Por Juan Antonio Torres Planells
La década de los años 60 del siglo XX fue el inicio de grandes cambios, y podríamos decir que aquella década fue la que puso los cimientos de una nueva manera de pensar y de vivir en todos los aspectos, siendo su principal hito el nacimiento de los movimientos juveniles y la aparición de nuevos ideales. En aquella década, Ibiza puso su mirada en el futuro, tanto turística como culturalmente. Aún vivimos, de una manera o de otra, de aquella década entusista.
En pleno régimen franquista consolidado, viejos y nuevos comunistas, que sobrevivieron a las purgas del régimen dictatorial, se habían infiltrado en los sindicatos verticals y promovieron las primeras huelgas obreras, consiguiendo crear sindicatos obreros clandestinos, siendo sus principales campos de acción las fábricas de Cataluña y País Vasco. Junto a ello, la Iglesia Católica, tan importante en España por ser la religión que mantenía mejor relación con el régimen dictatorial y que lo había apoyado desde los inicios de la guerra civil, a la que nombraron como “cruzada”, comenzaba a transformarse a partir de la celebración del Concilio Vaticano II y porque comenzaba a tener en su seno creyentes movidos por una fuerte conciencia social, creando movimientos progresistas y obreros, lo cual chocaba con el conservadurismo religioso que había perdurado en el tiempo. La guerra fría y tecnológica entre Estados Unidos y Rusia se hacía notar en Europa: competición espacial; la crísis de la Cuba comunista; la guerra de Argelia o la guerra del Vietnam eran algunos de los acontecimientos que mantenían en tensión a buena parte del mundo. Pero Ibiza, dentro de aquel maremagnum mundial, no era nada hasta que se convirtió en lugar de refugio de beatniks y hippies, la juventud más transgresora del momento: anticapitalista, nihilista, antibelicista y antipuritana.
Ibiza ya había optado por potenciar la industria turística como alternativa económica de futuro. A la apertura de salas de fiesta para entretenimiento de visitantes y lugareños, se inauguró el dia 16 de juliol de 1960 la actividad de una plaza de toros portátil en la zona de Es Pratet (la última vez que vino una plaza desmontable de toros a Ibiza fue el verano de 1952, instalándose en el mismo lugar que la que vino en 1960), con corridas de novilleros y espectáculos diversos, actividad que se alargó hasta el mes de octubre de 1960. El año siguiente, la misma empresa volvió a montar la plaza de toros portàtil en el mismo sitio, iniciando sus actividades más pronto. Junto a las corridas de novilleros, las plazas de toros portátiles se usaban para llevar a diversos lugares de España espectáculos de variedades y deportivos. Gracias a esta plaza, pudimos ver los veranos de 1960 y 1961 las actuaciones de Estrellita Castro, Bonet de San Pedro, Antonio Amaya, las Hermanas Galindo, El Mejorano, Juanito El Malagueño, El Gitano Señorito o el espectáculo Flores de España, con artistas de las salas de fiesta de Ibiza, como Isla Blanca, Ses Guiterres, Mar Blau, L’Ànfora y La Gitana, o un espectáculo de boxeo con los finalistas del campeonato de Levante.
El mes de junio de 1961, la ciudad de Eivissa recibía la visita del Teatro Portátil de la Comedia, de José Escribano, que se instaló en un solar donde está el actual edificio Centro de la avenida de Ignasi Wallis, figurando entre sus actores el galán de la compañía, Pedro Cañestro, que con el tiempo se convirtió en un referente del teatro en Ibiza, donde quedó a residir desde 1964. Una inauguración que creó escándalo en la ciudad fue la apertura del bar nocturno La Cueva de Alex Babá, en la calle Pedro Tur de Dalt Vila, cercano al Seminario Diocesano, local que tenía abiertas sus puertas a la clientela hasta las 6 de la madrugada, lo nunca visto en aquel tiempo. Aquel bar, que puso en marcha Alejandro Vallejo-Nájera, miembro de una familia de la burguesía madrileña afecta al régimen y primero del grupo de jóvenes madrileños que, en años posteriores, abrieron en nuestra ciudad el Lola’s y la Oveja Negra, pudo seguir abierto gracias a las influencias políticas de altos vuelos que tenía su propietario, a pesar de las continuas quejas de los religiosos del momento, que vieron atacado su control de la moral pública, y de los vecinos del inmueble.
Una dolorosa pérdida musical para Ibiza fue la partida de la banda de música del Regimiento de Infanteria Teruel 48, el mes de agosto de 1961 (había llegado a Ibiza el año 1944), con lo que se perdió un valioso apoyo en el ambiente musical de nuestra ciudad ya que varios músicos militares colaboraban con nuestra banda municipal de música. Pero por otra parte, se inauguraba la plaza de toros “Coliseo San Rafael”, el 17 de setembre de 1961, coso taurino donde, en sus 24 años de existencia, toreraron importantes figuras del toreo y se convertiría también en una gran sala al aire libre para la cultura cinematogràfica, pues fue el primer cine donde se pudieron ver películas en cinemascope, de 1963 a 1967, a la vez que importante escenario musical con las actuaciones artistas nacionales, aunque ya comenzaron a llevarse a cabo alguna actuación de artistas internacionales como parte del cambio de tendencia musical por el tipo de turista que estaba llegando a nuestra isla. Como muestra, durante la década de 1960 actuaron en esa plaza Rafael Farina, Juanito Valderrama, Dolores Abril, Angelillo, Lucho Gatica, Rory Storm y los Hurricanes de Liverpool, Fernando Esteso, el Príncipe Gitano, Pepe Marchena, Emilio El Moro, la Niña de la Puebla, Antonio Molina, Lolita Sevilla, Manolo Escobar, Luis Aguilé, Bruno Lomas, Robert Jeantal, los Hermanos Calatrava, Peret y sus gitanos, Carmen Sevilla, Augusto Algueró y el Duo Dinámico, entre otros artistas, junto a representaciones de teatro universitario español y exhibiciones de lucha libre con destacados campeones nacionales e internacionales.
Mientras tanto, el Ayuntamiento de la ciudad abría, el mes de febrero de 1961, la muralla del baluarte de San Juan para hacer un túnel que permitiera la salida de vehículos de Dalt Vila, pues el tráfico ya había aumentado mucho en aquellos años y se hacía insostenible la entrada y salida de vehículos por el Rastrillo. La televisión llegó a Ibiza con cierta nitidez durante el verano de 1962 y, poco a poco, se fue introduciendo primero en los bares y luego en las casas particulares. Ese año se inauguró el primer supermercado de la isla, el Super Balanzat, en la plaza del Parque, y la primera empresa instaladora de rótulos luminosos, también en la misma plaza. Junto a estos progresos, comenzaron los robos de bicicletas de las aceras, en una ciudad donde era habitual dejar aparcadas en los bordillos de las aceras o sobre ellas durante horas y a veces días. Estos robos hicieron que se acabara también la costumbre de dejar las llaves de las puertas de la casa puestas o debajo de la esterilla de la entrada.
Por otra parte, la vida de la gente iba cambiando y las casas mejorando su sistema sanitario, pasando de tener una letrina comunitaria en la escalera para uso de los vecinos de la misma a instalarse lavabos, waters y duchas dentro de cada casa, elementos sanitarios que ya tenían las nuevas casas que se construyeron en el ensanche de la ciudad hacia la avenida de España o la avenida de Ignacio Wallis. Aquella fiebre reformista, hizo que nuestros cines se fueran modernizando para adaptarse a las nuevas tecnologías. Por ello, el mes de enero de 1964, comenzó a ser derrocado el tradicional Teatro Serra para construir en su lugar uno completamente moderno y con mayor capacidad.
La industria turística, que iba en aumento, hizo que nuestra percepción cultural, social y política sobre nuestro país y el extranjero fuera cambiando, valorando las democracias y otras formas de ver la vida y las costumbres. Algunas figuras del cine o de la aristocracia comenzaron a visitarnos, siendo la admiración de los ibicencos el pensar que teníamos entre nosotros a aquellas estrellas de la pantalla que tanto admirábamos. Había sido el caso de Errol Flynn, en 1956, y ahora era el caso de Esther Williams, en 1962, y de John Wayne, en 1963, o de la ex emperatriz de Pérsia, Soraya, ya repudiada por el Sha. Fue la época donde comenzó a imperar el gusto por los nuevos cantantes extranjeros, más modernos que la canción que se escuchaba por los cantantes españoles.
Paul Anka, Doménico Modugno, Elvis Presley, Adriano Celentano, Connie Francis, Gilbert Becaud, Johnny Halliday, Cliff Richard, Milva, Ray Charles y Mina hacían furor en las radios y en los singles que ya comenzábamos a comprar para poner en los pick-ups que nos servían para hacer guateques en las casas, otro de los grandes inventos de la época. Fue también el tiempo de grandes programas musicales en la única televisión que había, la TVE, con ‘Escala en Hi-Fi’ como pionera, y las retransmisiones de los festivales de la canción que había o se iban creando: el Festival de San Remo, el Festival de Benidorm o el Festival de Palma de Mallorca. Cada año aparecían nuevos cantantes y ponían de moda alguna canción, como las cantantes francesas Françoise Hardy (“Tous les garçons et les filles” era su tema estrella del momento) y Sylvie Vartan.
Junto a la llegada de las familias turistas comenzaron a llegar unos personajes que llamaron la atención: los beatniks. Veamos como fueron recibidos estos personajes en nuestra isla. Transcribo un fragmento de un comentario aparecido la sección “La Ciudad” del Diario de Ibiza del 5 de septiembre de 1963: “(…) Al amparo de la honorable riada turística y al socaire, también, de honorables y auténticos artistas que nada tienen que ver con esa grey desgalichada y amoral, a la Isla llega con demasiada frecuencia puro desecho social, pura escoria de inadaptados, que la más indispensable higiene de la Isla no tiene porque tolerar. Sucia grey, deshonesta grey, ruin grey (…)”. Los que provocaron más escándalos públicos fueron expulsados de Ibiza y los que tenían un comportamiento más normal siguieron viviendo aquí. Tal era el atractivo de Ibiza en aquella década en la que iba en aumento la llegada de este tipo de gente.
La gran construcción de hoteles y edificios de aquella década contrastaba con el declive del trabajo en el campo y en las pocas fábricas que quedaban abiertas en la ciudad, pues los negocios dedicados al turismo ofrecían mejores perspectivas de trabajo y mejor pagadas. A la vez, el mundo cultural ibicenco también tuvo su revulsivo durante aquella década, pues a la creación del grupo Ibiza’59, integrado por artistas abstractos extranjeros, reaccionaron un grupo de artistas ibicencos creando, en 1962, el Grupo Puget. Los pintores Vicente Ferrer Guasch, Vicente Calbet Riera, Antonio Pomar Juan y Antonio Marí Ribas ‘Portmany’ se reivindicaron como continuadores de la obra del pintor figurativo Narciso Puget Viñas, reivindicando a la vez la pintura figurativa. La sala de exposiciones de la Caja de Pensiones fue el primer lugar donde expusieron de forma colectiva sus obras, haciéndolo después en Palma y en la sala El Corsario, donde solía exponer el grupo Ibiza’59. El Grupo Puget se disolvió en 1964, pero sus componentes siguieron pintando y adquiriendo renombre. Junto a ellos, destacó el acuarelista ibicenco Narciso Puget Riquer. Por lo que respecta a la historia y la literatura, al amparo del prohombre de nuestras letras, Isidoro Macabich Llobet, fueron creciendo otros nombres que han formado parte del grupo de los clásicos de nuestra literatura e historia, como Mariano Villangómez Llobet, Enrique Fajarnés Cardona, Cosme Vidal Lláser y Antonio Costa Ramón.