@C. Vidal / ¿Qué hacen más de cien personas un sábado a las once de la noche en un descampado de Santa Eulària? No, no es una adivinanza; tampoco es un botellón ni una rave nocturna. Son aficionados a la astronomía y están ahí para escudriñar el cielo con los cinco telescopios habilitados por la Agrupación Astronómica d’Eivissa (AAE), que el pasado día 18 convocó una nueva sesión pública de observación en la Villa del Río.
“¿Dónde quieres ir? A ver la Luna o a Saturno”, pregunta una madre a su hijo. “¡A la Luna!”, responde el niño, ilusionado. Los dos se dirigen a uno de los grupos que, bien ordenados en filas, esperan pacientemente su turno. Albert Prats, ex conseller de Medio Ambiente, es el encargado de uno de los telescopios dirigidos a nuestro satélite, esa noche en cuarto creciente. “Tómate el tiempo que quieres y, sobre todo, disfruta con la vista”, aconseja a uno de los asistentes más jóvenes.
“Para los niños es una fiesta; salen de noche y, encima, les enseñan la Luna y los planetas. Eso es bueno, porque estos chavales, en el día de mañana, pueden ser futuros astrónomos. Quién sabe. La intención de estos encuentros es precisamente ésa: fomentar el interés y la curiosidad por la astronomía”, afirma José Luis Bofill, presidente de la AAE.
Tras deleitarse uno o dos minutos largos contemplando la Luna y sus cráteres, grandes como platos gracias a las potentes lentes, toca dirigirse a otro punto de observación. “Saturno se puede apreciar muy bien y sus anillos son muy visibles. Si ves un punto de luz cerca del planeta, se trata de Titán, una de sus lunas”, afirma otro de los integrantes de la Agrupación Astronómica d’Eivissa. “¿Sabes de qué están hechos los anillos de Saturno? Son innumerables piezas de hielo, polvo y piedras”, comenta uno de los asistentes a su acompañante.
El observatorio de Puig d’en Molins
Hay tres o cuatro de estas sesiones públicas de observación al año. “Pero nosotros nos reunimos casi cada sábado en Cala d’Hort, junto al observatorio que hay allí. Ahora han vuelto a reemprender las obras del antiguo observatorio de Puig d’en Molins y, si todo va según lo previsto, quizá dentro de dos o tres meses ya funcione otra vez. Es más accesible, porque está dentro de la ciudad, aunque el sitio no es muy bueno, pero para temas pedagógicos sí que va bien”, comenta el responsable de la agrupación.
Bofill es toda una institución dentro de la Agrupación Astronómica d’Eivissa, a la que pertenece desde su mismo año de fundación, en 1956. “Estoy metido aquí desde que tenía 16 años, y ahora tengo unos cuantos”, bromea. Nunca se ha planteado dedicarse a la astronomía, pese a todos sus conocimientos sobre el firmamento. “No se me ha pasado por la cabeza. Lo mío es amateur y no creo que hubiese estado capacitado para dedicarme a esto de forma más profesional. Eso sí, en Cala d’Hort sí hay gente muy preparada y, desde Eivissa, se han descubierto, al menos catalogados, tres asteroides”, añade.
La noche, bastante despejada y desprovista de viento, facilita la observación astronómica, que comenzó a las diez de la noche y se prolongó hasta la 1,30 horas de la madrugada, reuniendo a unas 250 personas a lo largo de la velada. Algunos valientes se quedaron hasta el último momento y pudieron observar maravillas del cosmos como son el cúmulo de Hércules o la estrella doble Albireo, en la constelación del Cisne. Otros nos conformamos con ver la Luna y Saturno y saber de qué están hechos sus famosos anillos.