@Noudiari / Un alumno de Secundaria de Ibiza de 12 años de edad relata en primera persona y en colaboración con su hermana, de ocho, su día a día confinado en casa junto a sus padres. Su idea es hacer un ‘cuaderno de bitácora’ mientras dure el “encierro”. Desvelarán sus identidades una vez concluya el Estado de Alarma decretado por el Gobierno y un día antes de que puedan volver a clase, tal y como ambos han acordado.
Día 31 de sufrimiento.
Esta mañana mi padre ha entrado más de 40 veces en mi habitación (en ese número he parado de contar) y no era para decirme que me levantase (aunque lo ha conseguido) ni para traerme el desayuno (que hubiese estado bien).
Tampoco para echarme la bronca, más tarde, por estar jugando en el ordenador y no haberle ni saludado (cosa que ya me ha extrañado más).
La quincuagésima cuarta vez que ha entrado, con las manos a la espalda y la misma pinta que se le pone cuando está buscando el mando de la tele y lo tiene en la mano, le he preguntado qué le pasaba.
Resulta que se ha descargado una app en el móvil que le cuenta los pasos y los kilómetros que hace. Vale, muy bien, campeón. Si solo fuera eso me daría completamente igual.
Lo que no me parece tan bien es que mi habitación sea una de las etapas principales de su recorrido porque como está en la otra punta de la casa, la usa para dar la vuelta. Y ojalá esto fuese lo peor.
Lo peor ha venido a la hora de comer, cuando ha estado 15 minutos intentando que nos interesáramos por su hazaña. Nos lo ha contado con la misma ilusión que mi hermana pequeña cuando acaba de venir de una excursión.
Mi hermana y yo seguiremos contando mañana cómo va esto del encierro.
Quién lo iba a presagiar, ahora todos nos hemos vuelto unos deportistas de élite, de algo hay que fardar con los vecinos
Paciencia chicos¡