El miércoles 23 en el Consell d’Eivissa se reunieron algunos parroquianos para hacer pública su carta a Papá Noel, que habían escrito tiempo antes. Como corresponde a una misiva de estas características, está plagada de buenos deseos pero de dudosa materialización. Titularon su carta pomposamente: “Plan estratégico hacia un destino seguro 2021”. No se sabe qué tiene de estratégico el documento ni mucho menos en qué contribuirá para que Ibiza sea un destino seguro el año próximo, una entelequia como tantas otras que durante este aciago 2020 se ha propagado como el propio virus. Si en el título ya se incluye una mentira de semejante calibre hablando de “destino seguro”, imagínense todo lo demás. Es una pena que no se haya informado del coste que ha tenido para los ibicencos la redacción de la delirante carta.
El “Plan estratégico” contempla tres escenarios posibles, aunque bien pudieron contemplar 333, para cada uno de los cuales ha de suplicarse la intervención de aquellas instituciones que tienen competencias en materia de control de la llegada de viajeros en puertos y aeropuertos, cosa que el Consell d’Eivissa no tiene, gracias a Dios, porque de tenerlas quién sabe si estaríamos como con las concesiones de transporte interurbano, más caducadas que mi bisabuela y con los vehículos más destartalados, contaminantes y ruidosos que quepa imaginar.
Sería bueno no hacer el ridículo de forma tan ostentosa con reclamaciones metafísicas de imposible aplicación».
Para cada uno de los escenarios dibujados sobre el papel (conservador, pesimista y optimista) se presupuesta lo que costaría hacer una prueba PCR de detección del coronavirus (62, 44 y 80 millones, respectivamente). Los test de antígenos son bastante más baratitos, como menor es su fiabilidad. Lo que uno se pregunta es por qué no pidieron directamente una parcela en la luna para cada habitante de Ibiza. Las posibilidades de obtenerlas son muy similares a la millonada que se pide que financie el Gobierno de España o el Govern balear. Y por si no fuera poco, se urge a que el dispositivo para controlar a los viajeros y someterlos a los test de detección esté operativo antes de que termine febrero de 2021. En Ibiza nadie se anda con melindres pero sería bueno no hacer el ridículo de forma tan ostentosa con reclamaciones metafísicas de imposible aplicación.
El presidente del Consell, Vicent Marí, ha hecho suya la bienintencionada carta, presentándola en el salón de plenos de la institución insular y la ha trasladado a la superioridad mallorquina, verbigracia el conseller de Turismo del Govern balear, Iago Negueruela, famoso por anunciar en octubre la “inminente” apertura de los fracasados corredores turísticos seguros que habían de garantizar la llegada de turistas libres de Covid-19. Alguien tendría que decirle quién es verdaderamente Santa Claus, que no es el Govern del PSOE, Unidas Podemos y Més per Mallorca, precisamente. Ya debería saberlo y no alimentar falsas esperanzas.
Dicen los redactores del delirante “Plan estratégico” que el conseller Negueruela les dijo que no iban a faltar recursos. Después de colgar el teléfono se debió fumar un puro muerto de la risa. Pero como son días de buenos sentimientos y mejores deseos para todos, por pedir que no quede.
¡Feliz Navidad!,
Joan Miquel Perpinyà