@LauraFArambarri / Son visitantes habituales de Ibiza y Formentera; fieles desde hace décadas, que ya están contando los días para poder viajar a las islas en cuanto las autoridades sanitarias lo permitan.
Se interesan desde la distancia por sus amigos ibicencos, unas amistades labradas año a año en cenas distendidas bajo un porxo o compartiendo un día en el mar.
Estos turistas nada tienen que ver con las discotecas y las imágenes estrambóticas que llenan los telediarios durante el verano.
Buscan exactamente lo contrario. Es más, el horizonte de poder ver un atardecer en la isla, de tumbarse al sol en una de sus playas o de disfrutar de una cena tranquila con amigos en las Pitiusas forma parte de la luz que ven al final del túnel de este confinamiento. Ibiza y Formentera son sus lugares de paz y de descanso.
En cuanto les permitan viajar, por supuesto con todas las garantías sanitarias para los isleños y para los turistas, estarán aquí.
Como dice la editora Laura Álvarez: «En avión, en ferry o a nado, en agosto o en noviembre, pero volveremos»
José Sanclemente
José Sanclemente es presidente de la sociedad editora del periódico digital eldiario.es y es, además, escritor ( Tienes que contarlo, No es lo que parece , Esta es tu vida, Ilusionarium y Regeneración, que sale en junio de este año). Su relación con la isla es estrecha y longeva.
«Solemos ir a nuestra casa de Sant Josep muchos fines de semana desde Barcelona. Es más, teníamos previsto viajar esta Semana Santa a Ibiza con toda la familia», explica a Noudiari.
Este viaje iba a ser muy especial porque se iba a sumar un nuevo miembro de la familia, el segundo nieto de Sanclemente, que nació el 12 marzo.
«Para nosotros, Ibiza, a la que llevamos yendo asiduamente desde hace casi 20 años, es un chute de optimismo que ha desaparecido temporalmente»
«También se apuntó nuestra hija con su marido y nuestro nieto Liam, de 20 meses, así que todo estaba preparado para pasar unos días juntos en familia cuando se declaró el estado de Alarma y nos cancelaron los vuelos. De tal forma que lo que iban a ser unos días juntos en la isla se ha convertido en un distanciamiento forzoso», lamenta Sanclemente, que no ha podido conocer en persona todavía a su nieto recién nacido.
Ni siquiera pudieron ir a la clínica, así que lo han conocido a través de videoconferencias y sin poder tener contacto físico alguno por el momento.
«Para nosotros, Ibiza, a la que llevamos yendo asiduamente desde hace casi 20 años, es un chute de optimismo que ha desaparecido temporalmente», asegura Sanclemente.
«Nos gusta disfrutar de los paseos junto al mar, bañarnos en cualquier época del año y descubrir sitios maravillosos que, aunque parezca imposible, están preservados del turismo masivo», relata y lanza un mensaje en el que coincide con todos los testimonios recabados para este reportaje: «Ojalá también en la isla, cuando salgamos de esta crisis sanitaria, se pueda hacer una reflexión sobre si vale la pena explotarla a los niveles en que estaba antes del virus. Yo creo que no, pero no solemos aprender de las experiencias, aunque estas sean tan traumáticas como la que estamos viviendo».
«Ojalá también en la isla, cuando salgamos de esta crisis sanitaria, se pueda hacer una reflexión sobre si vale la pena explotarla a los niveles en que estaba antes del virus. Yo creo que no, pero no solemos aprender de las experiencias, aunque estas sean tan traumáticas como la que estamos viviendo».
Laura Álvarez
Laura Álvarez, editora y residente en Barcelona, siente por Ibiza una fascinación que no se apaga con los años.
Veraneó por primera vez en Ibiza a los 18 años y este verano, que cumple 50, no quiere fallar a su cita con la isla.
En ese intervalo ha veraneado en Ibiza de manera intermitente pero, en los últimos tiempos, viene siempre, incluso dos o tres veces al año.
Es más, tiene un balcón «de tres palmos» en Barcelona y, cada vez que sale un rayito de sol, se pone allí en bikini, con música chill, cierra los ojos y se imagina que está en Ibiza.
«Mi único objetivo, cuando todo esto termine, es echarme al sol en Platges de Comte o en Cala Saladeta y cenar en casa de mis amigos Puri y Perfecto»
Precisamente a principios de abril Laura Álvarez iba a reservar sus vacaciones de verano en Ibiza, con su hija Tanit (ojo al nombre ibicenco de la hija) y una amiga de la chica. Un plan que se ha quedado en el aire.
«Seré la primera en ir, ya sea a nado, en barco, en avión o como pueda. Mi único objetivo, cuando todo esto termine, es echarme al sol en Platges de Comte o en Cala Saladeta y cenar en casa de mis amigos Puri y Perfecto», dice, rotunda.
Laura Álvarez, como tantos otros turistas fieles a Ibiza, ha hecho amigos en la isla, que son tanto residentes como otros turistas fieles con los que coincide cada verano.
Nunca viaja a Ibiza en agosto por las aglomeraciones, pero este año no lo descarta porque todo apunta a que habrá menos masificación.
Y no descarta tampoco viajar en octubre, noviembre o diciembre. No se va a quedar sin su dosis de Ibiza.
Esta editora comprende «lo duro que está siendo esto para la isla, que depende del turismo», pero, amante de la naturaleza como es, cree que esta situación deber hacernos reflexionar porque es evidente que la tierra se está tomando un respiro; una calma que la isla «va a notar mucho».
«Me consuela pensar que le estamos dando fuerza a Ibiza con ese descanso», dice.
Además de venir por vacaciones, Laura Álvarez tenía pensado viajar a Ibiza a finales de junio para la presentación del libro Hombres de verdad del escritor Alberto Marcos (Páginas de Espuma), compañero de trabajo, además, y otro visitante habitual de la isla, donde su familia veranea desde hace muchos años.
Alberto Marcos
La familia del escritor y editor Alberto Marcos (La vida en obras, Hombres de verdad) lleva 30 años veraneando en Ibiza.
Tres décadas en las que sus padres, que son los que pasan más tiempo durante el verano, han forjado grandes amistades y sienten Ibiza como una parte importante de sus vidas.
Es el lugar donde se reúne toda la familia, donde disfrutan del mar juntos, y donde visitan los restaurantes de toda la vida y también las novedades, porque les gusta experimentar y probar las nuevas propuestas gastronómicas.
A lo largo del verano pueden llegar a pasar por la isla hasta 15 miembros de la familia, a los que habitualmente se suman amigos de los padres o de los hijos.
«Echo tanto de menos a mi familia durante el confinamiento que solo puedo pensar en juntarnos todos de nuevo en la isla, ese sería mi plan ideal para este verano o cuando se pueda»
«Mi primera vez en Ibiza fue con 13 años y voy a cumplir 43, así que llevo ya 30 años veraneando en Ibiza», relata Marcos, para el que Ibiza es este año una prioridad, incluso por encima de los viajes con amigos que suele programar por el extranjero.
«Echo tanto de menos a mi familia durante el confinamiento que solo puedo pensar en juntarnos todos de nuevo en la isla, ese sería mi plan ideal para este verano o cuando se pueda», afirma.
Es más, la familia ha dado como siempre la señal del alquiler de la casa en Ibiza y la intención es venir cuando se pueda, obviamente, y cumpliendo todas las recomendaciones.
«Ahora mismo estamos pendientes de las noticias: las normas de viaje que habrá, si pondrán aviones en marcha o tendremos que ir en ferry. La intención es ir si podemos como hemos hecho durante 30 años», subraya Marcos.
Los padres tienen barco, así que cada año navegan hasta Ibiza varias veces durante todo el año. Por eso no descartan venir a la isla en otoño o en invierno, en el caso de que finalmente no se pueda venir en verano, alojándose en el barco que tienen en su amarre del puerto de Sant Antoni.
«Para nuestra familia, para todos nosotros, Ibiza es casi lo que nos da ánimos en mitad de este confinamiento. Pensar en nuestros veranos en Ibiza y en regresar», subraya.
Si ahora pienso en cómo quiero que sea mi verano pienso en mi familia y en Ibiza».
Su libro Hombres de verdad tendría que haberse presentado en Madrid exactamente el mismo día en el que Pedro Sánchez anunció el Estado de alarma. Después tenía un calendario de presentaciones que incluía Ibiza y la Feria del libro de Madrid, pero todo está cancelado o pospuesto.
«Desde luego ahora hay cosas mucho más importantes en las que pensar y en las que preocuparse. El libro está gustando y me estoy lanzando a hacer cosas que nunca pensé que haría como leer relatos míos en Instagram», explica. Y es que los escritores están utilizando como nunca las herramientas que ofrece Internet para seguir en contacto con sus lectoras y lectores.
Antonio Colinas
Y si hablamos de escritores relacionados con Ibiza, mención destacada merece Antonio Colinas.
«Cuarenta y tres años en comunicación con Ibiza –viviendo en ella veintiuno de manera permanente con nuestra familia, amigos y vecinos– hacen imposible dejar de comunicarse con la isla. Lo digo ante las dudas que nos plantea el próximo verano, la actual situación del coronavirus y la inestabilidad social; pero en estos momentos nos resulta difícil aceptar que no podamos acudir a esa cita anual tan entrañable por tantas razones», explica desde Salamanca.
De entrada, Colinas tenía un viaje programado a Mallorca este mes de mayo, para asistir al Festival de Poesía y para un concierto-recital con la violinista ibicenca Lina Tur. Pero ambos se han suspendido. También tiene pendiente asistir en septiembre a las Converses de Formentor.
Pero lo que ahora le preocupa es regresar a Ibiza para esos días de «descanso pleno» del verano.
«Como cada año tenemos que replantearnos también a dónde iremos. Nuestra casa está alquilada porque con ese alquiler compensamos el alquiler que tenemos que pagar por nuestro piso en Salamanca; así que en los últimos años hemos tenido que adoptar soluciones varias, que cada vez han sido más difíciles dada la precariedad de la vivienda. Pero desde luego contamos con mantener esa relación con la isla, a veces por razones poderosas, como la de que allí trabaja nuestro hijo», explica.
Quizás si la situación se complica pensarán en la solución que también se está barajando para el Turismo: prolongar la temporada, acudir a la isla a finales delverano o incluso en otoño.
«Pero esperamos acudir», subraya.
Como ya ha dicho en otras ocasiones, sus vidas se dividen en dos amplios periodos de tiempo, antes y después de vivir en Ibiza. «Tengo hijos ibicencos y yo en concreto le debo mucho a la isla. Allí escribí una buena parte de mis libros, entre ellos seis dedicados exclusivamente a la isla y algunos fruto de varios años de investigaciones».
«Por razones familiares muy profundas no hemos tenido la posibilidad de vivir de manera continua en Ibiza, pero nunca hemos faltado a la cita de regresar a ella, de volver a revivir una historia de afectos profundos, de seguir testimoniando sobre esa tierra y sus gentes. Esos cuarenta y tres años han sido para nosotros años de convivencia y de respeto. Quiero terminar deseándole lo mejor para el mundo del Turismo, un bien de primera categoría para Ibiza y los ibicencos, para tantos trabajadores, para que se siga manteniendo su desarrollo presente y futuro en armonía», concluye Colinas.
Quiero terminar deseándole lo mejor para el mundo del Turismo, un bien de primera categoría para Ibiza y los ibicencos, para tantos trabajadores, para que se siga manteniendo su desarrollo presente y futuro en armonía»
David Trías
El director ejecutivo de la editorial Random House Mondadori, David Trías, al igual que Antonio Colinas, es algo más que un visitante de Ibiza, ya que se crió en la isla, donde vivió desde los 4 a los 16 años.
En 1986 su familia dejó la isla, pero desde entonces hasta hoy ha regresado cada año.
Entiende, como comenta Colinas, la preocupación que hay en Ibiza en estos momentos «porque hay muchos puestos de trabajo pendientes de un hilo» pero tanbién invita a hacer una reflexión sobre el tipo de turismo que se ha fomentado en la isla.
«Desde que mi familia dejó la isla, hace muchísimo tiempo, regreso cada año, una o dos veces, pero siempre evitando ir en verano. Ibiza me acompaña siempre, pero es cierto que en verano la he evitado», reflexiona.
«Mis meses preferidos han sido mayo y junio, o los meses de otoño. Este año tenía y tengo el plan de siempre, porque tengo billetes comprados para irme a Ibiza tres o cuatro días en junio, después de la Feria del Libro de Madrid, que se ha pospuesto a octubre», relata.
Imagina que esos billetes se quedarán en el cajón, pero no por eso descarta viajar a la isla: «Cabe la posibilidad de que este año, en julio o en agosto, nos permitan ir de una manera o de otra, en avión o en barco. Por eso me estoy planteando, por primera vez en todos estos años, ir a Ibiza en agosto, algo que no he hecho nunca por la masificación, especialmente en los últimos tiempos».
Me estoy planteando, por primera vez en todos estos años, ir a Ibiza en agosto, algo que no he hecho nunca por la masificación, especialmente en los últimos tiempos»
«Me gustaría ver con mis propios ojos esa Ibiza con la que tanto hemos soñado. De la que tanto hemos oído hablar, esa Ibiza utópica que han descrito tantos como Félix Julbe, en su Viaje real a un espacio utópico«, apunta.
«Una Ibiza -prosigue- que puede ser una réplica de la que Walter Benjamin se encontró cuando llegó a Sant Antoni, guardando las distancias. Descubrir la esencia de Sant Antoni, un lugar que está cargado de prejuicios pero que este año da la oportunidad de volver a descubrir», apunta.
Uno de los veranos inolvidables de la infancia de Trías en las Pitiusas trancurrió en Formentera con sus padres, a mediados de los años 70 en una casa sin agua y sin luz. «Recuerdo la vida primitiva; ducharnos con el agua del pozo, iluminarnos por las noches con los quinqués y el momento de columpiarme con un columpio de madera que me había construido mi tío», rememora Trías.
Sara Ruiz
Enamorada de Formentera está también Sara Ruiz, que trabaja en el departamento de Administración de una agencia de traducción de Barcelona.
Visita la isla desde que tenía 18 años (cumple 42 en junio).
«Descubrí Formentera durante un viaje a Ibiza, que no me estaba gustando nada porque todo consistía en ir a las discotecas», recuerda.
«Me sentía muy agobiada en esas vacaciones, salvo cuando encontrábamos alguna cala perdida durante el día o cuando recorríamos la montaña. El día que fuimos a Formentera me quedé maravillada con el silencio, la belleza. Un lugar sin semáforos, sin aglomeraciones…», relata.
En cuanto pisó Formentera supo, en suma, «que aquello era el paraíso» y por eso desde entonces ha estado viajando a la isla de manera muy frecuente primero con su pareja y después sumando a los dos hijos que tienen en común, hasta que el aumento de los precios en la isla les hizo imposible volver.
«Desde luego, si podemos, iremos a Formentera».
Hace tres años que no ha regresado por la carestía de los precios pero, curiosamente este año tenía previsto intentar de nuevo visitar Formentera. Y dice «intentar» porque lo tenía prácticamente descartado por los precios, «que no es que sean altos, es que son locos», lamenta. El plan alternativo era Croacia. «Pero, desde luego, si podemos iremos a Formentera».
Sara cree que esos precios tan elevados han espantado a un tipo de turista que realmente quiere a las islas: un turista familiar y tranquilo que no depende de la apertura de las discotecas y que, más bien al contrario, está enamorado de la naturaleza, la paz y el silencio que ofrecen las islas.
Una paz y un silencio que este año regresan, aunque muchos apuntan que el precio que habrá que pagar tal vez sea demasiado alto.