Laura Ferrer Arambarri / Hace exactamente dos años, una operación de cierta consideración me obligó a confinarme en pleno verano.
Lejos de ver aquello como un castigo divino, asumí que era una forma de descabalgarme del loco mundo y de sus prisas y, simplemente, dejarme llevar por los días.
Leyendo, durmiendo, paseando despacito para que no me dolieran los puntos. Así pasaron las primeras semanas.
El reposo y la convalecencia, que tan bien retrata el escritor ibicenco Vicente Valero en Enfermos antiguos, son dos conceptos antagónicos con las formas económicas del siglo XXI, que son las que verdaderamente rigen nuestro día a día.
El reposo y la convalecencia, que tan bien retrata el escritor ibicenco Vicente Valero en Enfermos antiguos, son dos conceptos antagónicos con las formas económicas del siglo XXI, que son las que verdaderamente rigen nuestro día a día.
Capitalismo y reposo no casan bien, salvo si ese reposo es para hacer turismo y seguir viajando, gastando, haciendo y produciendo de algún modo.
No es raro que muchos trabajadores sueñen con un año sabático. 2018 fue un año prácticamente sabático para mí. Obligada a ello, pero sin poner resistencia alguna, sumí a mi cuerpo y a mi mente en un barbecho que, echando la vista a atrás, fue beneficioso para mí. Obviamente no la operación ni sus lastres físicos y anímicos, pero sí esa calma y esa nueva forma de observar mi vida y mi futuro.
Ibiza ha pasado este año por tres meses de reposo obligado. Una terrible enfermedad provocada por un virus ha sido la causante.
Las consecuencias de esta herida con cicatriz todavía fresca y puede que abierta no se conocen con exactitud, pero ya sabemos que Ibiza ni está siendo ni va a ser este año la que conocíamos en las últimas décadas.
Estos días estamos utilizando mucho la expresión monocultivo turístico asociada a nuestra isla y por eso mismo he pensado en una palabra que aprendí en la escuela pero que apenas he escuchado después: barbecho.
Un campo está en barbecho cuando no se siembra durante uno o varios ciclos vegetativos (el tiempo que pasa desde que germina la semilla hasta que la planta produce semilla) con el fin de que la tierra se recupere, creando un suelo más rico, con la humedad y la materia orgánica que va desapareciendo cultivo tras cultivo.
Lo habitual, al menos antiguamente, era que ese barbecho estuviera acompañado por una rotación de cultivos, esto es, plantar algo diferente a lo que venía de producir esa parcela. La variación de cultivos favorece a la calidad de la tierra.
Investigando un poco sobre el barbecho he hallado una sorprendente, al menos para mí, conexión entre el barbecho y el año sabático.
Creo que la metáfora está bien clara. Ibiza estaba siendo explotada hasta la extenuación. Este barbecho podría ser el tiempo de dejar que la isla ralentice su ritmo, se recupere en un sentido medioambiental, e incluso el tiempo de pensar para ella otros cultivos para el futuro.
El término sabático procede del hebreo shabbath o sabbat, que significa descansar y cesar. Es un concepto que viene de las Leyes Sabáticas que están contenidas en los versículos 10-12 del capítulo 23 del libro del Éxodo.
10 »Seis años sembrarás tus campos y recogerás tus cosechas, 11 pero el séptimo año no cultivarás la tierra. Déjala descansar, para que la gente pobre del pueblo obtenga de ella su alimento, y para que los animales del campo se coman lo que la gente deje.
»Haz lo mismo con tus viñas y con tus olivares.
12 »Seis días trabajarás, pero el día séptimo descansarán tus bueyes y tus asnos, y recobrarán sus fuerzas los esclavos nacidos en casa y los extranjeros.
Creo que la metáfora está bien clara. Ibiza estaba siendo explotada hasta la extenuación. Este barbecho podría ser el tiempo de dejar que la isla ralentice su ritmo, se recupere en un sentido medioambiental, e incluso el tiempo de pensar en otros cultivos para ella en el futuro.