Joan Miquel Perpinyà / El próximo día 6 de julio se cumplirá un año desde que Vicent Marí llegó a la presidencia del Consell d’Eivissa gracias al pacto alcanzado entre el Partido Popular y Ciudadanos. El cambio tranquilo que entonces prometió se ha abierto paso, quizás con excesiva parsimonia porque los grandes problemas señalados en su discurso de toma de posesión ahí continúan y no parece que hayan mejorado notablemente.
Es cierto que se ha abierto la estación de ITV móvil, aunque ese logro hay que concedérselo también parcialmente al anterior equipo de gobierno de PSOE y Podem-Guanyem, que fueron los que tuvieron la idea e iniciaron los trámites para abrir esta instalación temporal. Y también es cierto que ha logrado acabar con las vallas publicitarias ilegales que atestaban la carretera del aeropuerto. Pero poco más. Por ahora el balance es claramente decepcionante.
Los efectos devastadores de la pandemia del Covid-19 en el turismo, base de la economía ibicenca y balear, son de tal magnitud que la desaparición de empresas y puestos de trabajo es inevitable. Lo saben todos los partidos políticos de la isla y por eso se han puesto de acuerdo en aparentar unidad y consensuar un paquete de medidas —junto con los agentes sociales— que permita salvar lo que se pueda. No servirá de gran cosa pero mejor esto que nada.
Vicent Marí y su vicepresidente 2º, Javier Torres, han adoptado la estrategia de reivindicación permanente con el Govern de les Illes Balears que preside Francina Armengol, a quien se culpa de todos los males habidos y por haber. Es una forma bastante burda de echar balones fuera y de mostrarse ante sus votantes como los políticos que pese a sus buenas intenciones, se ven boicoteados por el centralismo mallorquín. Mallorca nos mata. No hay demasiada originalidad en esta estrategia, que algunos comprarán por más que a la mayoría de ciudadanos les importe un rábano quién solucione los problemas en tal de que se haga. De momento, el acceso a la vivienda no mejora, ni tampoco el transporte público, ni la conectividad…
El coronavirus permitirá “huir de los lujos basados en los excesos y el incivismo” por el expeditivo método de no recibir apenas turistas. Ahora se sabrá de verdad el peso que tiene —o tenía— el ocio nocturno en la industria turística ibicenca.
El coronavirus permitirá “huir de los lujos basados en los excesos y el incivismo” por el expeditivo método de no recibir apenas turistas. Ahora se sabrá de verdad el peso que tiene —o tenía— el ocio nocturno en la industria turística ibicenca. Las discotecas no abrirán este verano, una decisión del Govern Armengol que alegrará a los talibanes turismófobos, como también el hecho de que importantes cadenas como Playasol solo prevén abrir un reducido número de establecimientos. Miles de trabajadores a las listas del paro cuando terminen los ERTE.
Las relaciones institucionales entre el Consell y el Govern son malas. Quizás se deba a que desde que Miquel Jerez, íntimo amigo del president Marí se marchó al Congreso de los Diputados, la dirección insular de Coordinación Institucional está vacante. Es preciso que Vicent Marí cubra la plaza porque parece que hubiese creado una dirección insular a propósito para colocar a Jerez cuando en abril de 2019 no logró el escaño de diputado al que aspiraba. En noviembre ya sí lo consiguió y desde entonces no tenemos director insular. Y es indudable que se nota… que se nota que se creó un departamento que no hacía ninguna falta, porque no se han tomado la molestia de nombrar a nadie para desarrollar tan relevantes tareas.