Amor de lunes, ordinario y desabrido, te presentas de nuevo ante mí y no estoy preparado. Me preguntas, amable, por mi fin de semana y yo quisiera decirte fatal, terrible, deseando que llegue el lunes para estar fatal, terrible, pero cerca de ti. Amor de lunes, con tus oportunas sugerencias en la reunión de los lunes. Esta empresa acabará dominando el mundo, será una multinacional sin escrúpulos ni cabeza visible y será gracias a ti, amor de lunes con tu carpeta, tus gafas y tus notas pasadas a limpio. La gente como yo no construimos multinacionales, los enfermos de amor no sabemos nada de la economía. Conocemos sólo la desesperanza y el aliento tibio de la especulación sentimental. ¿Me comprendes, amor de lunes? Ya sé que no. Lo que estoy intentando decirte es que te va a ir bien, y yo quiero que te vaya bien, porque te amo, todavía, porque admiro tu forma de avanzar, serena, como los días de la semana, dejando atrás el tiempo consumido y los pequeños juegos y nuestro idioma inventado. Amor de lunes, tuviste la gentileza de fijarte un rato en mí y mi vida y, durante unas semanas, fue espectacular. Amor de lunes, imposible realidad en el que me sueño siempre, voy a presentar mi renuncia, voy a buscar asilo en los bosques de araucarias del sur. En estos bosques antiguos nunca es lunes, ya existían cuando daban vueltas los dinosaurios (¿conocieron los dinosaurios el amor? Claro que lo conocieron.), estos bosques que están, al parecer, condenados a morir en este breve frenesí de humana modernidad. Mira, su ciclo se parece al nuestro, pero justo al revés: las breves semanas en que estuvimos juntos me llenaron de vida, y ahora, como un dinosaurio sin nombre científico, camino por el inmenso continente preguntándome si fue verdad el meteorito que recuerdo y, si lo fue, por qué sigo vivo.
Miro el mundo y estoy convencido de que cada vez somos menos, los enamorados.
Amor de lunes, en los días buenos me digo que un día de amor vale más que una vida entera de soledad. Pero el día se acaba, termina, concluye y cada vez es más difícil convocarlo. ¿Qué hacemos los enamorados extintos? ¿Llegarán algún día los paleontólogos del futuro para predicar nuestra belleza? Miro el mundo y estoy convencido de que cada vez somos menos, los enamorados. Los enamorados que fuimos dichosos, que conocimos el fulgor y su precio, ¿qué haremos ahora? Pero tu sigues, amor de lunes, y te admiro por ello, y si puedes seguir es porque no fue lo mismo para ti, amor de lunes, eso lo comprendo ahora. Yo fui un experimento, un probar para ver, una pequeña decepción sin mayores consecuencias, ni siquiera un incómodo encuentro futuro cada lunes, en la oficina, donde tú evolucionas hacia una criatura hiperconectada mientras yo moro impasible en el bosque de araucarias de mi escritorio, pensando en el meteorito y en la extinción. Pero de pronto me miras un segundo más de la cuenta, y tacho, casi feliz, un día más en el calendario de la eternidad.