Joan Miquel Perpinyà / Según ha informado la Conselleria de Salut del Govern balear, por ahora sólo el 44,7% de los profesionales sanitarios de las residencias de Ibiza han firmado el consentimiento para recibir la vacuna del Covid-19. Menos de la mitad. En Menorca sólo el 53,1% del personal de las residencias. Y en Mallorca, el 65,9%.
Los profesionales ibicencos demuestran así ser los más reticentes del archipiélago a inmunizarse con la vacuna que supone la mayor, si no única, esperanza de la humanidad para superar la pandemia, vencer al virus y recobrar la normalidad.
De este modo, aquellos a quienes se supone mayor concienciación y fe en los científicos que han hallado la cura que permitirá inmunizar a la población más vulnerable, se convierten en activos negacionistas y antivacunas. ¿Hemos de permitirlo? A mi juicio, no. No era a estos a quienes aplaudimos durante el confinamiento.
¿Hemos de consentir que aquellos profesionales sanitarios encargados de los cuidados a nuestros mayores dependientes, se coloquen ahora voluntaria y caprichosamente en una situación de vulnerabilidad frente al Covid-19, lo que supone un riesgo evidente para los internos en las residencias? Vendría a ser algo así como permitir que algunos militares hiciesen objeción de conciencia y se negasen a usar armas de fuego y sin embargo, permaneciesen en las Fuerzas Armadas. Incoherente en grado sumo.
¿Hemos de consentir que aquellos profesionales sanitarios encargados de los cuidados a nuestros mayores dependientes, se coloquen ahora voluntaria y caprichosamente en una situación de vulnerabilidad frente al Covid-19, lo que supone un riesgo evidente para los internos en las residencias?
Si ahora resulta que la estrategia nacional de vacunación puede fracasar —y con ella las posibilidades de lograr la inmunidad frente a la infección— por el capricho de algunos profesionales sanitarios que no acaban de comprender la enorme responsabilidad que recae sobre sus hombros, estamos absolutamente apañados.
Sumemos a eso la ineficiencia en la inoculación de las vacunas a un ritmo óptimo; el agotamiento pandémico; la ruina económica; y la crítica situación sanitaria que atravesamos y que parece que aún va a empeorar. Así es imposible abordar este año 2021 con la mínima esperanza.
Y no olvidemos la pérdida de toda credibilidad por parte del Govern balear para exigir el cumplimiento de las estrictas medidas sanitarias establecidas por quienes paralelamente las sortean, juntándose más de seis personas en comilonas organizadas por el Govern y con la presencia del Ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas.
Los conspiranoicos antivacunas no pueden estar al cuidado de nuestros mayores. Si no quieren inmunizarse, que se vayan a ver a Miguel Bosé y se dediquen a otra cosa, pero no a atender a los ancianos que están en las residencias. Y por cierto, ya están tardando los colegios profesionales y los sindicatos en alzar la voz y poner los puntos sobre las íes. ¿O es que el Simebal, Satse, UGT, CCOO, etc. ven bien lo que están haciendo sus colegas? Inconcebible.