@Noudiari / En el Día de la Tierra, que se celebra hoy 22 de abril, Amics de la Terra ha emitido un comunicado en el que reflexiona sobre la actual situación con la pandemia del coronavirus y replantear la misión ecológica de Ibiza.
Todos los años, por estas fechas, Amics de la Terra y otros asociaciones ecologistas, celebran actividades en la calle y leen un manifiesto, algo que este año por la crisis del Covid-19 no pueden hacer, por lo que afirman que «solo podemos conmemorar el día con un manifiesto, que sirva para reflexionar y repensar sobre las cosas importantes para la vida y para el planeta».
En su escrito destacan el gran trabajo que hacen tantas personas en la sanidad, en los servicios públicos y esenciales como: agricultoras y agricultores, tenderos, transportistas y repartidores, «y un largo etcétera que por no mencionarlos no desmerezcan un gran reconocimiento y valor».
Consideran que a muchas personas estos momentos de confinamiento y pausa, los sirven para hacer introspección, limpieza mental y plantearse cambios o adaptaciones, «como cuando un hace limpieza de casa, de almacén, y uno solo se queda con lo necesario, con lo importante y se desprenden de lo superfluo e innecesario que han acumulado durante los años. Pero a un nivel más terrenal y más de cada día, vemos como muchas personas, familias o colectivos se tienen que preocupar por cómo podrán mantenerse o sobrevivir con una temporada incierta, donde los mínimos ingresos para cubrir las necesidades básicas de alimentación, vivienda o impuestos, no estarán asegurados del todo».
Amics de la Terra considera que en primer lugar hay que asegurar que las personas y colectivos más vulnerables estén protegidos por un sistema social que asegure que nadie se queda sin comer y sin la posibilidad de tener un techo. «A nivel nacional ya se plantea, y pensamos que a nivel de comunidad se tendrían que reforzar estas medidas», destacan.
Una vez que las necesidades básicas sociales estén cubiertas, «hay que empezar de verdad a replantearnos también, y como dicen expertos y sabios: si lo anterior nos ha llevado hasta aquí, ¿tenemos que recuperar a toda costa y a cualquier precio lo anterior para seguir con la normalidad ‘anormal’?».
Es aquí donde quieren poner el punto y aparte como asociación ecologista y dar un toque de atención a la ciudadanía y a los responsables políticos especialmente, para que las urgencias y las excusas para volver a una cierta “anormalidad” anterior, no borre de un soplo «las tímidas y siempre recortadas medidas ambientales y de protección del territorio y de nuestro entorno», explican. «Es un buen momento para replantearse ciertas dinámicas complejas que han hecho que nos situáramos al límite de la capacidad que tiene nuestra isla, y nuestro planeta, para asegurar un mínimo de calidad de vida para todos los que vivimos, sin necesidades ingentes y crecientes de recursos lejanos, que hasta ahora han llegado como si no hubiera ningún límite al crecimiento infinito», destacan.
«Desgraciadamente por los más ingenuos, el crecimiento infinito no existe, no es posible, es una ilusión y una trampa que nos hacemos todos, y esta experiencia nos tendría que servir a todos para ver qué cosas tenemos que guardar y conservar, y qué cosas superfluas e innecesarias son prescindibles», relatan. Para Amics de la Terra las personas son lo primero sí, pero el medio ambiente que las sustenta también. «Es una realidad, y con esta realidad nos tenemos que adaptar a la nueva situación».
Para finalizar comentan que hay soluciones, esperanza e ilusión. «Podemos reconstruir desde la solidaridad, la cooperación, la justicia social, y no podemos dejar de lado en ningún momento el respeto al medio, al territorio, a los recursos naturales que hemos recibido en herencia y que tenemos que mantener y cuidar para las próximas generaciones. Habíamos acelerado peligrosamente por un camino que nos llevaba a un precipicio y sin muchas intenciones de frenar, ahora hemos tenido que frenar por culpa de un virus, un agente microscópico, insignificante y diminuto, que obliga a las células a comportarse cómo él quiere; nosotros teníamos inoculado una dolencia también peligrosa, que en nombre de un papelitos con números de 10, 20, 50, 100, 200… nos hacían perder de vista nuestro planeta, nuestra tierra y las personas que nos rodean. ¡Esperamos que nos sirva para aprender!».