EFE / España es uno de los países de Europa con mayor número de personas que afirman trabajar menos horas de las que querrían, lo que se conoce como subempleos o empleos vulnerables, según el último estudio sobre el mercado de trabajo del Observatorio Social de La Caixa.
De acuerdo con el informe, con datos de 2018, el 6,8 % de la población vive en España en hogares con personas que están empleados por debajo del 20 % de su potencial de trabajo, lo que supone el mayor porcentaje en Europa solo por detrás de Grecia.
Para realizar este cálculo, el organismo ha usado la información de la Encuesta de Población Activa (EPA) sobre horas efectivas de trabajo y horas deseadas.
Este indicador, uno de los que muestra la precarización del mercado laboral, alcanzó su pico en 2012 con el 11,8 %, triplicando los niveles previos a la crisis cuando rondaba el 3 %.
Aunque el porcentaje ha mejorado en los últimos años con la recuperación económica, señala el estudio, la posición relativa de España en el ranking europeo ha empeorado pasando del puesto 13 en 2005 al 27 o penúltimo en 2015.
«Es habitual que este tipo de empleo esté ligado tanto a la parcialidad involuntaria como a contratos de trabajo de un número de horas menor que las realmente deseadas», señala el documento.
Se puede relacionar también, recogen, con el empleo que no incluye cotizaciones sociales o lo hace de forma limitada, además de con el empleo mal remunerado que paga por debajo del salario mínimo legal correspondiente.
Junto a este indicador, el estudio analiza otra serie de aspectos del mercado laboral en España y alerta de los todavía elevados índices de pobreza laboral, inestabilidad laboral, cualificación inadecuada para el puesto de trabajo, desempleo juvenil o niveles salariales.
El mercado de trabajo español es uno de los que presenta disfunciones más importantes dentro de los países de la UE, concluye.
«Durante los ciclos recesivos aumenta mucho la tasa general de desempleo y durante los expansivos aumenta el número de trabajadores con contratos de corta duración, con una importante inestabilidad en el empleo», apunta.
Prácticamente, subraya, todos los indicadores ligados a las necesidades sociales empeoraron desde el inicio de la recesión, sin que los avances logrados en el corto período desde el final de la crisis hayan supuesto un recorte sustancial de esas pérdidas.