EFE / Pedro Sánchez ha logrado sacar adelante la última prórroga del estado de alarma en un Congreso bronco y polarizado, en el que ha pedido unidad para la reconstrucción y ha reclamado rebajar el tono, pero también ha arremetido con fuerza contra PP y Vox y les ha responsabilizado de la crispación.
El Congreso da esta tarde la autorización de la última prórroga de la alarma -hasta las 00.00 horas del 21 de junio- para culminar la desescalada, y en el debate de este miércoles Sánchez ha anunciado que el próximo 9 de junio el Consejo de Ministros aprobará un real decreto ley para regular la «nueva normalidad».
Un decreto que no obstante, ha prometido Sánchez, «será lo más básico posible» porque el Gobierno no busca «sobrerregular» sino garantizar las medidas que las autoridades sanitarias siguen creyendo necesarias para la contención del coronavirus.
El presidente del Gobierno ha asegurado en su intervención que lo peor ha pasado y que la desescalada no ha tenido por el momento efectos negativos sobre la pandemia.
El jefe del Ejecutivo ha dedicado buena parte de su discurso a hablar de la necesidad de acabar con la crispación política. Ha recomendado «decir no al veneno del odio», y ha reclamado a la oposición «altura parlamentaria».
Pero tras una dura ronda de grupos, en la que se ha llevado los mayores reproches de la bancada de la derecha, ha cargado contra los líderes del PP y VOX, a quienes ha situado al mismo nivel.
«Casado y Abascal, tanto monta, monta tanto», ha dicho Sánchez, quien ha acusado a Pablo Casado de «utilizar los muertos contra el Gobierno de España, como ha hecho siempre el PP cuando ha estado en la oposición», y le ha vuelto a aconsejar que «no se sume» a Abascal, porque así hace «pequeño» a su partido y «grande a la ultraderecha».
Muy duros han sido tanto Casado como Abascal con el presidente del Gobierno.
El líder del PP le ha acusado de protegerse «bajo el palio» del estado de alarma y también de «ocultar» las cifras reales de fallecidos y ha prometido que pedirá una comisión de investigación parlamentaria sobre la «nefasta gestión» del Gobierno en la pandemia.
«Le recuerdo que allí (en la comisión) no podrán seguir mintiendo sin consecuencias penales», le ha dicho Casado a Sánchez.
Más duro ha sido Santiago Abascal, que ha acusado al vicepresidente Pablo Iglesias de «desear una guerra civil» y ha dicho que es el Gobierno y no Vox el que está incitando al odio.
Si Sánchez reprochaba a la derecha insistir en que se debieron suspender las celebraciones del Día de la Mujer y lanzaba un «¡Viva el 8 de marzo!», Abascal le ha replicado diciendo que eso es como gritar: ¡viva la enfermedad y viva la muerte!».
En el debate se han vuelto a escuchar por otra parte los reproches al Gobierno por pactar a varias bandas, y las justificaciones de unos y otros por seguir llegando a acuerdos aunque no les guste la gestión del Ejecutivo o tengan sus reservas sobre otras alianzas.
Así, el portavoz de ERC, Gabriel Rufián, advertía de nuevo a Sánchez de los peligros de seguir pactando con Ciudadanos, que es «Vox en fase uno» y le insistía en que «todo no puede ser». «Dime con quien pactas y te diré qué pactas», ha señalado.
Aunque Rufián ha tenido hoy otros encontronazos, los vividos con la portavoz de JxCat, Laura Borrás.
Borrás ha echado en cara a Rufián su acuerdo para la abstención con el Gobierno mientras insistía en que el independentismo debería ir unido y lamentaba que el portavoz de ERC hubiera antes acusado a su partido de haber permitido gobernar a la derecha en el pasado -cuando Ciu permitió la investidura de Aznar-.
El portavoz adjunto de Ciudadanos, Edmundo Bal, ha atacado y se ha justificado por igual: Ha espetado al presidente que este Gobierno no le gusta a Cs «nada, nada» pero ha defendido su voto favorable y el acuerdo con el Ejecutivo «sólo por el bien de España».
Planes económicos concretos, y no un «parcheo constante», es lo que ha reclamado Aitor Esteban, el portavoz del PNV, el otro partido que como Cs ha llegado también a un acuerdo para votar sí.
Compromís sigue en el no y continúa reclamando un trato más justo en la financiación, como ha explicado Joan Baldoví, a quien Sánchez ha dicho no entender.
Por su parte, portavoces como el del PRC y el de Teruel Existe han advertido al presidente de que su apoyo no es un «cambio de cromos».
Todo en un debate igual de bronco que la mayoría de los celebrados para discutir las prórrogas de la alarma. Y eso que éste se ha celebrado un día antes la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, hacía ronda con los portavoces para pedirles rebajar el tono.
«Mientras aquí se insultan, mientras aquí se odian, mientras aquí se enervan las pasiones, ahí fuera hay todavía gente en las UCI que se están debatiendo entre la vida y la muerte (…), me dan ganas de llorar», ha dicho la diputada de Coalición Canaria, Ana Oramas.