EFE / Aunque las praderas submarinas muestran signos de recuperación, es “imprescindible seguir con las labores de restauración» de los bosques marinos de posidonia, ha indicado el experto Eduardo Maynau, quien ha detallado las cinco razones por las que esta planta acuática «tiene un valor ecológico incomparable».
Maynau es el delegado de Red Eléctrica Española en Baleares, empresa impulsora del proyecto Bosque Marino, que trabaja en la reforestación de dos hectáreas de esta especie acuática, endémica del Mediterráneo, en la zona de la bahía de Pollensa (Mallorca).
En relación al reciente estudio publicado en la revista Nature Communications, que analiza la recuperación de las praderas submarinas europeas, el experto ha insistido en la importancia de «frenar en seco su degradación» porque la posidonia constituye un «agente natural contra la crisis climática en España».
La importancia ecológica de esta especie vegetal reside en su papel como «sumidero del carbono orgánico que está disuelto en el agua», ha apuntado Maynau, quien ha recordado que «la cantidad de CO2 que pueden llegar a atrapar estas praderas submarinas supera a la acción de los bosques terrestres».
Las matas de posidonia son capaces de almacenar el doble de carbono que los bosques templados y tropicales del planeta, según cuantificó un estudio publicado en 2012 en la revista Nature Geoscience, que contó con la participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas.
Entre sus grandes beneficios para el Mediterráneo, destaca «su capacidad de almacenar los sedimentos del mar», lo que contribuye a que islas como Ibiza, Formentera o Mallorca tengan sus «idílicos paisajes de aguas cristalinas», ha añadido.
Las poblaciones de posidonia también constituyen «el hábitat natural de otras especies de flora y fauna, a las que proporcionan cobijo y protección», por lo que la degradación de esta especie implica «la alteración del ecosistema natural de muchas otras», ha apuntado Maynau.
Otra de las características que hacen especial a la posidonia es que «tiene gran influencia en los distintos procesos ecológicos» como la atenuación del oleaje, la retención de material y la fijación del sedimento.
En particular, los ejemplares de esta especie «reducen la fuerza de las olas, protegen la línea de costa, ayudan a preservar el sistema playa-duna de Baleares y contribuyen a la formación de arena», ha precisado el experto.
Esta «joya del Mediterráneo» también posee gran valor científico, ya que sus bosques sirven como «laboratorios vivos submarinos» que permiten estudiar cómo contribuye esta especie a mitigar los efectos de la crisis climática sobre los ecosistemas marinos.
Amenazada por la pesca ilegal de arrastre, el fondeo de los barcos, las obras costeras, los vertidos y el cambio de las condiciones ambientales, la posidonia «tardaría unos cien años en volver a brotar y recuperarse por completo de forma natural» y, por eso, «hay que ocuparse no solo por protegerla sino de regenerar sus praderas”, ha advertido Maynau.
Con un presupuesto de medio millón de euros, el proyecto Bosque Marino pretende plantar hasta 12.800 ejemplares a lo largo de este año, de los que ya se han cultivado cerca de 8.000.
Según el experto, “nunca antes se había trabajado en una pradera tan grande de posidonia”, lo que convierte a éste en un “proyecto pionero” que permitirá seguir estudiando a fondo las particularidades de esta especie.