de la tarde) que nadie quiere quedarse sin su ración de arroz porcino, meloso, especiado y bien acompañado de ‘pebrassos’ y sepia (en el caso de los más puristas).
Más de tres mil personas han pasado este mediodía por los sesenta puestos que se han instalado entre las calles Ample, Progrés y Rosell. A las diez, los más puntuales ya picaban los pimientos y el tomate para hacer el sofrito. Los había veteranos, como Vicent Tur, taxista y delegado del Gasifred, que tiene la suerte de que Carmen, su pareja, haya aprendido la receta familiar y guise un arroz para morirse. Con el equipo de Es Amics ya van por su cuarta edición. Amigos también son la decena de integrantes de la Aliança Pagès-Mursiana, una cuadrilla donde se mezclan apellidos insulares y peninsulares, donde el párroco de Puig d’en Valls Daniel Martín remueve la sustancia caldosa a las órdenes de Irene Marí Ramon, que ha estado ensayando estas últimas semanas junto a su tía María una receta, también, de origen familiar.
Equipos de todo pelaje
Pero en esta historia hay equipos de todo pelaje. Algunos llegaron de lejos hace años y se enamoraron del plato que sucede a la matanza, como Miguel y Natalia, patrón de yate y profesora, que se juntan con otros paisanos de Valladolid y, presumen de servir el picoteo acompañado de un pan de espelta riquísimo que han horneado en casa porque cuando vivían en la capital de Castilla tenían una panadería.
También hay periodistas, como el Cañas and Press Team, equipo formado por profesionales de los medios y empeñado a mejorar el antepenúltimo puesto de su debut el año pasado con la incorporación de Alberto Ferrer, encargado de reproducir en el fogón la receta del restaurante Can Alfredo, cedida por un día a los chefs de la prensa.
Galácticos, como el café Bondi, que se estrena con las miras bien altas al haber fichado al cocinero de Can Pujol. Futboleros, como Toni García, representante de Els Pagesos del Betis, que reparte aceitunas aliñadas de Marinaleda, Sevilla, a cualquier comilón que se acerque por el puesto. Y mucha, muchísima gente, entre el público que descubre esta fiesta por primera vez: «Somos de aquí al lado, de Can Bonet, pero nunca habíamos venido. Después de tanto escuchar que es fantástico lo que se vive aquí no hemos podido resistirnos. Es genial ver tanta alegría y encontrarte con muchísima gente conocida», dice Vanesa, a la que su hija Ona, de cinco años, le tira del pantalón reclamando su trocito de pan con sobrasada.
Los vasos de agua, las latas y quintos de cerveza, los porrones de vino payés y las botellas de verdejo (refrescado en cubos hasta arriba de hielo para combatir el calor primaveral que entraba en escena según se acercaba el mediodía) pasaban de mano en mano. Había que avituallarse para el largo día que quedaba por disfrutar y, por eso, el trasiego de bebidas era constante. El de políticos, también. Se avecinan elecciones y no habrá mítines que congreguen un grupo de potenciales votantes tan misceláneo como el de hoy.
Los diferentes partidos se distribuyeron así en el coto de caza electoral, un Juego de Tronos en toda regla:
– A las once y media de la mañana el socialista Vicent Torres, presidente del Consell, saltaba de corro en corro para reunirse con el resto del jurado. Después afrontaría la responsabilidad de probar la mitad de los sesenta arroces que se presentaron a concurso y votar a los ganadores (que aparecerán unas líneas más abajo). Como en la Avenida España gobernar es cosa de dos, Podemos tampoco faltó a la cita. A la consellera Lydia Jurado y al director insular Fernando Gómez se les vio disfrutar de lo lindo de la jornada festiva.
– Bien madrugador, Marcos Serra, flamante candidato del PP al Ayuntamiento de Sant Antoni, cruza s’Era d’en Manyà y desciende por la calle Rosell hasta el parking de tierra donde los populares han instalado su caseta. Allí cocina Juanito Roselló y Toni Marí Tur. «Bueno, Botja realmente hace de pinche y costa un poco de sobrasada», bromea Marcos Serra, que piensa que, gobierne quien gobierne, este concurso es patrimonio inmaterial de todos los portmanyins: «Es un gusto ver a gente tan distinta disfrutando juntos, entre todos tenemos que seguir trabajando para que el concurso tire adelante».
– No demasiado lejos de la caseta del PP está la del PSOE, partido que sacó toda la artillería reuniendo a Cires, Agustinet y Simón Planells en un tridente de alcaldes en ejercicio y aspirantes a serlo que se recorrió todo el meollo del concurso. Bajo una colección de sobrasadas a las que pronto se les hincará el diente cocinan varios afiliados socialistas. A pocos metros, el concejal de Deportes de Sant Antoni, Antonio Lorenzo y Marco Antonio Guerrero, cargo de confianza en el Govern, hablan distendidamente. «Francina Armengol ha estado a punto de venir. Lo tenía todo programado, pero se ha puesto enferma y ha tenido que quedarse en Palma», dice Guerrero.
– De haber aterrizado en Sant Antoni, la presidenta de Baleares se habría cruzado con uno de sus azotes en el Parlament. El mallorquinista y expopular Jaume Font estrechaba manos a la par que descubría las bondades de una de las recetas estrella de la cocina pitiusa de la mano de Joan Torres, concejal de Comercio portmanyí y hombre fuerte de El PI en los dominios meridionales del archipiélago.
Font no dejó la oportunidad de probar el arroz que guisaba en compañía de un amigo Joan Costa, más conocido como Juanito Santa. El también concejal sanantoniense es, ante todo, un cocinero con mayúsculas, pese a estar ya jubilado: «¡Es que no he hecho nada más en mi vida! Desde que tenía catorce años hasta que cumplí sesenta y cinco estuve dentro de una cocina. De pequeño ya ayudaba a guisar el arroz de matanzas en la finca de ses Païsses donde me crié. Cuando nosotros llegamos desde Sant Mateu, el barrio era campo. En nuestra zona solamente había tres casas. Por tanto, teníamos cerdo y hacíamos matanza todos los inviernos».
Ganadores
El equipo de Santa, ‘Arrós per tres’ quedará cuarto por segundo año consecutivo. Lo anuncia, algo antes de las cinco de la tarde, Vicent Sala en el escenario que se coloca todos los años en la calle Rosell. En tercer lugar termina el arroz de Sa Gatera. La medalla de plata es para los amigos de la Pesca-Náutica Josmar, un grupo de cincuentones sanantonienses que no han fallado ningún año a la llamada del concurso y que tampoco perdonan la presencia de la sepia en el caldero y, en vez de pollo corriente le añaden ‘quic eivissenc’.
Se hace entonces el silencio y Pepe Roselló (que recibe un homenaje por su implicación como mecenas, fotógrafo -le saca un retrato a cada equipo sin olvidarse de ninguno- y catador en esta aventura de gran potencial turístico) aclara la garganta para proclamar lo feliz que le hace, a sus ochenta y tantos, ver tanta sana diversión a pie de calle y desvelar el nombre del ganador. ¡Can Barri es el campeón del mundo!
Aunque cuentan con Nacho Andrés, concejal del PP y presidente del Portmany, en sus filas, el grueso del equipo viene de Sant Jordi. Suena ‘We are the champions’ y alzan al cielo, donde aún aprieta el lorenzo, el trofeo de vencedores.
El título mundial de arroceros matanceros se va de poniente a levante este año y, mientras sube la música de la disco móvil, los relojes inician la cuenta atrás. Como pasaba con la fiesta de Halloween en la película ‘Pesadilla antes de Navidad’, mañana muchos pasarán la resaca consolándose con la certeza de que queda un día menos para el Concurs Mundial d’Arròs de Matances de 2020. Durante el año que queda por delante, que el cerdo nos acompañe.