EFE / Once miembros del consejo ciudadano autonómico de Podemos en Baleares, que formaron la candidatura Construint Podem, entre ellos Laura Camargo, Balti Picornell y Aligi Molina, han anunciado su dimisión ante «la deriva errática de la dirección» y por su «subalternidad y obediencia al PSOE».
Los dimisionarios aseguran en un comunicado que han retrasado esta decisión durante un tiempo porque no querían que interfiriera en las pasadas elecciones generales «ni que fuera utilizada de forma interesada».
Quienes dimiten del consejo autonómico y de «todas sus responsabilidades» desde este viernes son Laura Camargo (exportavoz parlamentaria), Baltasar Picornell (expresidente del Parlament), Fernanda Caro, Adrián Martínez, Mireia Rubio, Aligi Molina (exconcejal de Palma), Laura Mariani, Sabina Riera, Antonio Sánchez-Tirado y Ximena De La Vega. Helena Herrera, que dimitió anteriormente, se suma al escrito.
Justifican la dimisión en «la deriva errática de la dirección de un proyecto» a cuya creación contribuyeron y que «nació para ser radicalmente transformador». Recuerdan que la lista Construint Podem, a la que pertenecen, obtuvo un 41,6 % de apoyo en las primarias de la II Asamblea Ciudadana de Podemos IB en octubre de 2017.
Alegan que entre los motivos de la renuncia figuran la «política de subalternidad y obediencia al PSOE» hasta «la práctica desaparición de las reivindicaciones propias del Podemos primigenio contra la saturación turística, para la protección del medio ambiente, a favor de la regeneración democrática o de la lucha contra la deuda que ahoga a Baleares».
Rechazan «unas líneas cada vez más alejadas de los principios del republicanismo y de la impugnación del Régimen del 78», así como la «obsesión gobernista a cualquier precio, incluso dejando por el camino jirones esenciales del programa» y la «institucionalización de un proyecto transformador que venía a cambiarlo todo».
Se oponen a la aceptación de lo que describen como «políticas del asfalto contrarias a las propuestas del programa medioambiental original de Podemos», como la construcción de la autopista Llucmajor-Campos.
Otro de los motivos de la dimisión es la «falta de democracia interna», con «inoperancia de cualquier forma de decisión colectiva y ahogamiento progresivo de casi todos los círculos del partido, especialmente de los círculos con más debate político y posicionamientos críticos hacia la dirección».
Critican que se ha suplantado cualquier decisión colectiva «por un grupo de afines a la secretaría general, hasta reducir a una total inoperancia cualquier órgano», con «persecución y rechazo del libre pensamiento y la discrepancia política» y una «confusión constante de la lealtad con la obediencia ciega al partido».
También se oponen a la «burocratización» del partido nacido en las plazas del 15M, el alejamiento de los principios de horizontalidad y participación, la falta de comunicación interna y la inexistencia de asambleas ciudadanas presenciales y de actos públicos de rendición de cuentas por parte de los cargos públicos de Podemos, limitando la vida del partido a las invitaciones organizadas por la dirección o la participación en escasas consultas on-line «con preguntas-trampa para ratificar lo ya decidido desde arriba».
Acusan al partido de «derivas contrarias al feminismo, los cuidados y la sororidad», con «actitudes agresivas entre compañeros y compañeras», y de «neutralizar» a personas «incómodas» para la dirección, sin debate previo.
Y así, es cómo tras una encomiable iniciativa ciudadana para regenerar la democracia nacional, queda un partido lleno de llepaculs y no sabemos ni cómo.