Laura Ferrer Arambarri / Hacer montículos de piedras en parajes naturales, en muchos casos simplemente porque está de moda para tomar fotos y difundirlas a través de las redes sociales, tiene consecuencias muy perjudiciales para la biodiversidad.
Así queda reflejado en un estudio elaborado con participación de investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) titulado Stone-Stacking as a Looming Threat to Rock-Dwelling Biodiversity, es decir, El apilamiento de piedras como amenaza inminente para la biodiversidad que habita en las rocas, y que ha sido publicado por la revista científica Human-Wildlife Interactions.
El Instituto Mediterráneo de Estudios Avanzados (IMEDEA) se hace eco del estudio, en el que los científicos señalan que estos montículos han aparecido en un buen número de áreas protegidas.
En España se han encontrado en el Parque Nacional del Teide (Tenerife) y en el de Cabrera (Islas Baleares), además de en muchas otras áreas naturales, como el Parque Natural Sa Dragonera y el Parque Natural de Ses Salines de Ibiza.
Según el estudio, coger piedras aisladas y apilarlas tiene muchas consecuencias.
Por una parte, elimina de su lugar piedras que crean condiciones especiales de temperatura y humedad en las que viven insectos, caracoles y arañas. Eso puede afectar gravemente a su supervivencia.
Por otra parte, cambiar la disposición de las piedras afecta a las interacciones entre depredadores y presas o entre competidores.
Efectos perjudiciales
“Esta nefasta práctica tiene un impacto principalmente preocupante en áreas áridas, en las que dichas condiciones microclimáticas son primordiales para las especies que se refugian debajo de las piedras. Además, erosionan el suelo y provocan daños en la vegetación. Por esta razón, mover, quitar o romper estas piedras puede causar un desequilibrio en el ecosistema”, afirma la investigadora del IMEDEA (UIB-CSIC) Anna Traveset.
En la isla de Madeira (Portugal), la alteración del hábitat asociada con la construcción de montículos de rocas es una amenaza para varias especies endémicas con distribuciones muy pequeñas, como la especie de musgo Riccia atlantica, “en peligro crítico» según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza.
Las lagartijas endémicas de Madeira (Teira dugesii) o las de Baleares, Podarcis lilfordi y Podarcis pytiusensis, la lagartija propia de Ibiza y Formentera, dependen de estas rocas para refugiarse, así como otras especies de invertebrados también endémicos.
“Hay varias especies que dependen de estas piedras como refugio y, por lo tanto, le pedimos a cualquiera que visite áreas sensibles para la conservación de la naturaleza que no mueva estas piedras. Que siga las indicaciones e intente reducir su impacto al máximo. No es fácil anticipar las consecuencias que actividades aparentemente inocuas, como la construcción de estos montículos de piedras, pueden tener en áreas con especies sensibles y amenazadas”, advierte Traveset.
El artículo diferencia claramente estas pilas de piedras de los tradicionales mojones, que se han utilizado durante siglos para la señalización de senderos y aún brindan servicios útiles para los visitantes (actuando como señales de orientación) y la naturaleza (evitando la apertura innecesaria de nuevos senderos).
«Puede afectar a la pervivencia de las especies»
«El nivel de humedad influye en la ocurrencia de especies y el impacto en el desempeño fisiológico y el comportamiento de los individuos que viven en rocas. Además, la distribución de las rocas superficiales puede influir en las interacciones bióticas con los conespecíficos y los no conespecíficos, como los competidores, los depredadores y las presas. Esto, a su vez, puede afectar la dinámica de la población y la comunidad e incluso afectar la persistencia a largo plazo de las especies», afirma el estudio.
«Las condiciones de microhabitat asociadas con las rocas superficiales son de particular importancia en áreas con baja complejidad estructural, como los paisajes áridos», añade.
«En los ecosistemas insulares, muchas de estas áreas a menudo albergan un número considerable de invertebrados endémicos y otros ectotermos, cuyo comportamiento y procesos fisiológicos están influenciados por los regímenes térmicos de los sitios de refugio rocoso», afirma el estudio.
Por eso, «remover, desplazar, el volcar o romper rocas puede afectar el perfil térmico del paisaje, la exposición a los elementos y los niveles de depredación, lo que induce impactos significativos en los organismos que habitan en las piedras», añade.
El estudio va más allá y subraya que el apilamiento de piedras en áreas sensibles «probablemente refleja más una búsqueda de fotos para las redes sociales que cualquier creencia cultural o espiritual. Estas estructuras pueden causar impactos negativos significativos en los organismos que habitan en las rocas y, a su vez, ponen en peligro la persistencia a largo plazo de muchas endémicas de corto alcance».
Por lo tanto, instan a los visitantes «a actuar con responsabilidad y no construir los montículos».
Además, alientan a las autoridades a desmantelar rápidamente cualquier pila de piedras erigidas y a implementar campañas educativas sobre la importancia de las piedras superficiales para los organismos que habitan en las rocas y las consecuencias negativas del apilamiento de piedras para la biodiversidad.
Este estudio está firmado por Ricardo Rocha, Paulo A. V. Borges, Pedro Cardoso, Mirza Dikari Kusrini, José Luis Martín-Esquivel, Dília Menezes, Mário Mota-Ferreira, Sara F. Nunes, Inês Órfão, Catarina Serra-Gonçalves, Manuela Sim-Sim, Pedro Sepúlveda, Dinarte Teixeira, y Anna Traveset, a la que cita el Imedea en su entrada.